330 años sin Sor Juana Inés de la Cruz
ESPECIAL, ene. 19.- Cuando murió la poeta novohispana sor Juana Inés de la Cruz (ca.1651-1695), un 17 de abril de hace 330 años, en el convento de San Jerónimo, estaba ya retirada del mundo intelectual y “se sumergió en sí misma y escribió textos sobre todo de carácter religioso en los que buscó un recogimiento con Dios”, comenta la investigadora Sara Poot.
“Se sabe que alrededor de dos años antes de morir se retira del ‘mundanal ruido’, yo digo que de la farándula literaria. Siempre fue una religiosa, nunca se desdijo; pero fue una religiosa intelectual, no mística, como Santa Teresa. Y, hacia el final de su vida, ratificó su vocación”, agrega en entrevista con Excélsior.
“Hace falta investigar más el contexto de su muerte, pues no es seguro que haya fallecido por una epidemia. En 1695 mueren en San Jerónimo siete monjas y un mayordomo. Ella es la sexta en morir, un domingo. Fue anotando lo que sucedía. Su salud era frágil. Y hay estudios que señalan que en 1691 murieron ocho monjas. Se está investigando más”, añade la catedrática de la Universidad de California en Santa Bárbara.
“Posiblemente siguió escribiendo, como dice una copia de un testamento que apareció en el siglo XIX, pero no lo podemos asegurar. Menciona que a la hora de morir había a su lado un manojo de documentos; ojalá sigan saliendo, o tal fue lo que se llevó Castorena y Ursúa para publicar Fama y obras póstumas en Madrid, en 1700”.
Destaca que, lo que es cierto, es que “han transcurrido 330 años sin sor Juana; sin embargo, ella siempre ha estado presente y cada vez más. Hasta cuando se dijo que no se hablaba de ella, se leía. Nos ha regalado pensamientos sobre el derecho de la mujer, la libertad del ser humano, el intelecto, la ironía”.
Por esta razón, la sorjuanista propuso a la Universidad del Claustro de Sor Juana conmemorar el aniversario luctuoso de la “décima musa” con cuatro conversatorios, titulados El corazón por archivo, en los que los especialistas presenten nuevas lecturas, además de revisar los sucesos de los últimos cuatro meses de su vida.
“La idea es reunirnos el 17 de enero (ayer fue el primer encuentro), el 17 de febrero, el 17 de marzo y el 17 de abril; pero, como este último es Jueves Santo, haremos algo virtual el mero día, y pasamos el cierre del ciclo al viernes 25 de abril.”
“Revisaremos qué sucedió en el último enero, febrero, marzo y abril que vivió sor Juana, es decir, de 1695. Pero también los sucesos importantes de su vida ocurridos en esos meses de otros años”, detalla.
La fundadora de la asociación UC Mexicanistas da algunos ejemplos. “En enero de 1668 entra como seglar a San Jerónimo. El 8 de febrero de 1694 ratifica su profesión. Y en marzo de ese mismo año firma su protesta de fe.
“Son apuntes de varios estudiosos, tratados, comentarios, que vamos hilando como una madeja que nos permite acercarnos un poco más a la vida y a la obra de sor Juana”, indica.
Por su parte, la escritora Margo Glantz, quien estudió a la monja jerónima durante la década de los 90, señala que “es la escritora más importante que hemos producido y una de las más fundamentales del mundo. Di durante mucho tiempo clases sobre sor Juana en universidades norteamericanas. Nunca la he dejado”.
La autora de los libros Sor Juana Inés de la Cruz, ¿hagiografía o autobiografía? (1995), Sor Juana Inés de la Cruz: saberes y placeres (1996) y Sor Juana: La comparación y la hipérbole (2000) decidió hablar ayer sobre el corazón y la muerte, temas que aborda en su poesía.
“Habla del corazón en el sentido del amor, el corazón como centro del afecto. Y plantea una relación con la muerte. Las penas de amor equivalen a una muerte en el alma”, dice al evocar el soneto “Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba…”, que termina con el verso “viste y tocaste mi corazón deshecho entre tus manos”.
Glantz concluye que “en él, sor Juana nos dice que las palabras, la retórica, no bastan para expresar el sentimiento amoroso. Y la única posibilidad de que el amado sepa cómo siente una persona por otra es a través de las lágrimas, el corazón destila lágrimas que son concretas y las pueden ver; el corazón no se ve, pero las lágrimas sí”, afirma.
Información de www.excelsior.com.mx