La depresión estacional de Navidad no es un mito
ESPECIAL, dic. 13.- La Navidad, con su brillo, colores y espíritu festivo, representa para muchos un tiempo de amor y unión, pero para Rosa, una madre trabajadora de 60 años, estas fechas están lejos de ser motivo de celebración. Su experiencia con el Trastorno Afectivo Estacional (TAE), también conocido como “blues de Navidad” o depresión estacional, le ha dado un significado diferente a la época: tristeza, recuerdos y una sensación de vacío que, como ella misma describe, es difícil de aliviar.
“Siempre he tenido depresión, pero durante estas fechas se intensifica. La Navidad me recuerda cosas que no tuve, como una familia unida o momentos felices con mi mamá, que murió cuando yo tenía solo ocho años. Desde entonces, todo ha sido diferente”- Rosa. Paciente de depresión.
El “blues de Navidad” no es un mito. Según el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), esos casos de depresión aumentan en los meses de octubre a diciembre y afectan especialmente a mujeres entre 25 y 30 años.
A diferencia de la “astenia otoñal”, que es un estado de cansancio y apatía pasajero que pueden experimentar algunos en esta época del año, la depresión estacional puede llegar a afectar la funcionalidad de las personas y se puede identificar cuando, por más de dos semanas, presentan ánimo triste, cambios en el apetito y el sueño. El IMSS asegura que, en algunos casos, se manifiesta dolor físico o pensamientos suicidas.
Datos de la Secretaría de Salud de 2019 indican que ese Trastorno Afectivo Estacional afecta a entre 4 y 8 por ciento de la población general, en una proporción de cuatro mujeres por un hombre.
El peso de los recuerdos y la ausencia en Navidad
La infancia de Rosa estuvo marcada por la pérdida y la ausencia de tradiciones. “Nunca celebré la Navidad. Después de la muerte de mi madre, no había quien organizara algo así. Nunca me acostumbraron a convivir con mis hermanos, y ahora, con mis hijos, siento que ellos están intentando enseñarme lo que es esta fecha, pero no es fácil”, confiesa.
Ver a otras familias disfrutar de la temporada no hace más que profundizar su tristeza. “Ver a gente con sus mamás, aunque ya estén grandes, o con sus familias unidas, me afecta. Yo nunca tuve eso. Ahora lo único que tengo son mis hijos, pero incluso con ellos siento que no sé cómo convivir. Estoy acostumbrada a estar sola”, explica.
“Uno de los temas que la pandemia puso sobre la mesa fue definitivamente el de la depresión. Creo que, como sociedad mexicana, hemos dado un paso muy importante para no tomar a la ligera el estado de ánimo y darle la justa dimensión a la salud mental en la vida cotidianal” – Emiliano Villavicencio, Psicólogo.
Rosa fue diagnosticada con depresión durante la pandemia, aunque ella sabe que llevaba enfrentando sola esta enfermedad por años. El encierro y su familia la orillaron a buscar ayuda profesional y comenzar a tomar sertralina. “La terapia me ayudó muchísimo. Pude sacar muchas cosas que llevaba guardadas, pero ya no la sigo tomando porque sentí que era suficiente”, dice. Sin embargo, reconoce que la tristeza sigue siendo una constante, especialmente durante la temporada navideña.
“Físicamente, no sabría cómo describir lo que siento, pero emocionalmente es como un peso. Hay días en los que ni yo misma me aguanto, y lo único que me ayuda es salir a trabajar. Estar en casa tranquila no me gusta; siento que necesito estar ocupada todo el tiempo”, cuenta.
Para Rosa, la Navidad tiene un significado doloroso. “Es un mes hipócrita. Todo el año no nos hablamos y, de repente, en Navidad, todo es amor y buenas palabras. A veces creo que ni siquiera son sinceras. Por eso no me gusta. Es una fecha falsa”, afirma.
