Lo que viene, abuelos sin nietos
ESPECIAL, ene. 16.- Hace unas semanas, en un ensayo calificado por los expertos de “monumental”, Nicholas Eberstadt delineó el panorama demográfico global en las próximas décadas. Sin importar la región, cultura o el desarrollo económico, los países se enfrentan a un descenso en las tasas de fertilidad que transformará por completo a la comunidad internacional. Creemos que la IA será la gran protagonista de este siglo, pero son conceptos como el “umbral de reemplazo” y la “tasa de soporte potencial” los que definirán los conflictos armados venideros e incluso el cambio climático, por lo que es imperativo que los estadistas y la ciudadanía nos familiaricemos con ellos.
La diferencia entre la situación que atravesamos hoy y otros eventos históricos es que, por primera vez, el descenso en los nacimientos no es producto de una catástrofe natural o económica, ni consecuencia de guerras o pandemias. En 1994, el economista Lant Pritchett “descubrió” (lo digo con ironía) que el número de nacimientos que registra una población corresponde con el número de hijos que las personas dicen querer tener. Antes de su investigación, los sociólogos se enredaban en teorías y especulaciones respecto a la razón detrás del descenso en los nacimientos. En términos estadísticos, las personas simplemente no desean más hijos. Esto sucede de Calcuta a Berlín, tanto en Israel e Irán como en Japón y México, donde, por cierto, la tasa de fertilidad se encuentra en 1.6, 24 por ciento por debajo del umbral de reemplazo, que es de 2.1 hijos por familia.
El fenómeno de la despoblación –la falta de relevo generacional sostenible– se empalma con el de la creciente expectativa de vida. Las poblaciones envejecidas representan una mayor proporción, crecen a ritmos acelerados y son cada vez más longevas. Las implicaciones económicas de estos escenarios son evidentes, aunque difíciles de contemplar. En 2020, según la División de Población de la ONU, la tasa de soporte potencial –la relación entre la población en edad productiva (entre 20 y 64 años) y la que se encuentra en la tercera edad– en China fue de 5.1 a 1; en 2050 será de 1.8 a 1. El caso extremo es el de Corea del Sur, con una tasa de fertilidad 60 por ciento por debajo del umbral de reemplazo; para 2050, su tasa de soporte potencial será de 1.2. Es decir, por cada persona de la tercera edad habrá tan solo otra considerada capaz de trabajar.
Todavía hace 20 años confiábamos en el quid pro quo de la migración, desde los países económicamente menos desarrollados y con más jóvenes, hacia los países más ricos y con menos nacimientos. Las tendencias proyectan que esto dejó de ser una posibilidad. Primero, porque todas las regiones del mundo (con la efímera excepción de la África subsahariana) se dirigen hacia el umbral inferior de las tasas de reemplazo; y segundo, porque las poblaciones de los países menos desarrollados se encuentran poco capacitadas para ocupar los puestos que requieren las economías más avanzadas. Nos adentramos en una nueva etapa de la humanidad, donde será necesario replantear nuestras estrategias empresariales y financieras en relación con el gobierno. El ahorro, la previsión y el cuidado de nuestras inversiones, así como la garantía de un ambiente propicio para las actividades productivas, fundamentadas en la libre empresa, serán indispensables para que los gobiernos y los ciudadanos prosperemos sin dejar a nadie atrás. Los espero la próxima semana para continuar con este intrigante tema.
Por Adal Ortiz Ávalos / www.elfinanciero.com.mx