La conexión china del fentanilo

ESPECIAL, mar. 15.- La estrategia de movilizar cónsules y otros funcionarios para dar el debate con sus homólogos estadunidenses en torno a la seguridad en México y el tráfico de fentanilo puede tener alguna utilidad, pero es una medida más para consumo interno que una que vaya a influir en ese debate dentro de la Unión Americana. Cualquier controversia se debilita si, al mismo tiempo, siguen muriendo al año más de cien mil personas por sobredosis de fentanilo en ese país. Ésa es una suerte de línea roja que una vez que se ha cruzado es muy difícil volver a marcar. Y eso ya ha sucedido.

El debate podría y debería encauzarse por otros ámbitos, por el de la colaboración (que existe en muchos espacios, pero que debería hacerse mucho más evidente y ostensible) y el de las insuficiencias. Un ejemplo, desde diciembre de 2021, el gobierno de Estados Unidos tiene identificado a uno de los principales proveedores de fentanilo ilegal hacia México y la propia Unión Americana. El 16 de diciembre de ese año, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos anunció nuevas medidas relacionadas directamente con la persecución del tráfico de fentanilo y sus precursores. Era la primera vez que claramente no se centraba en los cárteles, sino en la trama global que maneja ese enorme negocio, que tiene origen en China y que en México ocupa uno de los espacios más importantes del crimen organizado.

Además de ofrecer una recompensa, vía la DEA, de cinco millones de dólares por información que lleve a su captura, el Departamento del Tesoro incorporó a sus listas de narcotraficantes a Chuen Fat Yip y a su empresa, Wuhan Yuancheng Gongchuang Technology Co. Ltd.

Aquí le contábamos entonces que Chuen Fat Yip encabeza una organización criminal, según el Departamento del Tesoro, que opera en China y Hong Kong. Trafica fentanilo, esteroides anabólicos y otras drogas sintéticas y controla un grupo de empresas que venden compuestos y precursores químicos de fentanilo al público y a empresas privadas, una de las cuales es Wuhan Yuancheng Gongchuang Technology Co. Ltd. Está asociada directamente con el Cártel de Sinaloa y son los que proveen a esa organización de la droga para su comercialización ilegal en la Unión Americana.

Las empresas de Chuen Fat Yip reciben pedidos por internet de precursores y compuestos, que luego envían a todo el mundo. Chuen Fat Yip también es considerado, dice el gobierno de Estados Unidos, como el más importante productor de esteroides anabólicos a nivel global. Utiliza moneda virtual, como bitcoin, y transferencias de fondos a través de empresas de servicios monetarios y bancos para recibir sus pagos.

El caso de Chuen Fat Yip también se relaciona con otra empresa china de transporte de productos químicos: Shanghai Fast-Fine Chemicals Co., que desde 2019, envía precursores químicos, a menudo etiquetados falsamente, a los grupos criminales en México, en especial el Cártel de Sinaloa, para la producción de fentanilo. Otras empresas sancionadas son Hebei Huanhao Biotechnology Co., y Hebei Atun Trading Co. La primera también con sede en China, importa y exporta productos químicos y farmacéuticos utilizados para producir opioides. También ha estado involucrada en la producción de precursores de fentanilo. La segunda participa en la venta de precursores químicos de fentanilo y en la falsificación de detalles de envío de productos químicos.

Esos son los principales proveedores, dice el gobierno estadunidense, de fentanilo ilegal y de otros precursores para el Cártel de Sinaloa, el más importante productor de esa droga ilegal en México y de su introducción y distribución en los Estados Unidos. En aquel diciembre, el Departamento del Tesoro, por primera vez, colocó en sus listas al Cártel de los Rojos y a Guerreros Unidos, escindidos originalmente de un grupo que está desde hace años en ella, los Beltrán Leyva. Los Rojos, dice el Tesoro, es responsable del tráfico de numerosas drogas ilícitas, sobre todo heroína, hacia los Estados Unidos. Guerreros Unidos, sostiene, expandió su papel en el comercio de heroína y colabora con el Cártel Jalisco Nueva Generación, con el que comparte las mismas redes de transporte para trasladar drogas a Estados Unidos y lavar dinero en México.

Pero el eje es el fentanilo. Como adelantábamos en el libro La nueva guerra, del Chapo al fentanilo (Grijalbo, 2021), en el mundo pospandemia el tráfico de drogas sintéticas como el fentanilo tendría un lugar protagónico. Este opiáceo sintético es mucho más barato para producir; para su consumo se necesitan dosis de menos de dos miligramos, por lo que se pueden hacer miles con apenas unos kilos; se puede producir en cualquier cocina, no huele, su apariencia es inocua, y se vende en pequeñas pastillas, imposibles de distinguir de cualquier medicamento; las utilidades que deja son geométricamente superiores a las de cualquier otra droga. Tiene un gran inconveniente, mata con enorme facilidad.

Muchos de nuestros criminales están en libertad y ésa es nuestra responsabilidad. Pero desde diciembre de 2021, Chuen Fat Yip y sus empresas están identificados por las autoridades estadunidenses y desde entonces no hemos tenido noticia alguna sobre él, sus empresas siguen traficando y la droga sigue llegando a los cárteles mexicanos y a los consumidores de ese país. Golpear ahí, y en otros como Chuen Fat Yip es lo que se requiere. Ésa es la principal colaboración que necesitamos en la lucha contra el fentanilo. A México, esa posibilidad lo trasciende. Pero nadie habla de ello.

Por Jorge Fernández Menéndez

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