Fernando Valenzuela, de Etchohuaquila para el mundo

Tiene ´El Toro´ un lugar especial en los Dodgers de Los Ángeles, franquicia de las Grandes Ligas

GUADALAJARA, JALISCO, sep. 01.- Fernando Valenzuela pasará a la historia como el primer mexicano en tener su número retirado con un equipo de las Grandes Ligas.

En Los Ángeles, con los Dodgers, se vivió la «Fernandomanía», aquella capaz de detener una ciudad para ver a un sonorense convertirse en figura, mientras éste observa cómo una chica burla la seguridad para plantarle un beso.

¿Quién fue Fernando Valenzuela? Ajústese el cinturón, acomódese en su asiento o agarre con fuerza el celular, según cómo esté leyendo estas líneas.

Con su principal arma, el «screwball» (tirabuzón), en 1981 se convirtió en el único lanzador en ganar el Cy Young y Novato del Año el mismo año, además de Bat de Plata, y fue factor clave para que los Dodgers conquistaran la Serie Mundial ante los Yankees de Nueva York; en 1988 ganó su segundo anillo.

En ese 1981, el «Toro» completó sus primeras 8 aperturas con marca de 8-0, 7 juegos completos, 5 blanqueadas lanzando 72 innings y permitiendo solo 4 carreras limpias.

Hubo tantas peticiones para entrevistar a Fernando, que se vieron obligados a realizar conferencias de prensa en cada estadio donde se presentaba. En el Dodger Stadium, miles de aficionados portaban el «Valenzuela» en la espalda, ya sean originales, réplicas o hechas por ellos mismos.

Otro dato relevante: antes de 1981, los Dodgers sólo habían superado los 3 millones de asistentes en una temporada en dos ocasiones. Entre 1982 y 1986, los años de gloria de Valenzuela, lo hicieron en cada campaña. Además, en 1982 rompieron el récord de asistencia de las Grandes Ligas al sumar 3.6 millones de asistentes en sus juegos como locales.

Su apodo, el «Toro» fue luego de que Los Ángeles Herald Examiner realizó un concurso para bautizar al chico, quien lo mismo almorzaba en la Casa Blanca con el Presidente de EU, Ronald Reagan, que aparecía en la caja del cereal Corn Flakes de Kellogg´s.

«Podía batear, podía tocar la bola y fieldear su posición. Sabía cómo jugar. Fue una inyección de aire fresco y de juventud con el conocimiento de cómo jugar este deporte», dice Dusty Baker, ex compañero de Valenzuela y mánager campeón de la Serie Mundial con los Astros de Houston.

La figura de Fernando fue inspiración para miles de paisanos que veían al «Toro» como un ídolo, un ejemplo de superación, el perfecto ejemplo del «American Dream».

«Yo estaba ahí cuando una chica se lanzó al terreno y lo besó. Ella abrió sus brazos en el aire y lo abrazo. Si miras el video, todos en el estadio pensamos lo mismo: ´Tal vez fue ella quien lo besó, pero todos lo hicimos también´. Todos queríamos acercarnos a él y abrazarlo. Ella era como nosotros, corriendo con una camiseta de los Dodgers con un icónico 34 en su espalda. Esa no era una camisera oficial. Ella la hizo», recordó el comediante George López.

«Para mi generación, hablo de la Generación X, los hijos de mexicanos inmigrantes que crecieron en el sureste de California en la década de 1980, no es un mito, es un héroe. Fue un mexicano que destruyó a la competencia. Los padres querían que sus hijos fueran los próximos Valenzuela y todos nosotros, lo niños, imitábamos su manera de lanzar, viendo hacia el cielo, con las manos en el aire y todo eso. Era uno de nosotros y queríamos ser como él», añadió Gustavo Arellano, columnista de Los Ángeles Times, en un especial de la MLB sobre Valenzuela.

Entre 1981 y 1990, año en que lanzó sin hit ni carrera ante los Cardinals, se mantuvo en el Top 5 de los mejores lanzadores de las Mayores.

Cuando terminó su carrera en Grandes Ligas, en 1997, se fue con marca de 173-153 (.531), 3.54 en efectividad, 113 juegos completos, 31 blanqueadas; 2,930 entradas lanzadas, 2,718 hits y 2,074 ponches.

En 1896 lideró Gran Carpa en juegos completos, con 20. Participó en 11 Juegos de Estrellas; también vistió los uniformes de Angels, Orioles, Phillies, Padres y Cardinals.

Para entender la historia del deporte mexicano es ver que uno de sus pilares es Fernando Valenzuela, quien el 11 de agosto tiene su día en la ciudad de Los Ángeles, California.

Relegado del Salón de la Fama

La «Fernandomanía», el fenómeno que movió dos naciones, no está en el sagrado recinto de Cooperstown, el Salón de la Fama de las Grandes Ligas.

Para ser considerado al Salón de la Fama, un beisbolista necesitó jugar al menos 10 temporadas en las Mayores y haberse retirado cinco años antes de la elección; en sus 10 años debió permanecer como jugador activo, destacando en Series de Campeonato y no formar parte de la lista de no elegibles.

De aparecer en la boleta, si superan el 75 por ciento de las preferencias del Comité de Selección, se convertirán en nuevos inquilinos de Cooperstown.

Los votantes toman en cuenta el historial del jugador, capacidad de juego, integridad, deportividad, carácter y contribuciones a sus equipos, además de una trayectoria consistente y constante, no así logros individuales como batear para tal promedio, lanzar un juego perfecto o sin hit ni carrera.

Fernando Valenzuela cumple con los requisitos, pero donde se atora su investidura es en sus estadísticas históricas y el corto periodo de su buen desempeño, ya que sus mejores años con los Dodgers fueron de 1981 a 1987.

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