La actriz Meryl Streep, premio Princesa de Asturias de las Artes 2023

La intérprete, ganadora del Oscar en tres ocasiones, es considerada una leyenda de la actuación en Hollywood y un estandarte moral contra los ataques de la ultraderecha

ESPECIAL, abr. 26.- La actriz estadounidense Meryl Streep (Summit, Nueva Jersey, 73 años) es la ganadora del premio Princesa de Asturias de las Artes 2023, que este año alcanza su edición 43ª. En las últimas décadas, Streep se ha convertido en, sencillamente, la actriz, figura de prestigio mundial, especialmente en la gran pantalla. Y los premios reafirman esta sensación popular: tiene tres Oscar (el último, dando vida a Margaret Thatcher en La dama de hierro), además de haber competido por ese galardón en otras 18 ocasiones; tres Emmy; dos Bafta, el Donostia del festival de San Sebastián y el de mejor actriz de Cannes por Un grito en la oscuridad.

Según el acta del jurado, “a lo largo de cinco décadas, Meryl Streep ha desarrollado una carrera brillante, encadenando interpretaciones en las que da vida a personajes femeninos ricos y complejos, que invitan a la reflexión y a la formación del espíritu crítico del espectador”, que también destaca “la honestidad y responsabilidad en la elección de sus trabajos, al servicio de narrativas inspiradoras y ejemplarizantes”, y su empeño en ser “activista incansable a favor de la igualdad”.

Su presencia no ha disminuido en la pantalla, aunque fuera sumando años, y ha alimentado la leyenda apuntándose a taquillazos como Mamma mia! o, pendiente de estreno, a la tercera temporada de la serie Solo asesinatos en el edificio. Su última película fue para Netflix, en la que encarnaba a la presidenta Orlean en No mires arriba (2021). Jugando a la comedia, ha sabido dejar atrás el aura de actriz intensa, de la reina de la comedia, que le ha acompañado desde hace décadas. Ella misma es consciente de que el lema de mejor actriz viva de Hollywood puede llegar a cargar (Sharon Stone se despachó contra ella hace poco a cuenta de este posible sambenito). Al recoger su tercer Oscar, en 2012, explicó: “Cuando dijeron mi nombre sentí que podía escuchar a media América diciendo: ‘Oh, no. Ella, otra vez”. Es la única intérprete que ha superado las dos decenas de candidaturas a estas estatuillas. Y una marca registrada, por ella misma, en la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos desde 2018.

Por sus ideas progresistas, el entonces presidente Donald Trump también la convirtió en objetivo en Twitter, definiéndola como “lacaya de Hillary” y “una de las actrices más sobrevaloradas”. El discurso se hizo viral y elevó aún más la categoría moral de Streep. En la promoción de Los archivos del Pentágono, de Steven Spielberg, respondía: “Podemos ser percibidos como frívolos, con nuestros nombres escritos con grandes letras iluminadas. Todo eso, la parte más tonta de nuestro trabajo, nos convierte en idóneos para ridiculizar. Pero ahora asistimos a una coalición de Hollywood con otros muchos grupos desautorizados por el presidente. Con la comunidad artística, con los medios… Eso va a ser una alianza muy poderosa”.

Como ejemplo de su condición de estandarte moral, tras los ataques de Trump, Streep reflexionaba sobre el problema de fondo, la desigualdad de género y el Me Too: “Estamos ante un cambio sísmico global. Es como un avión que se construye a medida que avanza por la pista de despegue. Es un movimiento muy interesante para estar implicada, porque no hay una jerarquía. No se sabe quién es el mandamás, es como una colmena de abejas. Más y más gente se une, pero nadie está ganando dinero con ello y se están moviendo muchas cosas. Eso es bueno, porque necesita volar. Debe alumbrar a otras industrias, a las empresas, los gobiernos, la Iglesia, el Ejército. Las desigualdades y el desequilibrio del poder no suceden solo en Hollywood. La explotación de las mujeres, de su trabajo, de su reticencia a dar un paso adelante, es algo que atraviesa toda la sociedad. Este movimiento crece y lo más alentador es que siento que no es un episodio aislado. No creo que vaya a desaparecer. Ya no hay marcha atrás”.

Reina del drama

Pero su terreno ha sido durante décadas el del drama. Tras graduarse en Yale, saltó rápidamente al teatro en Nueva York. En una de sus primeras pruebas para el cine, el productor Dino De Laurentiis la rechazó para King Kong por “no ser suficientemente guapa”. Así que su debut en el cine sucedió más tarde, con Julia (1977). Al año siguiente ya participó en El cazador y en la serie Holocausto. En la primera trabajó por estar lado de su entonces pareja, el actor John Cazale, que luchaba infructuosamente contra el cáncer. La leyenda de Cazale es comparable a la de Streep: solo actuó en cinco películas, y todas ellas fueron candidatas al Oscar, antes de morir en marzo de 1978.

En cualquier caso, a Streep se la podría considerar la reina del llanto en el patio de butacas: de Kramer contra Kramer a La decisión de Sophie; de Un grito en la oscuridad o La mujer del teniente francés a Memorias de África, de Postales desde el filo y Silkwood a Los puentes de Madison, nadie ha manejado el drama como ella. Algo que nunca buscó. En diversas entrevistas, ha asegurado que siempre ha buscado “recopilar experiencias para devolverlas al mundo”, que su carrera “nunca ha estado guiada por razones estratégicas”, y que al haber sido madre de cuatro hijos, nunca ha producido o generado sus propios proyectos: “No ha existido un control de los guiones; soy como la chica que espera que le saquen a bailar”. Entre esos posibles libretos, uno que se escribió pensando en ella, aunque al final no acabó protagonizando: Pedro Almodóvar redactó Julieta para Streep antes de cambiar de idea, y traer la trama a España y al idioma español.

La intérprete de Se acabó el pastel o El diablo se vista de Prada, de Adaptation, Las horas, Angels in America o Manhattan, la actriz de los mil acentos y maestra absoluta en el arte del uso de la voz y de la expresión corporal, se suma a una lista con nombres como la cantaora Carmen Linares y la bailaora y coreógrafa María Pages (2022), la artista Marina Abramovic (2021), los compositores Ennio Morricone y John Williams (2020), el dramaturgo Peter Brook (2019) o el cineasta Martin Scorsese (2018). Entre los 18 miembros del jurado (9 hombres y 9 mujeres), que presidía Miguel Zugaza, director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, estaban, entre otros y relacionados con el cine, la actriz y presentadora Cayetana Guillén-Cuervo, como presidenta de la Academia de las Artes Escénicas, y el guionista y director Sergio G. Sánchez. Ayer hicieron una primera criba entre 44 candidaturas de 20 nacionalidades. El premio Princesa de Asturias de las Artes 2023 es el primero que se anuncia de los ocho galardones internacionales que convoca anualmente la fundación homónima.

Por Gregorio Belinchón

elpais.com

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