Jorge Ramos: “Soy el ejemplo típico del sueño americano”

ESPECIAL, may. 27.- Rico, guapo y famoso. A simple vista, Jorge Ramos lo tiene todo. Y eso genera a la vez admiración y rechazo, deseo y envidia. Se reconoce una persona con suerte, protagonista de una historia con final feliz que suele ser esquiva para quienes, como él, llegaron a Estados Unidos con un puñado de dólares y ninguna certeza sobre lo que esperar de un lugar que se vende como el país de las oportunidades. Él las aprovechó todas y lo verbaliza con esa seguridad que ha adquirido tras décadas ante las cámaras, pero a la vez con una sencillez genuina que se percibe desde el otro lado del ordenador. Ramos (66 años, México) es hoy uno de los latinos más influyentes del mundo y uno de los presentadores en español más escuchado por generaciones de estadounidenses desde la cadena Univisión.

Podría vivir entre los poderosos de Miami jugando al tenis, pero trata de no perder nunca el contacto con lo que cree que ha definido su vida: su condición de inmigrante. Porque si hay algo que nunca podrá sacarle de encima todo el dinero del mundo es esa sensación eterna de ser de ningún sitio, ni de acá ni de allá. Esta semana, con un ojo siempre puesto en México, seguirá el resultado de las elecciones en su país. Hace unos días subió a su Twitter el sobre con su voto desde Miami. “No deberías votar”, “ni mexicano eres” son alguna de las respuestas. Eso le duele: “En un buen día soy de los dos países, en uno malo no soy de ninguno”.

Pregunta. Una vez se definió como periodista, inmigrante y padre. ¿Qué es ser cada una de esas cosas?

Respuesta. Eso es una forma de ser, una forma de vivir. Cuando yo era niño, nunca le dije a mis padres: quiero ser inmigrante. Yo quería ser futbolista. Quería ser rockero. Me tuve que convertir en un inmigrante. Así que creo que eso define más que nada en mi vida. No soy ni de aquí y de allá. Tengo dos pasaportes, uno verde de México y uno azul de los Estados Unidos y decido qué ser cuando entro al aeropuerto de la Ciudad de México y veo cuál es la fila menos menos larga. Yo nunca me quise ir de México, me tuve que ir porque me tocó irme antes de que hubiera democracia y cuando había una férrea censura de prensa. En el periodismo encontré la rebeldía y esa posibilidad de ser siempre joven que no encuentras en otras profesiones. Eso me atrajo totalmente. Por eso soy inmigrante y por eso soy periodista. Y creo que últimamente, serán los 66 años, me defino como el papá de Paola y Nicolás más que otra cosa.

P. Cuando alguien le pregunta de dónde es…

R. Soy de dos países, aunque muchos estadounidenses dicen que no soy estadounidense y muchos mexicanos dicen que dejé de ser mexicano. Eso es un poco difícil. Acabo de llenar mi mi boleto de votación para las elecciones el 2 de junio en México y puse los sobres cerrados en las redes sociales y recibí múltiples críticas de gente que dice que yo ya no soy mexicano. Hay veces que me siento de los dos países, me siento plenamente méxico-americano, y otras veces en las que en ninguno de los dos lados me aceptan. El mismo Donald Trump en el 2015 me dijo Go back to Univisión. En realidad lo que me está diciendo es lárgate de aquí, vete a tu país. Y muchos estadounidenses también me lo dicen. En un buen día soy de los dos países, en uno malo no soy de ninguno.

P. ¿Y qué sentimiento le provoca eso?

R. Que siempre estás fuera de lugar. Como inmigrante siempre estás buscando tu casa. Los que nos fuimos, siempre estamos pensando en regresar, independientemente de que sepas que eso ya no va a ocurrir. Cuando yo vine a los Estados Unidos el 2 de enero de 1983 -nunca te olvidas de ese día- pensé que venía por un año. Y luego fueron dos y ahora son ya casi 40. Vives con una nostalgia constante de lo que pudo haber sido.

P. Una cosa que todos los latinos de Estados Unidos quieran.

R. Que te vean, que te reconozcan, que te acepten, que eres parte de los Estados Unidos. Nuestra influencia es enorme, contando a los inmigrantes indocumentados que han entrado últimamente yo diría que somos más de 65 millones de personas. Hemos pasado de tener grandes números a un poquito de poder y ese es un gran cambio. Estamos en un proceso de expansión, de empoderamiento, pero nos falta mucho todavía.

P. ¿Qué es el voto latino exactamente?

R. El voto latino por primera vez vale 36 millones de personas. Es un voto en español cada vez más poderoso y sin el cual nadie puede ocupar los puestos más importantes. En el 2044 todos vamos a ser minoría en los Estados Unidos. Absolutamente todos los latinos entendemos lo que es ser minoría y en un país que se va a conformar por minorías somos una población que sigue creciendo demográfica y económicamente.

P. Si fuera asesor de un candidato, ¿qué consejo le daría?

R. Cada cuatro años vivimos lo que he llamado el síndrome de Cristóbal Colón: nos redescubren y nos adoran, nos buscan, nos tratan de enamorar y luego se olvidan de nosotros por tres años. Decir palabras en español ya no es suficiente. Cuando lo hizo George Bush en su época, a principios de este siglo, tenía un impacto. Ahora han pasado de decirnos palabras en español a hacernos promesas en español que no cumplen. Obama prometió en su primer año hacer una reforma migratoria para legalizar a 10 millones y no lo hizo. Estamos en un momento en el que podemos exigir resultados, no falsas promesas.

P. ¿Por qué hay tanta abstención entre los latinos?

R. Muchos porque no pueden, muchos por desilusión. Y últimamente, ante la opción de dos candidatos indeseables -Biden y Trump- deciden sencillamente no votar. Desafortunadamente, a veces ni la mitad de la población que puede votar entre los hispanos acude, pero eso está cambiando.

