Fosas clandestinas en Sonora: El desierto convertido en cementerio
Ene. 31.- Les dijeron que buscaran en el kilómetro 21 de la carretera 26, cerca de Hermosillo. El mensaje era anónimo, pero preciso. Las madres del colectivo Buscadoras por la Paz Sonora, encabezadas por Cecilia Delgado Grijalva, acudieron con las mismas herramientas de siempre: palas, picos, varillas y la esperanza de encontrar a sus hijos.
Hallaron 35 fosas clandestinas, cavadas cerca de la carretera, ocultas solo por unos árboles. Dentro, los cuerpos estaban enterrados sin identificación, sin objetos personales, sin rastro de su historia.
Desde hace años, las madres buscadoras han recorrido Sonora con una certeza dolorosa: este estado es un cementerio clandestino. Lo han convertido en un infierno donde los desaparecidos parecen no importar a nadie, excepto a quienes los buscan.
Cifras alarmantes: la crisis de desapariciones en Sonora
Desde la desaparición de su hijo en 2018, Cecilia y su colectivo han localizado más de 400 cuerpos en diferentes puntos de Sonora. Cada fosa que encuentran confirma la magnitud de la crisis:
- Más de 112,000 personas desaparecidas en México.
- Sonora, uno de los estados con mayor número de fosas clandestinas.
- Más de 190 osamentas localizadas por el colectivo antes de 2020.
- La mayoría de las víctimas nunca son identificadas ni reclamadas.
Las cifras son frías, pero detrás de ellas hay familias enteras esperando respuestas que nunca llegan.
La impunidad: nadie busca a los responsables
Jesús Ramón Martínez Delgado, el hijo de Cecilia, fue sacado de su negocio el 2 de diciembre de 2018 por policías estatales a bordo de la patrulla 076. Nunca volvió a casa.
Su madre lo buscó en cárceles, hospitales, colonias y, finalmente, en fosas clandestinas. Dos años después, en un baldío al sur de Hermosillo, halló un cuerpo con brackets y cabello rizado. Era su hijo.
Nadie fue castigado. No hubo detenidos. La desaparición forzada sigue ocurriendo a plena luz del día sin consecuencias.
Los horrores de las fosas clandestinas en Sonora
Las buscadoras han visto de todo:
- Cuerpos con cadenas y candados en los pies, atados con alambre de púas.
- Restos mutilados, donde el tronco está por un lado y la cabeza por otro.
- Osamentas calcinadas hasta quedar irreconocibles.
Cada fosa es un testimonio del horror que se vive en México. Cada cuerpo encontrado es una historia truncada, una familia rota, un crimen impune.
Las madres buscadoras: la última esperanza de los desaparecidos
Mientras el gobierno presume estadísticas y estrategias de seguridad, son mujeres como Cecilia y su colectivo quienes están mostrando la verdadera magnitud de la tragedia.
No tienen apoyo del Estado. No reciben protección. Buscan solas, con el riesgo de ser asesinadas por quienes no quieren que los desaparecidos sean encontrados.
Su lucha es también una denuncia:
- Nadie busca a los desaparecidos.
- Nadie investiga quién los desaparece.
- Nadie se indigna por la crisis humanitaria que atraviesa México.
¿Hasta cuándo seguiremos ignorando a los desaparecidos?
Cada vez que una madre encuentra una fosa, no solo halla restos humanos. Encuentra la evidencia de un país que ha normalizado la desaparición y el asesinato.
Las buscadoras han convertido el desierto de Sonora en un lugar de resistencia, donde la única ley que rige es la del dolor y la verdad que ellas mismas han tenido que desenterrar.
Mientras nadie reaccione, ellas seguirán cavando. Y el horror seguirá creciendo bajo la tierra.
Información de: www.msn.com