Hijos de AMLO: corrupción, tráfico de influencias, negocios…
ESPECIAL, may. 11.- Tanto que López Obrador se quejaba de los hijos corruptos de los neoliberales, y sus juniors le salieron iguales o peores. De la noche a la mañana, José Ramón y Andrés, alias “Andy”, enloquecieron ante tanto poder y ahora forman parte de la élite enriquecida de la clase política mexicana. De Houston a Barcelona. Del amiguismo a los contratos millonarios. Sí, como bien vaticinó hace tiempo en un video público Jotaerre: “¿Qué güey? ¿Yo también soy junior de la cuatroté, o qué…?
El viejo patrón político-familiar de nepotismo, corrupción, tráfico de influencias y conflictos de interés sexenales, hoy se recicla con José Ramón y Andy López Beltrán. Sí, como sentenció Marx: la historia se repite dos veces: la primera como tragedia, la segunda como farsa. Ayer, los hijos de López Portillo, del negro Durazo, los Bribiesca de Fox. Hoy, los de AMLO. Y son iguales. O peores.
López Obrador crucificaba a los corruptos, y ahora los tiene en casa. Multiplicados. A sus hermanos, recibiendo sobres con dinero ilegal. A sus hijos, con contratos millonarios con su infaltable conflicto de interés, viajando por todo el mundo con dinero público. Repartiendo montañas de millones de pesos a sus amigos vía contratos públicos. Haciendo favores al amparo del poderosos padre. Enriqueciéndose para lo que venga a futuro. Porque el poder se acaba.
Hijos millonarios, en tiempo récord, los hermanitos López Beltrán. Enriquecidos, a la sombra de los favores en nombre de la poderosa familia presidencial. Y lo presumen. Y se jactan. Y lo disfrutan. ¿Quién pompó?, preguntaba, socarrón, López Obrador a priistas y panistas. Pues ahora se la aplican a sus hijos. Tal cual.
Es el riesgo de ser un bocazas, como lo es el tabasqueño.
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El lema sexenal de José Ramón López Beltrán, es uno: “Te doy contratos y me das casa”. ¡Y vaya que le ha funcionado!
Primero fue su residencia en la mansión de Houston, la llamada Casa Gris. Enorme. Elegante. Opulenta. Y no, Jotaerre no la rentó ni la compró gracias a su trabajo honrado. Para nada. La ocupó gracias al tráfico de influencias, a los favores personales, a los valores entendidos. A los cochupos, pues.
Conocemos la historia. Es pública y oscura:
Carolyn Adams, la esposa de José Ramón, es cabildera de empresas petroleras, y una de las favoritas del Gobierno (Baker Hugues), recibió contratos millonarios por parte de Pemex con la 4T, equivalentes a más de cien millones de dólares. A cambio, la transnacional le prestó una mansión a Jotaerre y familia para vivir en Houston, propiedad de Keith Schilling, alto ejecutivo de la petrolera. (Fuente: Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad MCCI). Tráfico de influencias, se llama. O como bien les enseñó papá Andrés Manuel: “Favor con favor se paga”.
El modelo corruptor de López Beltrán se replicó en la Ciudad de México:
MCCI investigó y demostró también que Jotaerre ocupa, ahora, una residencia en la Ciudad de México, en Coyoacán, propiedad de Guillermina Áurea Álvarez Cadena. ¿Y quién es esta señora? Pues nada menos que la asistente personal de Carmen Lira, directora del diario oficialista La Jornada y comadre de AMLO. ¿Y dónde radica el conflicto de interés? Pues en que este periódico ha recibido más de 750 millones de pesos de publicidad durante el actual sexenio. ¿Que Jotaerre no es funcionario público? Okey. Pero su papá sí lo es: es Presidente de México, y está justo en medio de un claro y abierto conflicto de interés donde se comprueban favores personales, dinero público y favoritismo hacia su familia y amigos. Casi nada.
Lo dicho: “Te doy contratos y me das casa”.
Así opera el auto llamado junior de la 4T.
¿Y cómo opera Andy López Beltrán?
Mediante contratos millonarios que favorecen a sus amigos más cercanos.
La impecable investigación del equipo de LatinUs (Mario Gutiérrez Vega, Montserrat Peralta, Isabella González y Julio Astorga), y presentada por el periodista Carlos Loret de Mola el pasado martes 2 de mayo, desnudó la red de corrupción encabezada por Andrés López Beltrán, hijo del Presidente de México, que benefició a sus amigos con contratos por más de 100 millones de pesos, incluidas obras del destruido NAIM Texcoco. (Quién lo dijera: AMLO aseguró, sin pruebas, que ese Aeropuerto se canceló por corrupción, y resultó finalmente que la corrupción en esta obra tiene el rostro de su hijo Andy. Y aquí sí, con muchas pruebas).
Textual, la esencia de la pirámide de corrupción liderada por Andy López Beltrán y presentada por Loret de Mola:
“Cobijados en una red de empresas que simulan competencia, amigos de Andrés López Beltrán, hijo del Presidente López Obrador, han obtenido contratos millonarios con la Comisión Nacional del Agua para un parque ecológico en los terrenos de lo que sería el aeropuerto de Texcoco, que el Presidente clausuró por supuesta corrupción, y con la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano…Los amigos de Andrés López Beltrán han ganado más de 100 millones de pesos del erario, bajo un esquema que simulan competencia, concursos públicos y se esconden en un sistema de subcontratación…”.
Hasta aquí, parte de lo revelado por LatinUS.
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La frase cínica y encubridora de López Obrador: “Cien millones no es nada…”, refiriéndose y admitiendo los negocios de su hijo Andrés con su pandilla, formará parte del catálogo de la vergüenza sexenal de AMLO, junto con “La pandemia nos vino como anillo al dedo”, “¡Allí están sus masacres, je, je, je!”, o “Ayudar a los pobres es estrategia política”. Miserable, por decir lo menos.
La corrupción de la 4T, galopante.
Padre con 200 pesos en la bolsa.
Hijos enriquecidos.
Por Martín Moreno-Durán
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