P. También hay una derechización del voto.

R. Mientras más tiempo pasamos en Estados Unidos, más nos parecemos a los estadounidenses. Hay una creciente tendencia hacia la derecha. Muchos creíamos equivocadamente que las palabras racistas de Donald Trump, las posiciones antiinmigrantes o las ofensas en contra de los latinos iban a tener un efecto enorme en las urnas y lo que nos hemos dado cuenta es de que la figura de Donald Trump se ha normalizado entre los latinos.

P. ¿Tiene amigos latinos trumpistas?

R. Tengo amigos trumpistas y amigos que hace nueve años no habrían dicho públicamente que apoyaban a Donald Trump y ahora sí lo hacen. Es un fenómeno muy interesante porque estamos normalizando a un candidato que, de acuerdo a sus críticos, es una seria amenaza para la democracia de los Estados Unidos; un candidato que, en otras circunstancias, jamás tendría la oportunidad de ser líder de su partido.

P. ¿Cómo se explica el aumento de emigrantes antiinmigración?

R. Uno de los peores fenómenos que se puede ver aquí es cuando los inmigrantes entran y le cierran la puerta a los que vienen detrás. Estados Unidos siempre ha tenido una terrible contradicción. Es un país creado por inmigrantes, pero al mismo tiempo siempre ha tenido movimientos antiinmigrantes.

P. ¿Cómo imagina un nuevo mandato del republicano?

R. Brutal. Con ofensas y acciones muy duras en contra de los inmigrantes. Como él ha dicho, sería un gobierno vengativo que iría en contra de sus enemigos. Estamos en un momento totalmente inusitado, esta democracia que lleva más de 200 años de pronto tiene un candidato que no acepta las reglas y que si no gana promete caos en el país. Es totalmente único.

P. ¿Y otro mandato de Biden qué supondría?

R. Tenemos a dos candidatos que la mayor parte de los estadounidenses no quieren, son dos candidatos muy impopulares. Pero el estilo de gobernar de Biden es de consensos, política tradicional. Se enfrenta a un líder casi autoritario, que ha hecho comentarios racistas muy radicales. Serían dos presidencias totalmente opuestas.

P. Póngale un titular a la política migratoria de Biden.

R. Errática. En su primer día de Gobierno envió al Congreso una propuesta de ley para legalizar a millones de migrantes indocumentados y ahora se ha olvidado de eso. Su Gobierno está empezando a utilizar términos trumpistas, están considerando cerrar la frontera o quitarle a muchos inmigrantes la opción de solicitar asilo político. Lo que estamos viviendo es absolutamente normal: la gente de los países más pobres se va al país más rico. En los últimos años, han entrado seis o siete millones de migrantes indocumentados buscando protección y mejores oportunidades en los Estados Unidos. Y esto va a continuar.

P. Tiene poder, presencia y dinero, ¿ha logrado el sueño americano?

R. Sí, soy el ejemplo típico del sueño americano. Llegué con muy poco dinero. Recuerdo como estudiante vivir en una casa donde pagábamos cinco dólares la noche. Recuerdo días en que comía lechuga y pan. Yo jamás me pude imaginar ir a Harvard o ir a Princeton y, por sus propios logros, Paola fue a Harvard y Nicolás a Princeton. Soy el estereotipo del inmigrante que aprovechó las oportunidades y le ha ido muy bien. Estoy totalmente agradecido, Estados Unidos me dio las oportunidades que mi país de origen nunca me pudo dar.

P. ¿Para usted qué es ser estadounidense?

R. Es ser parte del país más poderoso del mundo. Creo que sigue siendo, a pesar de sus conflictos internos, el país líder.

“Este ha sido el sexenio de la violencia en México”

P. Calificó el de Peña Nieto un sexenio perdido, ¿y el de AMLO?

R. Es el sexenio de la violencia. Ha habido más asesinatos en el sexenio de López Obrador que en cualquier otro gobierno en la historia moderna de México.

P. El sexenio de Sheinbaum, más que probable ganadora, ¿será diferente?

R. Ahora hay una absoluta comunión entre López Obrador y Sheinbaum, pero si ella ganara estoy seguro de que tendría que separarse de él. Es imposible sostener la política de abrazo o balazos de López Obrador. Desde que llegó a la presidencia ha habido más de 160.000 homicidios dolosos. Lo que es increíble es que López Obrador, desde la mañanera, siga promoviendo la narrativa de que las cosas están mejor respecto a la violencia, cuando eso no es cierto.

P. ¿Llegará a ver un presidente latino en Estados Unidos?

R. Espero que antes de morirme pueda entrevistar al primer presidente o a la primera presidenta latina. Suena cursi, ilusorio, pero el concepto del sueño americano sigue presente. Es es la idea que yo comparto con millones de estadounidenses, la idea de que todo es posible, de que alguien que ha surgido de las capas más pobres del país puede llegar al puesto más importante en el mundo. Y ese ese concepto tan estadounidense, que muchos les parece fuera de lugar, sigue siendo válido.

P. Los 77 de Trump, los 81 de Biden. Sería usted un candidato joven. ¿Lo ha pensado?

R. Alguna vez pensé que debería regresar a México hacer política. Es una idea con la que estuve jugando algún tiempo, pero no solo es demasiado tarde, sino que tengo la suerte de haber vivido como más me gusta.

P. Imagínese dentro de 10 años. ¿Dónde está?

R. Espero que vivo y trabajando. Hay un concepto de la nueva longevidad. Tengo 66 pero sigo jugando fútbol, al tenis y hago yoga.

Por Inés Santaeulalia / elpais.com

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