Un desastre educativo
ESPECIAL, may. 15.- Dicen que son tres los elementos decisivos para que la gente pueda vivir con tranquilidad y construir un futuro: salud, educación y seguridad. En los tres niveles esta administración está dejando el país en una situación crítica. Más de 150 mil muertos, 40 mil desaparecidos y la inseguridad creciente en buena parte del país, y para colmo, salvo la construcción de la Guardia Nacional (ahora legalmente en entredicho), no se ha consolidado una sola institución de seguridad más en todo el país.
En términos de salud todo es un desastre. Desde la carencia de medicinas hasta la desaparición del Seguro Popular, su reemplazo por el Insabi y ahora por el IMSS-Bienestar, la catástrofe operativa en la que se convirtió aquél, el desabasto de medicinas, la gestión de la pandemia por parte de López-Gatell con el saldo de más de 700 mil muertes según el Inegi (el doble de los reportados por la Secretaría de Salud). En Salud, quien llegue en 2024 al gobierno tendrá que reconstruir literalmente todo.
De la educación se habla menos, pero los programas educativos que se han presentado y que apenas comienzan a ejecutarse rezagarán por años la educación de niños y jóvenes. Reformas como la realizada para la desaparición del Conacyt y el establecimiento de una política científica desligada completamente del sector productivo, del trabajo, es criminal.
Hace ya muchos años, en 2012, publicamos con Bibiana Belsasso un libro que se llamó La élite y la raza (Taurus) y allí adelantábamos lo que sucedería de imponerse estas políticas, ya en debate desde entonces.
En noviembre del 2012, escribíamos con Bibiana que una de las dos grandes amenazas para la educación pública (la otra era la creciente privatización de la educación)“es lo que podríamos llamar la ideologización de la pobreza y, de la mano con ella, la de la propia educación. LaCNTE escenifica perfectamente esa lógica de mantener la educación como rehén de la lucha por el poder”.
En este discurso político, decíamos entonces y ratificamos ahora, “no hay nada que se acerque a la educación. No es el tema ni el objetivo: en todo caso, es la coartada más o menos eficaz para una lucha política que tiene que ver con las opciones más radicales, y que suele pasar por las plazas del magisterio, a las que quieren conservar como un bien patrimonial, lo que confirma, una vez más, el profundo conservadurismo de estos sectores que se denominan de izquierda…
“Los que están privatizando la educación son esos mismos grupos: ¿qué puede ser más privatizador que exigir que las plazas del sector público sean patrimonio de una persona, que la pueda vender o heredar como un bien personal, privado? ¿Qué privatiza más la enseñanza que la irresponsabilidad de dirigentes magisteriales que se toman más días para marchar, manifestarse, hacer plantones o bloquear calles que para dar clases? ¿Qué impulsará más a una familia a enviar a sus hijos a una escuela privada que el hecho de que sus hijos encuentren una y otra vez la escuela pública cerrada y a sus maestros en la calle? “Estos grupos son los verdaderos impulsores de la privatización de la educación y quienes quieren regresar, a como dé lugar, al viejo sistema político, económico y magisterial. Son los más conservadores, los más reaccionarios del escenario político nacional”.
Eso se replica con los funcionarios que de allí provienen, que han puesto en marcha una reforma educativa que no tiene sustento alguno más allá de la ideologización de la propia educación. El plan construido por el inefable Marx Arriaga, director de Materiales Educativos de la SEP, y confirmado por el propio presidente López Obrador, deformará la educación en todos los niveles, es un plan que no tiene antecedentes pedagógicos en ningún otro país y que es una suma de ocurrencias ideológicas, que buscan alinear la educación pública, como lo reconoce la SEP, con los propósitos de la 4T.
Es ideología, no educación, son ocurrencias, no pedagogía. Es un invento de una SEP que, ante el abandono en el que la dejó la secretaria Delfina Gómez, ocupada en buscar la gubernatura del Estado de México, ha quedado bajo control de los sectores más radicales e ignorantes del lopezobradorismo.
Como dice Gilberto Guevara Niebla, el exsubsecretario de Educación Pública al inicio de este sexenio, exlíder del 68 y verdadero experto en temas educativos, en su libro La regresión educativa (Grijalbo, 2022), “la educación de México experimenta un retroceso. El gobierno federal actual eliminó la reforma educativa de 2013, pero no produjo un nuevo proyecto; en cambio, puso en práctica políticas que dañan la oferta educativa. El Presidente volvió la espalda a la educación persiguiendo un objetivo político, en el sentido populista, mezquino, del término”. El plan educativo anunciado se basa en la misma visión populista, radical, perversa, más interesada en sus intereses que en la educación que tiene la CNTE.
Es la ideologización de la pobreza y de la mano con ella, la de la propia educación… No importa quién sea el presidente o el gobernador y cuál la coyuntura: se ha creado un monstruo que, paradójicamente, cuanto más hunde al Estado y a su educación, más poderoso se hace. El único interés es el propio.
Hoy que se celebra con justicia a tantos maestros que hacen enormes esfuerzos por educar a nuestros niños y jóvenes a pesar de todo, incluso de las autoridades, habría que recordarlo.
Por Jorge Fernández Menéndez
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