Taylor Swift, por encima de las marcas: cómo ha construido un imperio milmillonario sin contratos publicitarios
ESPECIAL, ago. 27.- Después de que Taylor Swift haya ofrecido el último de sus ocho concierto en el estadio de Wembley de Londres este 20 de agosto, y vaya a retomar del 18 de octubre al 8 de diciembre los 18 shows restantes de su aclamado The Eras Tour en Estados Unidos y Canadá, es innegable que va a despedir el año amasando unas ganancias estratosféricas nunca antes vistas en la industria musical. A falta de que su equipo aporte datos oficiales en el futuro, el pasado diciembre Pollstar calculó que, desde el 17 de marzo al 12 de noviembre de 2023, la gira había recaudado 1.039 millones de dólares brutos. No obstante, al solo considerar las primeras 60 presentaciones, la cifra ha quedado obsoleta: en el resto de 2023 y este 2024, sin contabilizar las tres fechas canceladas en Viena, ha agotado las entradas en 89 estadios más.
Con total seguridad, una vez concluya en pocos meses, The Eras Tour sobrepasará la barrera de los 2.500 millones de dólares, convirtiéndose con diferencia en la gira más lucrativa de la historia. Elton John, quien antes ostentaba el récord con su Farewell Yellow Brick Road, llegó a los 939 millones de dólares. Ahora bien, lo consiguió subiéndose al escenario en 330 ocasiones entre el 8 de septiembre de 2018 y el 8 de julio de 2023. También es probable que Coldplay rebase los 1.000 millones al fin de su actual The Music of the Spheres World Tour, pero la banda no puede competir con los números que maneja Swift. Ella, sin duda, juega en otra liga: la suya propia.
La prueba está en su patrimonio. Aunque Forbes la incluyó en su lista de milmillonarias en octubre de 2023, estimando en ese momento un valor neto de 1.100 millones de dólares, en abril de 2024 actualizó la cifra hasta los 1.300 millones. Según la revista, su fortuna abarca casi 600 millones de dólares generados por regalías y giras, un catálogo tasado en aproximadamente 600 millones y unos 125 millones en bienes raíces.
Semanas después, la misma publicación la situó en el cuarto puesto de su lista de mujeres famosas más ricas de Estados Unidos que se han hecho a sí mismas, solo por detrás de Oprah Winfrey (3.000 millones), Kim Kardashian (1.700 millones) y Rihanna (1.400 millones). Pero hay un factor que no debe pasarse por alto: a diferencia de ellas, Swift ha acumulado su fortuna única y exclusivamente a través de su música.
Como muestra reciente, el estreno en cines de The Eras Tour generó 267 millones en taquilla a nivel mundial. En cuanto a su discografía, si bien en 2023 lideró la cima del ranking de los artistas más vendidos gracias a Midnights y a las Taylor’s Version de Speak Now y 1989, todo parece indicar que este año repetirá la hazaña. Su último largo, The Tortured Poets Department, publicado en abril, lleva despachados 2,47 millones de copias en Estados Unidos, sin contar los streamings. En concreto, 1,07 millones en CD, 988.000 en vinilos y 395.000 descargas digitales.
“Desde hace años, se ha esforzado mucho en controlar todas y cada una de las cosas que dice o hace. Asociarse con una empresa implica vincularse con un tercero, lo que siempre conlleva riesgos” – Yeray S. Iborra
A pesar de que actualmente no tenga acuerdos con marcas ni haya lanzado su propia línea de moda o maquillaje, eso no significa que no lo haya hecho en el pasado. De 2008 a 2010 protagonizó varias campañas de la firma de vaqueros L.E.I. Jeans; en 2010, fue imagen de la colección NatureLuxe de CoverGirl; entre 2011 y 2014, lanzó cinco fragancias con la compañía Elizabeth Arden; y de 2013 a 2018, fue embajadora de Coca-Cola Light. Incluso, un año después de criticar públicamente a Apple Music por no pagar royalties a los artistas durante el período de prueba gratuito de tres meses ofrecido a los nuevos usuarios, no tuvo inconveniente en aparecer en un anuncio de los de Cupertino en 2016.
¿Qué ha cambiado desde entonces? La pregunta admite varias respuestas, pero en esencia, se pueden resumir en dos claves. Primero, claro está, su reciente estatus de milmillonaria. Y segundo, el duro golpe que significó para ella que el magnate de la música Scooter Braun, a través de Ithaca Holdings, adquiriera en junio de 2019 su antigua discográfica, Big Machine Records, y los másteres de sus primeros seis álbumes por 300 millones de dólares.
Aquel varapalo, que poco después dio lugar a las regrabaciones de esos discos (las Taylor’s Version), marcó un punto de inflexión en su carrera y el inicio de una intensa lucha por recuperar el control total de su trabajo y su imagen. El sacrificio ha dado sus frutos. Tal como afirmó en diciembre, cuando Time la nombró Persona del Año 2023: “Este es el momento en el que me siento más orgullosa y feliz, y también el en el que me siento más creativamente realizada y libre”.
“Si no acepta anuncios es porque no lo necesita. No requiere ampliar su negocio con otras iniciativas porque, ahora mismo, no hay ninguna marca más grande y reconocida que la marca Taylor Swift”, opina Yeray S. Iborra, autor del libro Fenómeno Taylor Swift, editado por Sílex Ediciones. “Desde hace años, se ha esforzado mucho en controlar todas y cada una de las cosas que dice o hace. Asociarse con una empresa implica vincularse con un tercero, lo que siempre conlleva riesgos. Una colaboración de este tipo podría involucrarla en alguna controversia de forma indirecta, ya sea por un comunicado erróneo o por apoyar iniciativas que no concuerden con sus fans. Por lo tanto, es comprensible que prefiera evitar cualquier tipo de daño colateral”.
Que no haya firmado contratos publicitarios en algo más de un lustro no significa que las empresas no se beneficien de su colosal influencia mediática. Todo lo contrario. Desde que se hizo pública su relación con Travis Kelce, jugador de los Kansas City Chiefs, y asistiera a una docena de partidos para verlo en acción, las ventas de camisetas del ala cerrada aumentaron casi un 400%, los ratings de audiencia crecieron un 7%, y el interés en el fútbol americano subió un 20% en los milenials y un 24% en la generación Z, sobre todo entre mujeres. Además, la artista contribuyó a generar un valor de marca de 331,5 millones de dólares tanto para los Chiefs como para la NFL.
Mención aparte merece su armario, otro elemento que refuerza su narrativa. En The Eras Tour, luce diseños de Atelier Versace, Roberto Cavalli, Alberta Ferretti, Vivienne Westwood y Christian Louboutin, todos seleccionados por su estilista de confianza, Joseph Cassell Falconer. Sin embargo, fuera de los escenarios, las entregas de premios y los escasos photocalls en los que aparece, mantiene un perfil más discreto. Conscientemente, evita las maisons de lujo para demostrar a su legión de seguidores que, pese a su estatus de superestrella, sigue siendo accesible, y que, si desean conocerla de verdad, basta con escuchar sus canciones. Puede que tenga un avión privado, pero a estas alturas no necesita ganarse la aprobación de Anna Wintour. Por mucho que la haya invitado, no acude a la MET Gala desde 2016. Aquella vez, lució un vestido metálico de Louis Vuitton.
Por Sergio Del Amo / elpais.com