
El pan subió 47% en 2025 y golpea a las familias mexicanas
ESPECIAL, may. 14 del 2025.- En enero de 2025, el bolillo costaba en promedio 1.70 pesos en panaderías y expendios de barrio. Hoy, a mediados de mayo, ronda ya los 2.50 pesos por unidad. Este aumento del 47% en menos de medio año ha encendido las alarmas entre familias de bajos ingresos, para quienes el pan salado no es un gusto ocasional, sino un componente esencial de la dieta diaria.
Este encarecimiento no es anecdótico. En muchas ciudades del país, comprar 10 bolillos ya cuesta 25 pesos o más, una suma considerable. Su aumento, por tanto, impacta de forma directa y profunda la economía popular.
El negocio se sostiene con pan salado, pero ya no alcanza
Dueños y encargados de panaderías coinciden en que el pan salado, especialmente bolillos y teleras, representa la mayor parte de sus ventas diarias. No sólo porque es el más vendido, sino porque su volumen compensa los márgenes estrechos de ganancia que se tiene con los panes dulces. Pero ese equilibrio comienza a romperse.
Los costos de los insumos han subido hasta un 25% en lo que va del año. La harina, los aceites, las grasas, el azúcar, el gas para los hornos y la electricidad han elevado el costo de producir pan a niveles insostenibles para muchos negocios pequeños. Ante esta presión, panaderos han optado por ajustar sus precios para sobrevivir, aún con el riesgo de perder clientes.
Además, las panaderías no han escapado al incremento del salario mínimo ni al encarecimiento del transporte y la distribución. Muchos intentaron mantener los precios, conscientes del peso social del bolillo, pero ya no fue posible: operar con pérdidas se volvió la única alternativa si no se ajustaban los costos al público.
Una tormenta perfecta de aumentos
El alza del bolillo responde a una cadena compleja de factores. La harina de trigo sigue siendo más cara a nivel internacional, afectada por conflictos geopolíticos, fenómenos climáticos y problemas logísticos. El azúcar también ha registrado aumentos notables. A eso se suman los combustibles, el gas para cocción, y los costos laborales crecientes. Todo se ha encarecido.
El aumento del precio del pan ha sido más persistente que el de otros alimentos de la canasta básica. Mientras productos como el huevo o la leche han registrado altibajos, el bolillo no ha bajado. Es, hoy por hoy, un termómetro fiel del costo de la vida.
Pan caro, crisis silenciosa
El pan dejó de ser barato. Esa es la realidad en cientos de colonias populares de México. El bolillo, que antes se compraba sin pensar, ahora se evalúa en la báscula del presupuesto diario. El pan salado, con su crujido familiar y su sabor cotidiano, es también ahora símbolo de una crisis silenciosa que erosiona los hábitos más básicos de alimentación.
Panaderos y consumidores están de acuerdo en algo: no es un tema de abusos ni especulación, sino de una cadena de aumentos que ya no se puede contener. Y aunque las panaderías intentan mantener su papel social, sin medidas estructurales, el bolillo podría convertirse pronto en un producto inaccesible para muchos.
Mientras la inflación general parece moderarse, el pan sigue subiendo. Y eso, en un país donde comer bolillo es parte de la vida diaria, debería encender todas las alertas.
Por: Diego López
Información tomada de: eleconomista.com.mx