AMLO y su miedo al voto de castigo
De acuerdo a los resultados electorales obtenidos en 2021 durante la elección intermedia, López Obrador volvió a su techo electoral tradicional: alrededor de 15 millones de votos promedio, obtenidos en cada una de las elecciones presidenciales de 2006 y de 2012 en las que participó.
ESPECIAL, mar. 29.- ¿Por qué si López Obrador y la 4T están tan seguros de ganar la presidencial del 2024, quieren apoderarse del INE?
¿Por qué si AMLO afirma que sus “corcholatas” son la mejor opción, está tan obsesionado con que la oposición ya postule a su candidato o candidata a la Presidencia?
¿Por qué si el tabasqueño confía tanto en ganar el 2024, se retuerce ante la independencia del INE, del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y de la SCJN?
La respuesta es la misma para las tres preguntas:
Porque López Obrador sabe dos cosas que operan en su contra: primera, que los números de la votación que recibió como candidato presidencial en 2018 se han desplomado hasta la mitad, y segunda, que el voto de castigo puede ser tan abrumador en contra de Morena en la próxima elección presidencial, que supere tanto al voto duro obradorista como al voto comprado mediante los programas sociales del gobierno.
Y no es cuestión de opinión o de suposición. En lo absoluto. Es asunto de cifras y de tendencias electorales.
Y esas cifras y tendencias son las que preocupan y mortifican a AMLO y a sus principales operadores porque bien saben que cuando el país ejecuta el voto de castigo contra los partidos en el Gobierno, no hay Presidente ni discurso ni partido ni dinero que puedan contener los resultados adversos para quienes son castigados en las urnas por ser malos gobernantes.
López Obrador, tal cual animal político que es, sabe, en el fondo y aunque por estrategia político-electoral diga lo contrario en sus cada vez más intrascendentes “mañaneras”, que su administración ha sido un desastre, que ha perdido más de la mitad de la votación que recibió como candidato en 2018, que ya perdió el voto de la clase media, y algo clave: que el voto de los indecisos (el mismo que le dio 15 millones de votos adicionales a su base electoral hace cinco años), bien podría irse para el candidato o candidata de la oposición en 2024, como castigo al pésimo Gobierno del tabasqueño.
Echemos un vistazo a los escenarios:
En el año 2000, el voto de castigo operó en contra del PRI, ante un electorado harto del partido hegemónico y decidido a cambiar de rumbo. Resultado: el panista Vicente Fox ganó la Presidencia con 16 millones de votos (42 por ciento de la votación).
En 2018, tras el sexenio fallido de Peña Nieto quien terminó su administración con apenas el 30 por ciento de respaldo popular, volvió a emerger el voto de castigo en contra del PRI y también viró de rumbo, con AMLO obteniendo 30 millones de votos (53 por ciento de la votación).
¿Y cómo podría operar en contra de AMLO-Morena la votación del 2024 ante un Presidente que se ha dedicado a dividir al país, a difundir el odio, a no ofrecer resultados positivos para los problemas que más preocupan a los mexicanos: economía-inseguridad-salud, y a atacar a todos aquellos que han criticado a su régimen socialista? Sencillo: con el voto de castigo.
Vamos, ahora, a las cifras:
De acuerdo a los resultados electorales obtenidos en 2021 durante la elección intermedia, López Obrador volvió a su techo electoral tradicional: alrededor de 15 millones de votos promedio, obtenidos en cada una de las elecciones presidenciales de 2006 y de 2012 en las que participó. Adiós a los 30 millones de votos ganados en 2018. Esos ya no existen. Se evaporaron. En total, Morena registró 21 millones de votos, mientras la oposición obtuvo 22.9 millones de sufragios. ¿Quién obtuvo más entonces? De ahí, el miedo de AMLO de perder 2024 ante un candidato (a) de oposición unificador y atractivo.
Desde febrero de 2019 a febrero de 2023 (48 meses de administración), AMLO ha observado una caída de entre 20 y 30 puntos de aprobación ciudadana, al pasar de 84 por ciento al 54 por ciento actual promedio de respaldo. Luego entonces, esos 20 -30 puntos se traducen en más de 15 millones de votos perdidos por AMLO debido a su mal Gobierno. Sí, los mismos votos que obtuvo de la franja de indecisos en la elección presidencial de 2018 que catapultaron su votación. López Obrador ya perdió todos los votos de indecisos que obtuvo en 2018, y eso cuenta mucho.
Se calcula que el voto indeciso en la próxima elección presidencial sea de alrededor de 27 millones de votos, suficientes para hacer ganar o perder a cualquier candidato. Ese voto tiene preocupado a AMLO y por eso planea el fraude electoral.
Aún más: en abril de 2022, durante esa patraña llamada ‘Revocación de Mandato’, se ratificó la votación observada en 2021: 15 millones de sufragios que decidieron que AMLO “permaneciera” (¿?) en la Presidencia. Es decir: imperó el voto duro obradorista. López Obrador vale 15 millones de votos en la actualidad.
Y con ese nivel de votación no le alcanzaría para ganar la Presidencia en 2024.
AMLO sabe que los 30 millones de votos que recibió en 2018 se han diluido, que el voto de castigo en su contra y contra Morena estará presente en 2024 ante su desastroso Gobierno, y por ello ha acrecentado el gasto en programas sociales para la compra de votos, aunque bien sabemos que el voto comprado no es garantía ni es suficiente para beneficiar al partido que cambia dinero por sufragios. En una elección presidencial se vota con diferente entraña, tiene otros resortes emocionales y otro tipo de motivaciones a la hora de acudir a las urnas.
Se le viene el voto de castigo a AMLO-Morena.
Ese es su miedo real: que lo haga perder.
Y está en todos decidir el 2024.
Por Martín Moreno-Durán
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