Tres comportamientos

Mons. Sigifredo Noriega Barceló

“Los fariseos dicen una cosa y hacen otra” Mateo 23, 1-12

Escuchar, comprender y testimoniar el Evangelio que la Iglesia proclama este domingo puede poner en crisis a muchos cristianos. La forma y la intención de lo que hacemos o dejamos de hacer en los tiempos que vivimos pueden generar diversos comportamientos: unos apegados a lo ético, otros a lo políticamente correcto; otros, a lo que conviene en el momento o la necesidad permite. Esta compleja realidad se presenta en todos los ámbitos de la vida.

En el texto evangélico que escuchamos este domingo, Jesús contrapone la actitud de escribas y fariseos al comportamiento que se espera de sus discípulos en cualquier entorno y circunstancia. Jesús no niega la legitimidad de la enseñanza de los maestros, ni su doctrina; más bien, critica su actitud porque no es coherente: “ellos dicen una cosa, pero hacen otra”. La distancia entre el discurso y su puesta en práctica es escandalosa porque puede dar lugar al engaño, la manipulación, el dominio sobre los más vulnerables.

Jesús exhorta a sus seguidores a ser coherentes y a edificar una comunidad de hijos, hermanos y seguidores de un solo guía. Es lo que quiere decirnos al invitar a todos a no llamar a nadie maestro, padre, guía. Son tres comportamientos que deben manifestar lo que estamos llamados a ser como discípulos.

– Maestro: implica la disponibilidad a enseñar combinada con la apertura para aprender de los demás, junto con la responsabilidad del trato digno y amigable.

– Padre: nos invita a que a nadie demos el lugar que sólo corresponde al Padre celestial. Porque somos hijos y hermanos debemos reconocernos como tales evitando el paternalismo y la manipulación.

– Guía: Cristo es el único guía. Nosotros somos como los demás miembros de la comunidad, seguidores de Jesús y servidores de todos; no somos patrones, ni jefes que piden regalías, mucho menos tiranos que exigen servilismo.

La Iglesia-comunidad que nos invita a edificar debe estar alejada de los afanes de poder, honores y vanidades, tentaciones que siguen imperando en nuestro mundo. No se trata de dominar sino de servir, de aplastar a los demás para sobresalir sino de vivir en fraternidad; no se trata de una religión de méritos sino de una fe que testimonia lo que se cree, muchas veces a costa de sacrificios y de ir a contra corriente. Después de todo, tenemos como Señor a un Crucificado que se humilló y fue enaltecido.

Una Iglesia que no sigue la agenda del mundo (discurso del Papa Francisco al inicio de la Asamblea Sinodal 2023) sino de una Iglesia que se deja guiar por el Espíritu Santo para atender las urgencias del momento y estar cercana a las auténticas aspiraciones del hombre peregrino de nuestro tiempo que navega entre el desconcierto, la confusión y la esperanza.

Con mi bendición y aprecio al iniciar el penúltimo mes del año 2023.

Originario de Granados, Sonora.

Obispo de/en Zacatecas

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