El Mundial de las protestas: «Nada va a cambiar» pese al enojo internacional

CIUDAD DE MÉXICO, dic. 3.- La Copa del Mundo Qatar 2022 no sólo ha sido foco de atención cuando el balón está en movimiento, el país sede también acapara los reflectores por la violación de los derechos humanos de los trabajadores migrantes, de las mujeres y de la comunidad LGBTTIQ+, situación que ha motivado protestas dentro y fuera de la cancha. Selecciones de futbol, sus federaciones y gran parte de la afición han mostrado su inconformidad en un escenario con severas restricciones.

Sin embargo, para Carla Pascual Martínez, especialista en Medio Oriente, y para Moisés Garduño García, doctor en estudios árabes e islámicos, las manifestaciones realizadas en el contexto del Mundial sólo son “acciones solidarias y simbólicas que pierden validez” porque los protagonistas tuvieron el verdadero poder de hacer más antes del comienzo del torneo, como “no asistir”.

Garduño García considera que sobre lo que ocurre en Medio Oriente debe tenerse cuidado en “envalentonar” una narrativa desde Occidente, porque si bien es cierto que desafortunadamente hay graves problemas en Qatar, relacionados con la violación de los derechos humanos, “esto no es exclusivo de ese país”.

Aprecia correcto que se denuncie lo que sucede en Qatar, pero también es necesario, dice, hablar sobre aquellos hechos en Occidente. “Pareciera que existe una dinámica de justicia selectiva, un ego de naciones, porque se critica a Qatar y al mundo árabe islámico, pero se guarda silencio acerca de las atrocidades que hubo en Occidente a lo largo de la historia del siglo XX. Esto es una disputa por el relato dominante; no obstante, nadie tiene la moral suficiente para condenar al otro”, reflexiona en entrevista.

Política en la cancha

De acuerdo con el reporte más reciente de Amnistía Internacional (2021) sobre los derechos de la comunidad LGBTTIQ+, el código penal qatarí sigue tipificando las relaciones homosexuales entre hombres como un delito punible con hasta siete años de cárcel.

A un mes de que se iniciara la justa mundialista, la agencia de noticias AP informó que las banderas con los colores del arcoíris estarían prohibidas en las tribunas, esto con la intención de proteger a la afición de posibles agresiones por promover los derechos de la comunidad LGBTTIQ+.

En este escenario, ocho federaciones de selecciones europeas (Alemania, Bélgica, Dinamarca, Francia, Gales, Inglaterra, Países Bajos y Suiza) calificadas a Qatar advirtieron que se unirían a la campaña OneLove, creada en 2020 por la Real Federación Neerlandesa de Futbol, para promover la inclusión y luchar contra la discriminación. De tal manera que el capitán de cada una de esas selecciones utilizaría un brazalete con los colores del arcoíris en los juegos mundialistas.

Ante el anuncio de los equipos europeos, la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA) prohibió el brazalete y amenazó con aplicar sanciones deportivas al jugador que lo porte. Hasta el momento, ningún capitán de equipo ha usado la banda multicolor. La federación alemana de futbol presentó un reclamo ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo. “La FIFA nos ha prohibido usar un símbolo de diversidad y derechos humanos. La federación quiere aclarar si el procedimiento de la FIFA es legítimo”, se lee en un fragmento de su reclamo.

Pese a ello, los alemanes no se cruzaron de brazos y, antes del silbatazo inicial, en su primer partido del Grupo E contra Japón (el miércoles 23), los teutones se taparon la boca con la mano durante la tradicional fotografía de equipo, para hacerle saber a la FIFA que estaban en desacuerdo por la situación del brazalete y lo que esto implicaba.

La selección inglesa también se sumó a las protestas. Previo al inicio del encuentro contra Irán, por el Grupo B el lunes 21, los jugadores se arrodillaron. Esta acción contra el racismo la realizan desde 2020, tras la muerte del estadunidense afroamericano George Floyd.

