Lady Gaga: “Cuanto más éxito tenía, más necesitaba que otros me dijeran que era genial”

A la actriz y cantante ya no le seducen las fiestas. Ni los selfis. Ni gustar a todo el mundo todo el tiempo. Asegura que lo suyo ahora es la introspección y el trabajo en soledad. Lady Gaga busca la plenitud tras años de crianza. Hablamos con ella en Los Ángeles.

ESPECIAL, mar. 1.- “Sentí que me tenía que cambiar de ropa, pero al final me presento como soy: una artista. Y así es como me visto cuando trabajo o estoy con mis amigos músicos, directores o actores. Me sentí segura de venir así y ser yo misma, y creo que esta soy yo ofreciendo mi yo cultural”. Lady Gaga se presenta sin artificios en la lujosa habitación del ático de The West Hollywood Edition Hotel, en el Sunset Boulevard de Los Ángeles. Viste una americana negra, una camiseta blanca con tirantes superpuestos, vaqueros rotos, calcetines verdes, mocasines planos negros, pelo recogido, grandes gafas de pasta negras y apenas se intuye maquillaje, aunque sí unos labios más voluminosos que cuando el mundo la conoció en 2008, año en el que lanzó Just Dance, el primer éxito de muchos. Nada del vestuario fantasía por el que destacó en los inicios de su carrera. Cuenta que lleva todo el día encerrada en su estudio creando música, y para ello tiene que estar cómoda. En ese momento más de uno hubiese preferido que llegara al encuentro directa desde el rodaje de Joker: Folie à Deux, película que se estrenará en octubre de 2024 y en la que se pone en la piel de la descarada e impulsiva Harley Quinn compartiendo protagonismo con Joaquin Phoenix, de nuevo en el papel que le dio el Oscar a mejor actor en 2020.

Hay un detalle que Lady Gaga (Nueva York, 36 años) no ha descuidado para aparecer ante el reducido grupo de periodistas: en su mano, una copa de Dom Pérignon, la marca de champán con la que colaboró en 2021 y con la que ahora repite. En este caso, para la campaña de Dom Pérignon Vintage 2013, que se revela tras casi una década de maduración en las bodegas de la abadía de Saint-Pierre d’Hautvillers, en la región francesa de Champaña. Ella es la protagonista de una performance artística en la que explora la importancia del trabajo en el proceso creativo, ya sea para hacer una canción o un burbujeante líquido. Trabajo e introspección serán el hilo conductor de una conversación en la que Lady Gaga parece haber dejado de lado al personaje y los golpes de efecto. Al menos, por ahora.

“Esta idea de introspección… creo que es donde estoy ahora en mi propio arte. Me gusta mucho reflexionar, y creo que reflexionar es diferente a hablar, hacer, decir y discutir. Reflexionar requiere tiempo real y verdad”, dice con voz suave y pausada. “Es realmente agradable cuando trabajas con personas que no están tratando de convertirte en algo. No puedo decir la cantidad de veces que en mi carrera ha habido gente que intentaba vestirme como una muñeca o que hiciera algo que ellos querían que hiciera”, continúa. En el caso de la colaboración con la bodega francesa no fue así. “Dijeron: ‘Queremos capturar al artista en ese momento de inicio, el espíritu introspectivo y luego el proceso creativo, y aquí están las diversas formas en que creemos que podemos mostrar eso’. Y luego simplemente disfrutamos verdaderamente el uno del otro”, dice sobre esta nueva colaboración.

Habla con admiración y cariño del equipo de Dom Pérignon, sobre todo de Vincent Chaperon, el chef de cave de la bodega. El responsable último de que una de sus limitadas botellas (el precio se encuentra en torno a 250 euros) tenga la armonía perfecta. El encargado de adaptar la bodega a los nuevos tiempos, sobre todo climáticos —hay un año que tiene grabado en la mente: 2003, el primero en que la vendimia se hizo en un mes de agosto—. La admiración es mutua, y eso que hasta su encuentro en Los Ángeles solo se habían conocido telemáticamente desde que empezaron a trabajar juntos en 2021. Cosas de la pandemia. “Ha sido frustrante trabajar con Gaga solo vía Zoom”, dice Chaperon soltando después una carcajada. “Ha sido superbonito poder brindar con ella en persona”. “Hay dos Lady Gaga, o cuatro o cinco…”, ríe de nuevo. “Existe la Gaga que está en escena y la que está tras las cámaras. Tuvimos estos contactos por Zoom y a larga distancia, y cuando la ves sientes que es profunda, auténtica. No necesitas mucho tiempo para sentir a las personas, y ella es una persona preciosa. Diferente de la artista”, la describe quien dice entrar en los viñedos como un bailarín pone un pie sobre el escenario. “Ella se está reinventando cada vez, nosotros también”, puntualiza sobre la elección de una unión protagonizada en el pasado por Lenny Kravitz o Ferran Adrià.

