Estímulos a los combustibles
Perspectiva
Por Moisés Gómez Reyna (economista)
La política de estímulos fiscales a los combustibles le salió muy cara al Gobierno federal en 2022, y lo peor de todo es que ni siquiera cumplió su objetivo principal: Evitar el aumento de las gasolinas y contener la inflación.
Un análisis del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), el cual retoma cifras del Informe de la Situación Económica y de las Finanzas Públicas al cuarto trimestre de 2022, elaborado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), señala que los estímulos a los combustibles le costaron a las finanzas del país 397 mil millones de pesos.
Para darnos una mejor idea de la magnitud de esta cantidad, es el equivalente a más del doble del presupuesto anual de la Secretaría de Salud o 1.3 veces el de la Secretaría del Bienestar.
Por otra parte, aunque los precios internacionales del petróleo se dispararon a niveles no vistos desde 2013, el IMCO precisa que esto solamente dio a las finanzas del Gobierno federal ingresos petroleros excedentes por 269 mil millones de pesos, lo que apenas cubre el 68% del costo de los estímulos.
Para el Instituto esta política tuvo un alto costo de oportunidad en las finanzas públicas y generó distorsiones en el mercado de los combustibles.
Por otra parte, estos 397 mil millones de pesos fueron un costo en vano al parecer, ya que tanto la gasolina regular como la premium, tuvieron durante 2022 un incremento del 7%, esto de acuerdo con el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) de INEGI.
Este aumento lo confirma la Comisión Reguladora de Energía (CRE), que en su sitio web puntualiza que en diciembre de 2021 la gasolina regular tenía a nivel nacional un precio promedio de 20.28 pesos por litro y para diciembre de 2022 se situó en 21.50 pesos. Es decir, su costo al público se elevó en 1.22 pesos por litro.
En el caso de la gasolina Premium el precio subió en el mismo lapso de 22.45 a 23.90 pesos y el diesel aumentó de 21.82 a 23.66 pesos por litro.
Por otra parte, la inflación nacional cerró al alza en diciembre hasta situarse en casi 8%, por arriba del 7% de 2021 y además fue la más alta de los últimos 22 años. En el caso de los alimentos, éstos tuvieron en promedio un incremento del 13%, casi el doble de la inflación general.
En contraste, en Estados Unidos la inflación durante diciembre cerró a la baja y ya está cerca del 6% anual.
Además, según la Administración de Información Energética (EIA) de Estados Unidos, el precio de la gasolina regular en ese país bajó de 3.28 dólares por galón (16.98 pesos por litro) a finales de 2021 a 3.09 dólares por galón (15.89 pesos por litro) al terminar 2022, es decir, su costo se redujo en casi -6%.
¿Por qué en México subieron las gasolinas si hubo estímulos, mientras que en Estado Unidos están más baratas y bajaron su costo en 2022?
Es cierto que la política de estímulos fue la respuesta a una coyuntura, donde conflictos geopolíticos dispararon los precios de los energéticos, sin embargo, también es cierto que al final de cuentas ésta no demostró ser tan efectiva para lograr los objetivos que motivaron su aplicación. Y definitivamente no es la mejor alternativa de largo plazo ante las fluctuaciones en el precio del petróleo, ya que su costo generalmente será mayor a los ingresos excedentes que pueda obtener el Gobierno federal.
La renta petrolera más bien debe concebirse como un vehículo para detonar crecimiento y desarrollo económico, y no para abaratar energías fósiles contaminantes y con precios volátiles.
En vez de estímulos costosos, lo que se requiere es un mercado energético con mayor competencia e infraestructura que garantice a los consumidores productos y servicios a precios competitivos.
Quizás hubiese sido mucho mejor invertir esos 397 mil millones en impulsar la productividad del campo para bajar la inflación en alimentos y apoyar a la población en pobreza extrema para garantizar su nutrición.
Twitter: @gomezreyna