Otra manifestación que le dio la vuelta al mundo fue la de los seleccionados iraníes. Antes del partido, cuando se entonan los himnos nacionales, ellos permanecieron en silencio; protestaron por el asesinato de Mahsa Amini, una joven de 22 años que fue detenida y golpeada en Teherán a manos de agentes de la policía de la moral por “no llevar de manera adecuada” el velo.

Dinamarca es otra de las selecciones participantes en esta edición mundialista que han buscado la manera de hacer saber su malestar con el país sede. Los daneses y la marca deportiva que les patrocina, Hummel, crearon una playera negra en la cual el logotipo de la federación y del patrocinador no son completamente visibles.

La propia federación explicó que el diseño y color negro del tercer uniforme se debe a que los daneses están de luto por la violación de los derechos humanos en Qatar, específicamente sobre la violencia sistémica que han padecido los migrantes que trabajan en la remodelación y creación de estadios. “No queremos ser visibles durante un torneo que ha costado la vida a miles de personas”, afirmaron.

“Resentimiento occidental”

Carla Pascual asegura que un escenario deportivo tan importante como la Copa del Mundo debería significar la oportunidad de conocer otras culturas e ideologías, sin necesidad de tratar de imponer las visiones propias buscando una confrontación, como es el caso de los países europeos.

“No hay sociedad mejor que otra. Entiendo que quieran manifestar su visión occidental, pero de ahí a que vayamos a cambiar algo, eso no va a pasar, Qatar no va a cambiar”, asegura.

Garduño sí considera que la serie de manifestaciones antes de la inauguración y durante el torneo no son más que una campaña para desprestigiar la cultura de Medio Oriente, sumando cuestiones políticas y no solamente deportivas.

Todo parte de un “resentimiento occidental” por la manera en que Qatar se adueñó de la sede, por ello la unión de las selecciones calificadas en realizar protestas; no obstante, también es cierto que las acciones realizadas por los futbolistas y directivos son más bien “acciones solidarias y simbólicas”.

“Un verdadero boicot hubiera sido no asistir al Mundial, pero decidieron ir y ocupar el espacio para manifestarse. A partir de estos actos simbólicos lo que intentan demostrar es que Medio Oriente sigue siendo una zona arcaica, autoritaria, corrupta, exótica, y buscan promover la visión occidental hacia otras civilizaciones”, explica Garduño.

Si bien es cierto que el futbol y los escenarios deportivos históricamente se han prestado para visibilizar diversas problemáticas sociales en el mundo, lo ideal sería que cada país denunciara sus propias carencias sociales, como el racismo en Estados Unidos y en Alemania, o la violencia contra las mujeres en México.

El investigador califica como “perspectiva salvacionista” estas “protestas”, pues a estas naciones les resulta fácil asumir que el problema está fuera y buscan ayudar a los grupos vulnerables, olvidando que en sus propios países hay problemáticas.

Incluso se continúa con la idea de que sólo en Medio Oriente y África existe la violación de los derechos humanos y que no son sociedades civilizadas, repitiendo el discurso de que no importa si tienen dinero o modernidad, “siguen siendo unos bárbaros”.

De acuerdo con los especialistas, la FIFA –máximo organismo del futbol a escala mundial– se ha equivocado en la toma de decisiones. Por ejemplo, Qatar fue elegida como sede mundialista en medio de la polémica sobre los sobornos de diversas federaciones y sin importar si era un país que incumplía con los códigos de ética que promulga la FIFA, sino que esta federación se dejó por cuestiones económicas y ahora el problema recae sólo en Qatar.

“No podemos cambiar las leyes. Uno no puede cambiar la religión durante 28 días de Copa del Mundo”, declaró en abril de este año Gianni Infantino, actual presidente de la FIFA. 

www.proceso.com.mx

Botón volver arriba