¿Veremos la salvación de Dios?
Mons. Sigifredo Noriega Barceló
“Todos verán la salvación de Dios” Lucas 3, 1-6
Hoy encendemos la segunda vela de la corona de Adviento. Esperamos que la primera nos esté ayudando a abrir las puertas y ventanas de la esperanza. No podemos dejar que los problemas y preocupaciones de cada día nos roben el ánimo que de ella brota. Las esperas pueden ser largas o breves, fecundas o frustrantes. La fe y la esperanza en EL QUE VIENE son decisivas para convertir las esperas en oportunidades de gracia y espacios propicios para la conversión del corazón.
¿Veremos la salvación que viene de Dios? Quizá no nos toque ver el final, pero estamos seguros que el presente de la salvación está al alcance del que confiesa su fe en Cristo y siembra semillas de esperanza. Éste confía, día a día, en la presencia salvadora de Dios a pesar de tormentas y tribulaciones, violencias y desencantos.
El tiempo de Adviento nos dispone para recibir el mejor anuncio que pueda escuchar el ser humano, la historia y la creación: Dios es y está con nosotros en la persona de Jesús, el Cristo, el Salvador. Nosotros estamos llamados en su persona a la plenitud, a colmar nuestros más profundos anhelos y deseos, a la bienaventuranza completa.
¿Cuándo será? “Todos verán la salvación de Dios” anuncia el profeta y pregona Juan Bautista, sin precisar fechas. El nacimiento del Salvador en la historia sembrará la posibilidad de plenitud ya desde el/este tiempo. Navidad es cumplimiento y apertura al horizonte total de la vida que sólo Dios puede colmar.
Juan Bautista, profeta y testigo de la Buena Nueva, es un personaje decisivo en las esperas y la esperanza que delinea el tiempo de Adviento. Su misión queda dibujada en las palabras de Isaías, otro especialista en advientos: “Prepararen el camino del Señor”. Cumple su misión de manera sobresaliente. Lo primero que hace es “ir al desierto” para escuchar la palabra de quien lo envía y acogerla para poder pregonarla. Muy pronto el precursor profeta se convertirá en testigo de lo que anuncia y pregona. La predicación y el testimonio de Juan debió ser algo impresionante. De su escucha atenta surgieron quienes fueron los primeros discípulos-apóstoles escogidos por Jesús para anunciar el cumplimiento del “todos los hombres verán la salvación de Dios”.
Nuestro tiempo requiere de discípulos que se tomen en serio la esperanza que se fundamenta en la fe en Jesús. En muchos rincones y calles de la vida encontramos gente que necesita de pregoneros de esperanza y sus manifestaciones: fortaleza y firmeza, ternura y solidaridad, paciencia, alegría, paz, compromiso. Ver/experimentar la salvación de Dios, anunciarla y testimoniarla en el mundo -cuando hay tantos remedos de ‘seguridad’ y engaños de bienestar- es el gran reto del cristiano que quiere vivir a profundidad este Adviento.
Que al encender la segunda vela de la corona de Adviento nos decidamos a colaborar para que la salvación llegue a todos, sin distinciones ni discriminaciones, especialmente a los más desesperados, desencantados, desprotegidos, marginados, necesitados.
Santa María de Guadalupe, madre de la esperanza, ruega por nosotros.
Con mi afecto y bendición.
Originario de Granados, Sonora.
Obispo de/en Zacatecas