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Samuel Ocaña, un ex gobernador que caminaba por las calles en Sonora
Especializado en Gobierno y Asuntos Públicos, el Dr. Nicolás Pineda reflexiona sobre el efecto del poder y cómo lo manejó el Dr. Samuel Ocaña García
Feb. 12.- Es algo bastante sabido y observable que el poder enferma. Se dice que muchos que obtienen puestos de poder muy pronto pierden piso y perspectiva, que se les vuela la cabeza y pronto comienzan a sentir que ya no son iguales que los demás, sino de una casta superior. A este síndrome se le ha dado el nombre de enfermedad de hybris, que en griego quiere decir “desmesura”.
Eduardo Robledo, exgobernador de Chiapas, comenta en su libro Poder ¿para qué? ¿Por qué es tan difícil gobernar? que las pruebas de que alguien que ejerce el poder no se ha enfermado son: que continúe con la misma esposa; que pueda mirar de frente a los ojos de sus hijos; que siga viviendo en la misma casa y que pueda deambular libremente por las calles de su ciudad. Estas pruebas son una aportación del autor al análisis del ejercicio del poder en México y que pueden servir para diagnosticar a muchos poderosos. Al poner esta prueba a los gobernadores de Sonora, el único que la pasa con soltura y que cumple cabalmente con dichas características es Samuel Ocaña García.
Un gobernador sensato
Samuel Ocaña fue gobernador de Sonora del 13 de septiembre de 1979 al 12 de septiembre de 1985. Hay muchos antecedentes suyos que parecen haberlo vacunado contra la enfermedad del poder y para que no se le volara la cabeza. Primeramente, es de origen modesto, nació en el pueblo de Arivechi, estuvo internado en la escuela Cruz Gálvez, de Hermosillo, y realizó sus estudios en el Instituto Politécnico Nacional a base de esfuerzos. Escogió la carrera de medicina, que es por naturaleza una profesión altruista y de servicio a los demás, y la ejerció en la ciudad de Navojoa. Es ahí donde inició su carrera pública al comenzar a participar en política y ser electo alcalde de esa ciudad en 1973.
En su niñez, Samuel Ocaña García estudió en el Internado Coronel J. Cruz Gálvez / Cortesía | Fotografía tomada de Internet
Una anécdota de esa época relata que una vez, cuando ocupaba ese puesto, apareció un individuo muerto en circunstancias extrañas. Siendo él mismo médico legista, se dio cuenta de que había sido víctima de tortura y que los causantes eran policías. Obligó entonces a los jefes policiacos a que declararan lo sucedido y cesó y castigó a los responsables.
Después fue nombrado secretario de Gobierno de 1975 a 1977 durante el gobierno de Alejandro Carrillo Marcor y pasó luego a ser dirigente del Partido Revolucionario Institucional a nivel estatal. Fue designado candidato, casi por casualidad y como opción conciliadora, para salvar la discordia entre otros candidatos muy poderosos que pugnaban por alcanzar el puesto y cuya designación habría significado un conflicto y una división interna del partido. De este modo llegó a la gubernatura casi sin proponérselo.
No voy a entrar a repasar aquí su obra de gobierno, sino a destacar sus características personales. Si algo distinguió a Samuel Ocaña, cuando uno tuvo la oportunidad de tratarlo un poco, fue su sensatez. Fue una persona que tuvo muy buen juicio y mucho sentido común. Considero que esto se evidenció tanto en su gestión como gobernador como en su vida como exgobernador. De este modo, Ocaña fue alguien que ejerció el poder, lo hizo con sensatez y no fue tocado por la enfermedad de hybris. Es el único gobernador que cumplió cabalmente con las cuatro pruebas.
Después de dejar la gubernatura, siguió casado con su esposa, la señora Alba Zaragoza. Siempre vivió con austeridad y modestia en su casa de las calles Dr. Paliza y Sahuaripa, en Hermosillo. Está claro que no se enriqueció y que el dinero no es algo que le haga perder la cabeza. Mantuvo una relación estable con sus hijos y nietos.
Era común encontrarlo y saludarlo en eventos públicos, sin ostentación, sin guardaespaldas, conviviendo y conversando con cualquiera que se le acercara y, sobre todo, fue un exgobernador que caminó libremente por las calles de la ciudad. Eso significó mucho y lo convirtió en un personaje fuera de serie.
Profesor-investigador en Centro de Estudios en Gobierno y Asuntos Públicos en El Colegio de Sonora.
Redacción / El Sol De Hermosillo
Por Nicolás Pineda Pablos