Vayamos juntos al desierto

Mons. Sigifredo Noriega Barceló

“El Espíritu llevó a Jesús al desierto; ahí lo tentó el demonio” Lucas 4,1-13

Con el humilde signo de la ceniza hemos iniciado el camino cuaresmal que tiene como destino final la Pascua del Señor y la nuestra. Tiempo fuerte, exigente, actual, siempre oportuno… para hacer el viaje a nuestro interior y revisar los pormenores de nuestro ser y misión en la vida, la Iglesia y el mundo. Somos invitados a hacer el camino juntos, iluminados y animados por la gracia de Dios, apoyados por la comunidad cristiana.

La cuaresma, vivida cada año, tiene sus particularidades; la de los años de la pandemia han tenido sus exigencias y expectativas. La nuestra, en el Año Jubilar, tiene lo suyo.  Lo importante es dejarse guiar por el Espíritu para ir al interior de la vida… Cada quien sabe si su desierto está en sí mismo, la calle, el trabajo, la pantalla. El Papa Francisco nos invita, en su mensaje para la Cuaresma 2025, a caminar juntos en la esperanza.

Ir al desierto, como lo hace Jesús, significa tomar una decisión que compromete el hoy y nuestra misión hacia el mañana. Aparentemente en el desierto no hay nada, no pasa nada, no implica compromiso de nada.  Sin embargo, atreverse a ir al desierto, es preguntarse sobre lo básico en la vida:  quién soy yo, qué sentido tiene la vida ante pandemias, violencias asesinas, conflictos provocados y más preguntas…   Ir al desierto se convierte en la prueba de las pruebas; ahí se decide todo, y todo es todo.  Jesús, antes de iniciar su misión se deja conducir por el Espíritu. Es el momento de la decisión que marcará el camino a seguir.  

En el primer domingo de Cuaresma escuchamos la experiencia de Jesús en el desierto. El diablo le presenta diversas ofertas tentadoras; las escucha, escudriña, discierne, capotea… y las vence con la palabra de Dios en el corazón y en la boca. Son las mismas tentaciones que, sin duda,  aparecen en nuestro caminar. Jesús nos muestra el camino a seguir para luchar, rechazar y vencer.

¿Qué ofertas tentadoras y seductoras nos ofrece el diablo en estos días de provocaciones inducidas por el calor de intereses mezquinos e ideologías polarizantes? Las mismas que enfrentó Jesús: los torbellinos del placer por el placer, el poder por el poder, el tener por el tener; la pérdida del sentido de la existencia, los abusos de poder, la manipulación de Dios; sobrellevar la vida con mediocridad, la indiferencia hacia el prójimo, la negación práctica de la fe en Dios… Éstas son, quizás, las tentaciones mayores que enfrentamos en nuestros desiertos urbanos.  Cuando las consentimos tenemos comportamientos destructivos hacia el prójimo y hacia nosotros mismos, comprometemos seriamente la convivencia fraterna-pacífica-solidaria y hacemos peligrar la salvación eterna.  

Vayamos con Jesús al desierto esta Cuaresma.

Venzamos la tentación de quedarnos instalados en nuestras seguridades y zonas de confort.

No basta no comer carne roja los viernes de Cuaresma …

Hagamos obras de justicia social, con corazón limpio y mirada compasiva. Descartemos intenciones maliciosamente electorales.

Con mi oración, aprecio y bendición.

Originario de Granados, Sonora.

Obispo de/en Zacatecas

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