Alfredo Juárez, el cazador de tormentas: su lienzo, los cielos de Sonora y Sinaloa
CULIACÁN, Sinaloa, oct. 10.- El cielo se ve pálido al crepúsculo. Las nubes, cargadas de agua, apenas cubren la luz solar y el lienzo queda dispuesto para unos colores increíbles. Lo que está a punto de suceder es increíble, las palabras faltan para poder darle descripción.
Un relámpago cae. Se capta perfectamente en la secuencia de fotografía. Es iniciada desde una parte alta del sur de Culiacán. La lente se enfoca al norte. Es la lluvia del 3 de agosto. En lo más bajo de la fotografía se aprecian las luces de Culiacán. La electricidad que alimenta los hogares durante las noches da otra iluminación. Otro relámpago cae y estas luces se apagan. La imagen es imponente.
El autor de esta creación es Alfredo Juárez, fotógrafo profesional dedicado a documentar a los astros, al cielo. Su nueva meta, explica, es fotografiar al monzón mexicano. Es un cazador de tormentas, y como él hay pocos en la entidad. Son apenas tres en Sinaloa.
Con la actividad del monzón mexicano se ha constatado que las tormentas del cinturón entre Sonora y Sinaloa son más intensas que en una de las cunas del movimiento: Arizona.
“Los concentrados de tormentas y los poderes que tienen las tormentas, en Sinaloa y en Sonora son más poderosos que en Arizona y aun así en Arizona hay cientos de cazadores de tormentas que salen a las carreteras a fotografiar tormentas, rayos y demás, son fotografías muy bonitas, tú las has visto, llaman mucho la atención, la intensidad del rayo es muy interesante”.
Uno de los fotógrafos más destacados del movimiento, Mike Olbinski, saltó a la fama por retratar los escenarios de Arizona y sus tormentas. Sin embargo, la mayor utilidad en la actividad, más allá de lo artístico que pueda ser, es en recabar información sobre este fenómeno. Sinaloa y Sonora son caldo de cultivo para ello, el mejor escenario imaginable, el lugar perfecto para documentar al monzón mexicano.
Y ese es uno de los retos que Alfredo Juárez enfrenta.
“Ya estando metido en esto y platicando con gente experta en el área, meteorólogos, gente que ya se dedica a esto desde hace muchos años por hobby (pasatiempo) o por lo que quieras, descubrí recientemente que Sinaloa y Sonora tienen un corredor que fabrica tormentas muy poderosas, incluso más poderosas que en Arizona, y dos, que nos hacen falta muchísimas estaciones meteorológicas, esos aparatos que nos ayudan a medir cómo está el clima, las condiciones, si se va a producir una tormenta o no”.
Durante (el mes de) julio Alfredo logró darles caza a cinco tormentas entre los días 11 y 31, y para agosto las producidas los primeros días del mes, entre el 1 y el 4. Pero no bastan, se requiere apoyo y mejores datos para lograr ubicar mejor las locaciones en donde puedan desarrollarse estas actividades meteorológicas.
“La razón por la que en la aplicación dice que va a llover y no llueve, es porque no tenemos datos suficientes para que los modelos matemáticos tomen una decisión más acertadas, entonces estas máquinas que hacen falta no son muy caras, cuestan entre 5 y 10 mil pesos aproximadamente cada máquina, y me dicen los meteorólogos con los que he estado colaborando que si ponemos cinco máquinas de estas, por ejemplo, pudiéramos tener muchísima más información y por ende tener mejores modelos predictivos y poder prevenir los accidentes catastróficos como vemos cada año, y de alguna forma u otra lo que empezó como una simple expresión artística de capturar fotografías impresionantes se está convirtiendo más en un propósito que en otra cosa”.
Y el reto es crear consciencia, además. Mayor cantidad de estaciones meteorológicas se puede traducir en mejores datos. El arte como instrumento de cambio cobra ese sentido. El rayo, dicen, no golpea dos veces en el mismo lugar. O es el arte y el hobby, o es la investigación y los datos. Alfredo piensa ser la excepción a la regla: el arte y la investigación.
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