Como dice en algunos espejos retrovisores de autos: «las cosas están más cerca de lo que parecen»
Lograr lo que uno se propone necesariamente podrá llevar mayor o menor esfuerzo, dependiendo de muchas cosas, lo que si siempre requerirá será ingenio y creatividad. La historia de Dick Fosbury es un ejemplo de cómo cambiando el enfoque se cambian los resultados.
En 1968 Dick Fosbury participó en las olimpiadas de México 68 logrando la medalla de oro en salto de altura así como imponer un nuevo récord olímpico: 2.24 metros. Lo curioso de todo esto es la forma en cómo lo logró. Hasta ese entonces, todos los que hacían el salto de altura lo hacían dando el vientre al listón (listón es la barra horizontal que se coloca a una altura determinada entre dos soportes verticales separados a unos 4 metros), en el caso de Dick Fosbury éste saltaba de espaldas al mismo y con el brazo más próximo extendido. Esto le permitía dejar menos espacio entre el centro de gravedad del saltador y el listón a superar, con lo que se ganaba altura. El resultado es el comentado con anterioridad y a partir de ahí fue la pauta de salto en este tipo de competencia hasta la fecha.
¿Por qué nunca antes nadie había intentado saltar así? Por que implicaba ver las cosas de diferente manera. Un axioma de la programación neurolingüística señala que si sigues haciendo las cosas igual no debes esperar resultados diferentes. Es así como el gran problema cuando nos enfrentamos a retos no es la manera de resolverlos, sino la manera en que los abordamos. Esto por una sencilla razón: todos los problemas tienen alguna solución, pero no todas las visiones pueden dar con ello.
Por eso es muy útil el consejo de corto plazo de dejar las cosas para resolver mañana cuando éstas son complicadas. El solo darle a nuestra mente la oportunidad de «reiniciarse» permite en muchas ocasiones ver las cosas desde otra perspectiva.
Hay un ejercicio que aplico en mis talleres para demostrar como la solución a los retos a veces está justo delante de nosotros y aún así no los vemos: se pone un tapete de 2 x 2 metros y en el centro un dulce. Se les pide a los participantes que sin nada más que su cuerpo y sin pisar el tapete sean capaces de agarrar el dulce. Unos se estiran, otros piden ayuda y los agarran, pero no pueden. Al final (si es que nadie ha dado con la manera de resolver el problema), simplemente me pongo en cuclillas y voy enrollando el tapete hasta llegar al dulce tomándolo sin nunca haber pisado el tapete.
Nuestra mente es muy potente pero también necesita ayuda para resolver de forma diferente los problemas que enfrenta. ¿Cómo podemos ayudarla? Aquí van cuatro sugerencias: (1) escribe tan detalladamente como puedas el problema y léelo de nuevo, te dará otra perspectiva, (2) cambiando actores y circunstancias platícalo con alguien y escucha sus comentarios, te dará otra perspectiva, (3) esfuérzate por escribir una canción o un poema que hable del problema, te dará otra perspectiva, y/o (4) vete a dormir y retoma el problema al día siguiente.
Todas las opciones anteriores hacen que la mente salga de su círculo habitual desde donde está enfocando el problema, hace que trabajen otras partes del cerebro o simplemente le dan una pausa en su razonamiento.
Como dice un dicho: si las cosas tienen solución ¿para qué te preocupas? y si no la tienen ¿para qué te preocupas? Más que preocuparse la cuestión es ocuparse solo recuerda que como dice en algunos espejos retrovisores de autos: «las cosas están más cerca de lo que parecen».
Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial – Gestión Universitaria – Liderazgo Emprendedor
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