La leyenda del Callejón del Beso en Álamos
Se trata de uno de los puntos más visitados en el Pueblo Mágico de Álamos, Sonora, un sitio emblemático que las parejas de enamorados no dudan en visitar
Oct. 23.- Álamos es uno de los Pueblos Mágicos más bellos con los que cuenta Sonora, uno lleno de historia y donde se desarrolla una fuerte actividad artística, no solo en enero, cuando se realiza el Festival Alfonso Ortíz Tirado, el FAOT, sino que en el transcurso del año se celebran múltiples actividades que llaman a muchos visitantes a acercarse a ese rincón maravilloso.
Su arquitectura es espectacular de igual forma, es llamada “La Ciudad de los Portales”, y fue construida por arquitectos provenientes de Andalucía, España, y debido a esto, lo que se puede apreciar en cada calle de este Pueblo Mágico es una fusión entre el estilo barroco español y el indígena.
Sus paseos se disfrutan de gran manera, la gente de ese municipio se ha esforzado por mantener las estructuras, los lugares públicos en su forma original para no perder la esencia en que fue concebido ese pueblo y lo mismo pasa con las propiedades privadas, las haciendas, las casas que siguen con la idea de la época en que fueron construidas.
La página de facebook “Álamos a través de los siglos”, nos comparte la historia de uno de los rincones más visitados por todo los turistas que llegan a este sitio, y es que, aparte de que es la conección de la Alameda hacia la Plaza de Armas y la Parroquia de Purísima Concepción, es un sitio muy buscado por las parejas enamoradas, se trata del Callejón del Beso.
Origen del Callejón del Beso
“Antiguamente conocido como el callejón ‘Angosto’, fue uno de los pocos que sobrevivieron a la orden de 1753 de cerrar todos los callejones y pasadizos y unir las casas unas a otras para evitar la proliferación de rincones donde se juntara basura, desperdicios y vagabundos. Es de suponer que, por su ubicación, fue siempre un camino concurrido, máxime cuando se inauguró el mercado municipal, justo en su bocacalle, en septiembre de 1892”, relata la publicación.
Juan Carlos Holguín Balderrama es el cronista municipal del Pueblo de Álamos y es quien comparte en esta página este texto donde nos remonta a épocas coloniales, de una tradición de ya algunos siglos en el sur de Sonora.
“Desde siempre ha estado flanqueado por dos casas, la conocida como ‘El Colegio’ y la casa de los Robles, que antiguamente pertenecieron, la primera, a la familia de don Bartolomé Salido de Exodar en el siglo XVIII, posteriormente a su yerno Ignacio Almada y después –y hasta la fecha- a la familia Robinson Bours; mientras que la otra pertenecía a la familia Obregón Gómez de Lamadrid, posteriormente a la familia Garcés Salido, luego a la de don Juan F. Balderrama y actualmente a la familia Robles, continúa la narración.
Su nombre oficial era de callejón “Martín Garatuza” en honor al famoso poblano del siglo XVII que vestido de clérigo cometió varias fechorías, burlando siempre a la inquisición y que se convirtió en la inspiración para la novela que en el siglo XIX escribió Vicente Riva Palacio, llevada a la pantalla chica por Televisa en 1986.
No se sabe exactamente en qué momento se le comenzó a conocer como el Callejón del Beso, pero fue a mediados del año pasado cuando ya se tiene memoria que la gente así lo iba mencionando y el cronista supone se debe a la famosa callejuela del mismo nombre en la Ciudad de Guanajuato.
La Leyenda de los enamorados
Se cuenta, al igual que su similar del Bajío Mexicano que fue inspirada por la relación prohibida de dos jóvenes enamorados que no podían vivir su romance por la oposición de sus familias, por lo cual se besaban a través de los balcones divididos por el estrecho callejón y una segunda leyenda urbana dice que en ese lugar una mujer rica venida a menos, pedía limosna en ese lugar, siempre perfumada con violetas; ya anciana y luego de mendigar por años en el callejón, falleció, y se dice que por las mañanas ella sale a pasear por ese sitio y se puede distinguir ese aroma a violetas.
“Más falsas que ciertas, estas historias le dan un valor agregado al callejón, inmaterial y pintoresco, que contribuye a la gran cantidad de leyendas que se cuentan de diversos puntos de la Ciudad de los Portales. Hace poco un grupo de jóvenes realizó una limpieza de pintas en los muros del lugar, pintas que dejan los turistas como constancia de su visita o del amor que sienten. Decir que no lo hagan sería lo correcto para preservar limpias las paredes como lo estuvieron por tanto tiempo, pero a la vez es una práctica que también contribuye al ambiente ‘cálido y amoroso’ del callejón Angosto, Martín Garatuza o del Beso, como guste llamarle”, finaliza la publicación.
Por Victor L. Johnson
Información de: www.elsoldehermosillo.com.mx