Hay algo que nadie nunca te podrá quitar y es la capacidad y responsabilidad de tomar tus propias decisiones

La vida está llena de opciones y decisiones y a todos nos gusta pensar que podemos en mayor o menor medida ser libres y poder decidir por nosotros mismos y aunque no lo creas así es.

La vida está llena de condicionantes, yo no puedo decidir un día simplemente dejar de comer, es una necesidad imperiosa de mi misma existencia. De la misma forma no puedo dejar de trabajar pues tengo necesidades que satisfacer. En otras palabras y si vemos nuestra vida, son muchas las decisiones que casi forzosamente tenemos que elegir día a día.

De la misma forma hay otro tipo de decisiones que están completamente al libre albedrío de cada uno de nosotros como el seguir o no tal consejo, el continuar o no con tal o cual relación, o el elegir una forma u otra de vida. Pero en ambos casos, tanto en el de las decisiones forzosas como en el de las de libre albedrío, hay una opción nuestra que nadie nunca nos podrá quitar a menos que nosotros libremente se lo permitamos y que es la forma en que reaccionamos.

Dice una historia que dos judíos que habían estado presos en campos de concentración se encontraron después de no verse durante 20 años. Hablando del tema el primero le dijo que al menos de su parte ya había perdonado a sus agresores y había continuado con su vida. El segundo por el contrario le dijo con gran amargura que nunca perdonaría a sus agresores, que cada día desde que amanecía los maldecía y que solo vivía para odiarlos por todo lo que le habían hecho. Entonces el amigo primero se le queda mirando a los ojos y le dice con mucha pena: «sabes, amigo, veo que tú sigues encerrado en esa celda y que ellos aún te tienen preso».

Así como hay cosas que podemos cambiar hay cosas que no podemos y así como podemos elegir en ocasiones no hay mucho margen para hacerlo libremente, lo que sí podemos hacer en todos los casos es decidir si nos hundimos o si salimos a flote.

Muchos van a sus trabajos, a sus estudios, a sus obligaciones, con amargura y resentimiento. Eso no va a cambiar para nada el hecho, pero sí les arruinará día a día la vida. Tal vez en muchas ocasiones no puedas simplemente cambiar algo, pero si puedes optar por cambiarte tú. Una máxima dice «cambias tú, cambia el mundo».

Ahora bien, no podemos disfrazar nuestros sentimientos, ¿o sí? Veamos, ¿alguna vez te has sentido tan pero tan mal que has dicho que no sirves para nada y que todo se sale mal? yo creo que sí, pero ¿te das cuenta que eso es mentira?, es decir, no puede ser que no sirvas para NADA o que TODO te salga más. Es una mentira, pero te engancha ¿verdad? Pues bien, intentemos la próxima vez algo y es mentir positivamente, así es, decir el extremo como «yo puedo con todo, nada me detiene» o la frase que quieras. Total, no tienes nada que perder, pero lo mejor es que si te logras enganchar de esa mentira positiva te darás cuenta de todos los recursos inutilizados que tienes en tu interior.

La vida va y viene, las decisiones nos llevan y nos traen, los aciertos al igual que los errores son parte de nuestra propia existencia lo que sí, hay algo que nadie nunca te podrá quitar y es la capacidad y responsabilidad de tomar tus propias decisiones.

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial – Gestión Universitaria – Liderazgo Emprendedor

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