A sus 87 años mantiene viva una dulce tradición 

Don Acacio es el último y único pirulero en Navojoa

NAVOJOA, Sonora; Marzo 03 (NPN).- En Navojoa, la dulce tradición de los pirulís sigue viva gracias a don Acacio Rodríguez Olvera, un hombre de 87 años que con dedicación y esfuerzo elabora y vende estos coloridos caramelos. 

Con sus dulces, no solo endulza el paladar de quienes los compran, sino que también los transporta a una infancia llena de nostalgia y alegría, aseguró el adulto mayor quien vive en la colonia Jacarandas.

Sin embargo, este emblemático dulce corre el riesgo de desaparecer, pues don Acacio es el último «pirulero» de la ciudad. 

«No hay quien los haga ya, solo yo. Pero mientras tenga fuerzas, seguiré», aseguró con una sonrisa mientras mostraba orgulloso sus pirulís de vivos colores.

Originario de Guanajuato, don Acacio llegó a Navojoa hace 60 años en busca de mejores oportunidades. «El hambre me hizo caminar tan lejos», comentó con voz serena. Con el tiempo, se estableció en la ciudad y encontró en la elaboración de pirulís un oficio que le ha permitido salir adelante.

Elaborar estos dulces no es tarea fácil. Requiere paciencia y habilidad para manejar el azúcar caliente y darles forma con el toque artesanal que solo la experiencia brinda. 

«No es solo hacer caramelos, es ponerles cariño y amor porque esto es lo que nos da de comer «, explicó.

A pesar de su avanzada edad, don Acacio mantiene su espíritu trabajador.

Diariamente recorre alrededor de tres kilómetros desde su hogar en la colonia Jacarandas para vender sus pirulís en distintos puntos de la ciudad. Su rutina comienza temprano en la mañana, cuando se asegura de que su mercancía esté lista para el día.

Con la venta de sus dulces, logra reunir unos 300 pesos diarios, cantidad con la que cubre sus necesidades básicas. «No es mucho, pero con esto me mantengo y sigo haciendo lo que me gusta», mencionó con gratitud.

Sin embargo, enfrenta dificultades económicas, ya que aún no cuenta con el apoyo gubernamental para adultos mayores debido a problemas con su documentación.

«Estoy en el trámite, espero que pronto me ayuden y “ya que me llegue pienso invertir, expresó con esperanza.

A pesar de estos retos, don Acacio no pierde el ánimo ni el deseo de seguir adelante. Considera que su trabajo no solo es una fuente de ingreso, sino también una manera de mantener viva una tradición que poco a poco ha ido desapareciendo.

“Todavía tengo fuerzas y muchas ganas de trabajar”, enfatizó el navojoense por adopción quien señaló que los niños de ahora no conocen los pirulís.

“Me preguntan los niños de ahora que si qué vendo y les digo que dulces y ellos me responden: ah pensé que eran plumas”, compartió sonriendo, “estos dulces son el recuerdo de aquellos niños que ahora ya son grandes”.

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