Agua viva

Mons. Sigifredo Noriega Barceló

“Un manantial capaz de dar la vida eterna” Juan 4, 5-42

El agua para consumo humano, agrícola, ganadero e industrial se está agotando… Su abundancia/escasez es condición indispensable para el desarrollo de pueblos y ciudades; también origina nuevos conflictos. ¿Qué está pasando? ¿Por qué? ¿Qué solución? El uso del agua y su

manejo compromete el futuro del ser humano y su entorno.

Pienso en esta realidad a propósito del tiempo de cuaresma y en el sacramento del bautismo. No es que no haya agua para bautizar, sino que el agua con que hemos sido bautizados parece ‘evaporarse’ y ya no influye en la vida de los bautizados. La cuaresma nació con la intención de dar los últimos toques en la preparación de quienes pedían los sacramentos de iniciación cristiana el gran día de la Pascua. El elemento agua -como signo principal del bautismo- indicaba el momento clave para el nuevo nacimiento. Pudiéramos decir que del agua -como signo sacramental- dependía el futuro de la Iglesia naciente. Hoy también: el presente y futuro de la Iglesia depende de que no se seque en nosotros lo que significa el agua bautismal.

Este día hemos escuchado la primera catequesis que recibían los catecúmenos. El relato se centra en una mujer no judía que busca el agua para saciar momentáneamente su sed. Ha ido muchas veces al pozo… Los detalles del Evangelio describen su situación existencial y el proceso de su fe… La mujer cambia a medida que encuentra en Cristo la respuesta a la verdad de sus búsquedas. El desenlace es extraordinario: no sólo encuentra el agua sino también el manantial capaz de satisfacer todo tipo de sed… La mujer se convierte en una auténtica misionera del Agua Viva que ha encontrado.

Escuchar y aceptar esta catequesis en tiempos de sequías nos puede hacer mucho bien. Los calores de nuestro tiempo nos hacen salir y buscar soluciones diversas a los diferentes tipos de sed que experimentamos. En los mercados del mundo se ofrecen incontables botellas de agua; probamos aquí y allá pero no logramos satisfacer las más profundas aspiraciones…. Por otra parte, seguimos pidiendo el bautismo, buscamos agua bendita y la bendición para todo. ‘Deseo… quiero…’ son expresiones que utilizamos con frecuencia. Se refieren no sólo a una necesidad fisiológica o emocional sino también a realidades más profundas; quizás incluyan la sed profunda de la verdad, como sucedió con la samaritana.

Jesús se revela como agua que quita la sed desde la raíz. La samaritana acepta la oferta de “Yo soy el Agua Viva…” “Ya no volverás a tener sed”. Cree incondicionalmente en Él. Es bautizada en el mismo brocal donde se encuentra con Jesús.

La mayor parte de los sedientos de nuestro tiempo hemos sido bautizados. Tenemos al alcance de la fe a Jesús, “manantial de agua viva”. ¿Por qué nos seguimos sentando en otros brocales y buscando otros pozos? La cuaresma puede ser el momento fuerte para volver y reencontrarnos con Él… Nuestro mundo necesita misioneros reconvertidos, capaces de llevar esta agua a otros sedientos.

En Pascua renovaremos las promesas bautismales y seremos rociados con el agua bautismal.

Con mi bendición cuaresmal.

Originario de Granados, Sonora.

Obispo de/en Zacatecas

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