A pesar de sus sentimientos, Rosa intenta mantenerse firme por sus hijos, quienes han sido su mayor apoyo. “Ellos me ayudan mucho, aunque a veces me estresan porque no estoy acostumbrada a convivir. Pero sé que necesito trabajar en eso para poder darles lo mejor de mí”, admite.
El costo emocional de las fiestas decembrinas
En entrevista con Reporte Índigo, el doctor Emiliano Villavicencio, psicólogo y jefe de posgrado de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad de La Salle, confirma que, en consulta privada, él ha registrado un aumento de casos de depresión en estas épocas del año. Esto debido a, principalmente, dos circunstancias: el clima, es decir, la disminución de la luz solar, y un aspecto psicosocial, asociado al vacío o tristeza que puede provocar el hecho de no tener una reunión familiar o convivencia con las personas más cercanas.
“La temperatura que desciende y la luz en invierno que también es diferente se asocia con un estado de ánimo de cierta nostalgia, tristeza. Esto tampoco significa que necesariamente una luz solar baja genera tristeza o depresión. No, solo que hay correlación entre ambos estímulos, sin afirmar que una genera la otra”, comenta el experto, quien explica que en psicología hay estudios serios que vinculan el estado de ánimo con lo que sucede en nuestro entorno.
Por otro lado, está el aspecto sociocultural. “Culturalmente asociamos estas épocas del año con la reunión, con la convivencia, con departir con los cercanos y la familia, pero no todos tenemos la posibilidad de hacerlo. Pienso, por ejemplo, después de la pandemia de COVID-19, hubo muchos fallecimientos y muchas familias se fracturaron, esto repuntó también en un índice alto de estados de depresión.
“Entonces, aquellas personas que no tienen la oportunidad de reunirse por diversas razones, comienzan a vivir aislamiento, decaimiento social y esto favorece estados depresivos”, explica Villavicencio.
El psicólogo precisa que hay factores que hacen que algunas personas tengan más riesgo de experimentar este tipo de estados depresivos. “Hay factores que coadyuvan a ello, es decir, si un paciente trae un historial de depresión, pues es muy probable que ese cuadro se agudice en esta época”, dice.
Cifras de la OMS revelan que alrededor de 280 millones de personas sufren depresión a nivel mundial. En México, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), unos 35 millones han experimentado algún episodio depresivo. La primera Encuesta Nacional de Bienestar Autorreportado (2021) del INEGI arroja que 19.3 por ciento de la población adulta tiene síntomas de ansiedad severa y 31.3 por ciento tiene ansiedad mínima o en algún grado. Por lo que, prevenir y saber identificar los factores que pueden agudizar la depresión en esta temporada es fundamental.
“Uno de los temas que la pandemia puso sobre la mesa fue definitivamente el de la depresión. Creo que, como sociedad mexicana, hemos dado un paso muy importante para no tomar a la ligera el estado de ánimo y darle la justa dimensión a la salud mental en la vida cotidiana. El siguiente paso es informarnos y no asumir, desde prejuicios y desde el desconocimiento, el lenguaje y el discurso que tiene que ver con la psicopatología mental”, plantea Villavicencio al señalar la importancia de hablar y priorizar la salud mental en todo momento.
El desafío de la salud mental en Navidad
Jorge Elías Téllez Pérez, vocero del colectivo Medicamentos para Mentes Libres Mx, un grupo que se unió en respuesta a la falta de acceso a medicamentos, relata cómo estas fechas pueden intensificar sentimientos de soledad y tristeza, exacerbados por el estigma social y familiar que aún persiste en torno a la salud mental.
“Para nosotros, que vivimos con trastornos mentales, las fiestas decembrinas son un momento complejo. Es una época marcada por la nostalgia, los duelos que cargamos, y las expectativas de felicidad que la sociedad nos impone. Aunque está científicamente explicado que muchas personas sienten cierta añoranza al cerrar un año, para nosotros ese sentimiento se agrava, porque ya venimos arrastrando nuestras propias luchas internas”, comparte Téllez Pérez a Reporte Índigo.