“Sé que muchos artistas o celebridades trabajan con marcas y hacen colaboraciones, pero para mí es muy importante trabajar auténticamente con la gente. Es mi forma de ser. No puedo hacerlo de otra manera. Amo trabajar con ellos. Vincent es increíble. Son inspiradores… Y siempre acogen a mis amigos que son artistas”, explica Lady Gaga. En esta ocasión, los amigos invitados han sido tres: Yoann Lemoine, alias Woodkid, ha dirigido la campaña y compuesto la música; Sidi Larbi Cherkaoui ha ideado la coreografía del vídeo promocional, y el italiano Mario Sorrenti firma las fotos. Y hay un cuarto cameo: parte del vestuario que luce lo ha diseñado la hermana de la cantante, Natali Germanotta. “Me encanta colaborar con la gente. Es bueno trabajar cuando tienes a alguien que te controla tu propio ego, alguien para compartir una idea o simplemente discutir sobre el trabajo”, dice Lady Gaga.

En cualquier caso, actualmente se encuentra en un momento vital en el que asegura estar más interesada en vivir la soledad. “Es realmente agradable tener tiempo para estar solo y saber que eres suficiente. Ojalá pudiera decirle eso a mi yo más joven. Lo hice de todos modos cuando era más joven, pasé mucho tiempo sola escribiendo música. Pero cuanto más éxito tenía, más sentía que necesitaba que otras personas me dijeran que era genial”, se sincera. Antes de salir y ser vista por Hollywood, ahora prefiere quedarse trabajando en casa, porque eso es lo suyo; trabajar es lo que, insiste, realmente la hace feliz. “También amo muchos tipos diferentes de arte, y hago muchos diferentes. No sé si alguien puede pensar que los hago todos bien, pero me gusta hacerlo de todos modos. El inicio de algo nuevo siempre es diferente. A veces es una idea que se me ocurre en el momento, solo por estar con gente. A veces es cuando estoy sola, a veces es un poema que pueda escribir o leer. A veces solo quiero tocar el piano. A veces escucho una melodía en mi cabeza y la canto en voz alta y después la grabo muy rápido. Y otras veces alguien puede venir a mí con una idea y decir: ‘¿Qué piensas?”.

Tiene tantas maneras de crear como personalidades artísticas. Parece que nunca ha querido conformarse. A lo largo de los años, ha cambiado de personajes transformándose a través de la teatralidad, de unos inicios en los que se postulaba —o la postulaban— como la próxima diva del pop a su alter ego como hombre, Jo Calderone, o su versión femenina de un crooner con su colaboración y amistad con Tony Bennett. “La única constante en la vida es el cambio”, ha dicho en el pasado. Ahora esa única constante para ella es trabajar para ser mejor.

¿Qué significa entonces para Lady Gaga el trabajo de creación, leitmotiv de la campaña? Se podría resumir en que no cree mucho en la suerte. “Significa que necesitas trabajar duro. Sin querer parecer grosera…, no se trata solo de tomarte una foto con tu iPhone. Tienes que ponerte manos a la obra. Tienes que investigar las imágenes. Tienes que ver películas, tienes que leer poesía, tienes que leer libros, también debes tener una charla contigo mismo sobre ser innovador. De lo contrario, cualquiera puede hacer arte hoy en día. Creo que esta campaña es sobre los que hemos hecho de crear arte nuestra misión de vida. Hoy pasé todo el día haciendo arte, todo el día. Y es un trabajo de amor. Y creo que es importante hacer eso porque es un verdadero privilegio crear arte. Así que tienes que trabajar duro porque algunas personas no tienen ese privilegio”.

