¿Sólo espectadores?

Mons. Sigifredo Noriega Barceló

 “Maestro, que pueda ver” Marcos 10,46-52

Llega a su fin el mes de octubre, año 2024. El ideal sugerido para este mes ha sido la oración del rosario y el compromiso en la misión de la Iglesia, con estilo sinodal y espíritu siempre misionero… Los fieles cristianos participan, de ordinario, en el anuncio del Evangelio a través de misiones populares, oración y diversos apoyos a los misioneros de tiempo completo.

En este contexto, los acontecimientos vividos en septiembre en nuestro país, no son para que nos quedemos como espectadores. La decisión que han tomado representantes del Pueblo y de los Estados son demasiado importantes para todos los miembros del Pueblo de Dios. Me arriesgaría a decir que su decisión encamina al país al debilitamiento o/y/ la desaparición de la República, tal como lo hemos aprendido los estudiantes de varias generaciones. Permitir que los poderes ejecutivo y legislativo aplasten y den golpe ‘casi mortal’ al poder judicial, es abrir la posibilidad de una dictadura a modo, una forma de control demagógico, no democrático. Como suele suceder, los que más van a perder son los pobres y desvalidos.

¿Cuál es la misión de la Iglesia ante estas situaciones de inseguridad e incertidumbre? La misma de siempre: solamente en Jesucristo podemos encontrar la liberación y la salvación. Toca a nosotros hacer realidad la misión de la Iglesia en estos tiempos complejos y difíciles… pero también de grandes oportunidades. La pandemia y sus secuelas existenciales, las pobrezas y desigualdades, las falsas seguridades y las interminables mentiras, las fragmentaciones y polarizaciones… necesitan de un Salvador. El bautizado no debería ‘callar lo que ha visto y oído’. Los campos y áreas de oportunidad están ahí y allá; sólo falta tener los ojos abiertos para mirar con compasión las realidades que nos envuelven.

En el Evangelio que escucha la Iglesia este domingo aparece Bartimeo, un hombre que vio y creyó. Todos los detalles de la narración de Marcos tienen un significado, una lección  de  vida para el que quiera ver; no hay palabra, gesto y comportamiento indiferente en la narración. Es que todos los ‘bartimeos’ de cualquier tiempo y condición podemos ocupar un lugar en el camino del seguimiento de Jesús; nadie debe quedarse al margen. Jesús sana y  salva  en  cualquier  circunstancia  en  que se encuentren los ciegos, cualquiera que sea  su  ceguera.  Sólo basta la fe en Él, tirar la vieja túnica y subirse al camino.

Termina el mes de octubre -mes de intensidad en el compromiso misionero- con una invitación a hacernos cargo de la misión en tiempos de grandes desafíos.  Dar  a  conocer  a Jesús y nuestra fe en Él es la identidad y la misión de la Iglesia. Recordemos que nuestra vida de fe se debilita, pierde profecía y capacidad de asombro cuando nos encerramos en nosotros mismos Demos gracias a Dios por las personas que con su testimonio de fe nos han acercado a Jesús, nos han ayudado a ponernos de pie y nos han acompañado en el camino del discipulado.

Señor Jesús, ¡ábrenos bien los ojos y los oídos! Los bendigo ‘en el camino’.

Originario de Granados, Sonora.

 Obispo de/en Zacatecas

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