Las ocurrencias sexenales en la espalda presupuestal

ESPECIAL, sep. 12.- El pararrayos de todas las ocurrencias fallidas del presidente Andrés Manuel López Obrador son las finanzas públicas del país.

Ninguno de los proyectos de infraestructura emprendidos a lo largo de estos cinco años de gobierno ha tenido una contribución positiva, ni para los ingresos públicos, ni como detonante de la inversión privada.

Y el gasto asistencialista ha crecido de forma exponencial, ha implicado recortes en áreas sociales básicas como la educación y la salud y, de paso, ha generado distorsiones en algunos mercados laborales.

Todo se recarga en las finanzas públicas y puede llegar el día en que ya no sea posible sostener la precaria salud que ya hoy tienen.

El primer gran golpe para la economía mexicana fue la cancelación del Aeropuerto de Texcoco. Hoy hay que cargar con el descomunal costo de su cancelación, con el inflado costo de construcción del Aeropuerto Felipe Ángeles. Y, por si fuera poco, con un subsidio de casi 3,000 millones de pesos para el 2024, porque simplemente es un elefante blanco que, ante su poca operatividad, hay que mantener.

La refinería que se construyó en los pantanos de Tabasco habría costado unos 17,400 millones de dólares, mucho más del doble de lo que prometió López Obrador, en mucho más tiempo del estimado y todo en el seno de Petróleos Mexicanos que contempla recibir un gasto programable de 626,000 millones de pesos.

El Tren Maya, cuyos efectos devastadores traerán otras cuentas ecológicas por pagar, en términos financieros tan solo para el 2024 plantea la iniciativa presupuestal que recibirá transferencias por 120,000 millones de pesos, una cantidad similar a la que se supone habría tenido como costo total. Pero no, el capricho ferroviario presidencial apunta a tener un costo cercano al medio billón de pesos, unos 480,000 millones de pesos.

Segalmex, Insabi, Banco del Bienestar, y una larga lista de proyectos fallidos de la autollamada Cuarta Transformación forman parte de la carga que hoy soportan las finanzas públicas.

Por lo que el Paquete Económico para el 2024 está detenido con alfileres y depende de la correcta alineación de los astros financieros para evitar que se pudiera desatar una crisis tan pronto como el siguiente año.

Es evidente que la mayor parte del gasto se recarga durante los primeros meses del siguiente año, porque el efecto que se busca es electoral. Pero si fallan las variables básicas, como la estimación del crecimiento económico o el precio promedio del petróleo, se abrirán boquetes que ya no son tan fáciles de soportar cuando ya calculan un déficit público de 4.9% del Producto Interno Bruto.

Estamos ante un Paquete Económico propuesto tan inestable como los que le aprobaban con los ojos cerrados a Carlos Salinas de Gortari.

Si se logran estas metas sostenidas por alfileres y termina este sexenio sin crisis, lo primero que tendrá que hacer la siguiente administración es proponer una reforma fiscal que aumente los ingresos y contemplar un Paquete Económico para el 2025 con importantes recortes al gasto.

Y eso será obligatorio incluso para la candidata del oficialismo. Porque, de lo contrario, si se sigue la misma línea, hay una crisis garantizada para el 2025.

Por Enrique Campos Suárez

www.eleconomista.com.mx

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