Borda Rosalba recuerdos de una Infancia Feliz
Álamos, feb. 4 (NPN).- Cada puntada que da sobre sus bordados es una colección con su infancia, pues con su arte Rosalba Gil recrea escenas de un pasado donde los niños trepaban árboles, jugaban en columpios y corrían descalzos sin la presencia de teléfonos o pantallas.
La artesana y comerciante originaria de Las Lomas, una comunidad enclavada en el municipio de Álamos, Sonora, mantiene viva la memoria de su niñez a través de los hilos y las agujas que la unen con sus recuerdos más preciados.
Sus manos hábiles dan vida a imágenes llenas de color y nostalgia en servilletas, almohadas y cojines. Cada pieza es un reflejo de los momentos felices que atesora en su corazón, una forma de compartir con el mundo la esencia de una infancia que para ella fue mágica y plena.
«Antes los niños jugaban al aire libre, pasaban horas bajo la sombra de los árboles, inventando historias con hojas y ramas. Ahora todo ha cambiado», dijo Abigail mientras sostenía una servilleta bordada con la imagen de dos pequeños en un columpio.
Más allá de una actividad artesanal, el bordado para Abigail es una manera de resistir al olvido. En cada diseño, los colores vibrantes cuentan historias que ya no se ven con frecuencia en las calles, pero que ella se niega a dejar desaparecer.
A diario en el Mercado de Artesanías de Álamos, donde expone sus creaciones. Los visitantes se detienen a admirarlas, muchos atraídos por la delicadeza de los bordados y otros por la nostalgia que despiertan sus figuras.
“Tengo como 40 años bordando, aprendí de una americana”, recordó, “y después hice mis diseños propios, figuras de árboles típicos de aquí, o imágenes que vivimos en la infancia”.
Para Abigail, vender sus piezas no es solo una cuestión comercial. Más que un ingreso, cada venta representa una forma de compartir un pedazo de su vida, de transmitir emociones a quienes se llevan un trozo de su historia.
En un mundo donde la tecnología avanza sin descanso, ella sigue apostando por la sencillez y la belleza de lo hecho a mano, manteniendo viva la esencia de una infancia que, aunque distinta a la de hoy, sigue siendo un tesoro invaluable.