Ella empezó a trabajar para ganarse el privilegio de poder vivir del arte en sus años de adolescente en el Lower East Side neoyorquino. Unos tiempos que recuerda con cierta nostalgia porque, según asegura, actualmente el arte y la cultura están pasando por momentos difíciles. “Creo que hay una diferencia entre hacer cosas artísticas y luego estar en una cultura artística, es decir, una cultura del arte, artistas que pasan tiempo juntos, que hablan entre ellos, crean juntos. No se trata de estatus, sino de trabajo. Ojalá pudiera darles a todos los artistas del mundo la oportunidad de vivir una semana de mi vida”. Y prosigue con un discurso en el que deja tanta nostalgia como emoción: “Cuando tenía 18 años, en el Lower East Side tenía muchos amigos artistas y nadie sabía quiénes éramos excepto el uno para el otro. Y solíamos montar espectácu­los en locales solo para los otros y mostrábamos nuestras obras, como pinturas, fotografías, poemas, música, artes escénicas. Y nadie, nadie, sabía quiénes éramos. No teníamos redes sociales, solo teníamos Myspace”. Ahora la siguen 53,5 millones de personas en Instagram (ella solo sigue 90 cuentas).

Esos eran los tiempos en los que aún era Stefani Joanne Angelina Germanotta, de la que ha mostrado tan solo unas pequeñas pinceladas a lo largo de los años. Lo hizo sobre todo en su documental de 2017 para Netflix Five Foot Two (título que hace referencia a su altura, 1,55 metros). En él mostraba cómo lidia y sufre con la fibromialgia que padece, las angustias de la fama, la ruptura con su entonces prometido, el actor Taylor Kinney, o cómo durante una visita al modesto apartamento de su abuela en Nueva York llora al escuchar con ella lo que por entonces era su nueva canción, Joanne, dedicada a su difunta tía.

“Puede haber 100 personas en una habitación y 99 no creer en ti. Pero solo necesitas a una que lo haga”. Esta frase, en distintas fórmulas, la repitió una y otra vez refiriéndose a Bradley Cooper —de hecho, hay vídeos en YouTube con montajes de varios minutos en los que solo se la escucha decir eso—. Fue durante la promoción de Ha nacido una estrella (2018), pe­lícula dirigida y coprotagonizada por el actor que a ella le valió una nominación al Oscar como mejor actriz y llevarse la estatuilla a mejor canción por Shallow. El próximo 13 de marzo repite como nominada por Hold My Hand, canción de Top Gun: Maverick. Si gana, quizá sea el momento de abrir esa botella de champán que tiene reservada en su casa con un post-it que dice: “Para mi próxima victoria”. “No puedo beberlo a menos que hayamos ganado algo. Y ha estado ahí un tiempo”, contaba en la entrevista antes de conocer la que es su cuarta nominación.

Ahora es ella quien quiere ser esa persona que cree en el talento de alguien. Para celebrar su colaboración, Dom Pérignon organizó una fiesta en Sheats-Goldstein Residence, una lujosa mansión en Beverly Crest. Sentados en la mesa ubicada en la pista de tenis, invitados como los actores Billy Porter y Alexandra Daddario, la modelo Cindy Bruna, el artista Maurizio Cattelan, el bailarín Isaac Hernández o los intérpretes españoles Paco León y Milena Smit. Si el monje Dom Pierre Pérignon, a quien se le atribuye el proceso de creación de champán en el siglo XVII, dijo: “Estoy bebiendo estrellas”, esa era una noche para beber entre ellas. Pero sin rastro de Lady Gaga durante la cena. Solo apareció unos minutos, y lo hizo ya metida en su personaje: con un marcado maquillaje negro y un vestido de aires góticos diseño de la firma de su hermana, Topo Studio, unas medias de rejilla con rotos y unos botines de plataforma. Y lo hizo, sobre todo, para no perderse la actuación de sus dos amigos que amenizaban la velada: escuchó atentamente mientras Alex Smith, con quien ese día había estado trabajando en el estudio, tocaba una canción al piano y se puso a bailar con la DJ Hana mientras esta pinchaba e hizo sonar algunos de sus temas, como Babylon.

Hizo un discurso corto, ni un solo selfi con nadie. Quizá porque siente que ya no tiene que gustar a todo el mundo y para ella su trabajo es mucho más que ser famosa. “Para mí, una parte esencial de ser artista es ser algo que tengo que ser, que tengo que hacer. Si no tuviera el éxito que tengo ahora, y estoy muy agradecida, lo seguiría haciendo, estaría en el Lower East Side”.

Por Elisabet Sans

elpais.com

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