El colectivo al que pertenece José Luis se formó como respuesta a un desabasto de medicamentos psiquiátricos en el ISSSTE, una situación que trajo efectos secundarios emocionales muy fuertes, pues persiste el miedo de que vuelva a suceder.
“Ahora, hacia el cierre del año, ya empezamos a notar nuevamente la falta de algunos medicamentos. Eso nos hace revivir el desgaste que sufrimos entonces”, explica.
“En nuestro colectivo hemos aprendido a enfrentar los momentos difíciles juntos, a no creer todo lo que nos dice nuestra mente y a encontrar matices entre los extremos de blanco y negro” – Jorge Elías Téllez Pérez, Vocero del colectivo Medicamentos para Mentes Libres Mx.
A pesar de estos desafíos, el colectivo se ha convertido en un espacio de apoyo invaluable para sus integrantes. Aunque las y los integrantes pertenecen a distintas partes de la República Mexicana, José Luis detalla que se han convertido en una familia.
“Hablamos, reímos, lloramos juntos, y nos entendemos como pocas personas podrían. Aunque estamos dispersos por todo el país, hemos tejido una red de apoyo que nos ayuda a no sentirnos tan solos. Sin embargo, no hay nada que reemplace el abrazo o la plática en vivo con alguien cercano”, confiesa.
El estigma social y familiar, enemigos a vencer
Jorge Elías Téllez Pérez también pone de manifiesto el peso del estigma que enfrentan los pacientes psiquiátricos, tanto en sus familias como en la sociedad. Este rechazo o incomprensión suele intensificarse en fechas como la Navidad y el Año Nuevo, cuando la felicidad parece una obligación social.
“En mi caso, mi familia tardó mucho en entender que necesitaba apoyo psiquiátrico. Fue difícil para ellos aceptar que requería medicamentos y terapia. Muchas veces, uno se desgasta tratando de demostrar que los tratamientos realmente ayudan, pero el estigma sigue presente.
“Es difícil convivir con esa expectativa de alegría constante. Todo, desde la publicidad hasta las reuniones familiares, parece estar diseñado para recordarte que estar triste está mal, cuando no es así. Hay algo que se llama positivismo tóxico, esa idea de que todo tiene que estar bien, cuando la realidad no siempre es así”, reflexiona.
El vocero del colectivo destaca la importancia de mantener el tema de la salud mental en el centro de las conversaciones mediáticas y cotidianas. Además, señala que México enfrenta una gran deuda con quienes padecen trastornos mentales. La falta de atención digna y, especialmente, de empatía, son problemas críticos que persisten.
“Es común que las personas sientan más compasión hacia alguien con cáncer o diabetes que para alguien con un trastorno mental. Creen que simplemente somos débiles o que nos estamos victimizando, cuando en realidad estamos librando una batalla constante”, asegura.
Pese a todo, Jorge Elías encuentra consuelo en actividades que lo conectan consigo mismo y con los demás: “A mí me ayuda mucho escribir. Desde chico me atrajo la escritura, y ahora es una forma de procesar lo que siento. Pero también es fundamental contar con apoyo profesional. No basta con tomar medicamentos; la terapia es igual de importante. Eso sí, debe ser con profesionales acreditados, porque hay muchas personas sin formación que ofrecen soluciones mágicas y terminan haciendo más daño”, advierte.
Sobre el positivismo tóxico
Jorge Elías también aborda el concepto de “positivismo tóxico”, que puede ser particularmente perjudicial durante las festividades.
“Vivimos en una sociedad que constantemente nos empuja a sonreír y a aparentar felicidad, incluso cuando estamos pasando por momentos difíciles. Nos dicen que debemos estar bien todo el tiempo, y eso puede hacer que nos sintamos aún más aislados cuando no lo estamos. La realidad es que no siempre podemos ser felices, y eso está bien”, aclara.
Información de www.reporteindigo.com