El alimento que nos hace sabios

Mons. Sigifredo Noriega Barceló

“Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida” Juan 6, 51-58

Los estudiantes vuelven a la escuela y  ésta  se  convierte  -de nuevo- en un hogar  especial.  El  paso  de  la  familia  a  la  escuela es un escalón básico en la vida. El calendario escolar es también el calendario de la familia y de otros ámbitos educativos. Asumimos el ritmo de vida que se nos indica desde que la inteligencia humana descubrió la necesidad de organizar el proceso  del  aprendizaje  humano.  El  nuevo  curso  escolar  no es la excepción.

En la escuela convergen estudiantes, familias, profesores, administradores, políticas públicas, comerciantes… Pero, ¿qué sucede y acontece en el interior de los actores de la educación? Espero que para todos sea la esperanza de hijos buenos y ciudadanos participativos para generar/cultivar un entorno sano y digno para todos.

¿Qué anhela y busca quien entra en  la  escuela?  Cada  quien sabe lo que trae entre manos y los anhelos que van más allá del momento. Enseñar-aprender, dar-recibir, salir-entrar, acertar- equivocarse, buscar-encontrar… son verbos que hay que saber conjugar en todos los tiempos, modos y circunstancias. Educar es un acto de amor, un arte, una misión. El fin es aprender a vivir amando, como estilo y como sabiduría para la vida.

¿Quién y quiénes aportarán el capital y la fuerza para sacar adelante el fin de la educación? ¿Qué alimento será  más nutritivo para que nadie se quede a medio camino? La vida nos enseña que más que alimentarnos de cosas, necesitamos personas que sean buenas como el pan, nos escuchen, atiendan, comprendan, acompañen. ¿Es/será suficiente?

Hoy escuchamos –providencialmente- la  reflexión  que  un  sabio de Israel hace acerca de la  sabiduría,  símbolo  del  Espíritu  de Dios. La presenta como una persona que actúa, dice, toma decisiones y se propone a sí misma como referente y modelo de vida. La vemos preparando un banquete en el que se sirve vino y pan, con el  pretexto  de  inaugurar  y  abrir  las  puertas  de  la casa que se ha construido. Los invitados a comer son los sencillos y los faltos de juicio.

En el Evangelio Jesús se afirma, ofrece y  presenta  como  el  pan vivo que ha bajado del cielo para que el mundo tenga vida. La sabiduría es el mismo Jesús que se hace el alimento por excelencia, el que nutre verdaderamente (pan) y propicia el encuentro fraterno (vino). El pan vivo y el  vino  nuevo  es  la persona de Jesucristo quien proviene de Dios, sabiduría de Dios y promesa de vida eterna. Este alimento está al alcance de la fe y se sirve cada día en la mesa-altar de la Eucaristía.

Que participar de la Eucaristía sea el alimento que nutra y fortalezca no solamente al inicio y al final del curso escolar. Las mesas del altar, del hogar y la escuela necesitan ser atendidas todo el año. Fe y razón, ciencia y conciencia, fe y sabiduría, individuo y sociedad, Iglesia y Estado se necesitan mutuamente. Una educación integral requiere una visión integral de la vida para formar personas íntegras, integradas e integradoras.

Con mi bendición para todo el ciclo escolar.

Originario de Granados, Sonora

Obispo de/en Zacatecas

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