¿Para qué sirve realmente la política?
Por: Antonio Cáñez Cota
Con las campañas electorales a todo lo que dan, seguramente Usted se pregunta: ¿Para qué sirve la política en mi vida? La respuesta es que sirve para ser libre y vivir mejor. Esto significa que los ciudadanos tienen la oportunidad de decidir qué hacer con su vida, siempre y cuando no interfiera con los derechos y libertades de otras personas. El Estado de Derecho ensancha las libertades cuando otorga oportunidades de crecimiento individual a su población y cuando castiga los delitos de los que violan la ley. Lo que existe entre mis libertades y las tuyas es el espacio público y es ahí donde brota la política.
Entre tu libertad y la mía existe un espacio público, donde la política es el mejor instrumento para mediar y remediar los conflictos, así como para detonar las oportunidades de ganancia común. Cada persona tiene una idea de lo que es el espacio público, para unos significa lo que es de todos, mientras que para otros significa lo que es de nadie. Por ejemplo, una persona que entiende el espacio público como el espacio que es para todos, ve algo que es común, que es de todos, como algo que debe respetar y utilizar con prudencia. Mientras que la persona que entiende el espacio público como el espacio de nadie, piensa que es una extensión de su propiedad y se apodera antes de que se lo ganen. La política es el instrumento idóneo para construir un mejor lugar para vivir. La política se sirve del diálogo y la tolerancia para buscar comprender los pensamientos de nuestros vecinos. La política construye acuerdos, entre tu libertad y la mía, para ser más felices y estar en paz. Lo contrario a la política es la imposición autoritaria de los pensamientos de una persona o grupo sin mediar palabras o razones y aplastando las ideas de los que están inconformes. La política se desgasta cuando un grupo se apropia ilegalmente del espacio público y dice: esto es mío. Esto crea injusticia e impunidad, lo cual pone en peligro a la política.
Entonces, la política nos sirve realmente para construir ambientes de paz, donde los integrantes de una comunidad se sientan comprendidos y escuchados. La política se hace todos los días en la familia, con la pareja, en el trabajo, en la escuela, con los vecinos. La política que involucra a los candidatos y partidos políticos la sentimos más lejana porque sus estrategias electorales generalmente van encaminadas sólo a la búsqueda de votos. Sumado a que algunos gurús del marketing político recomiendan polarizar las ideas y destruir a los adversarios. Rara vez vemos actitudes conciliadoras donde el diálogo sea el principal instrumento para construir soluciones con los que piensan diferente. Si entendemos la política como instrumento para vivir mejor exigiremos políticos sensatos, que escuchen y traten de hacer lo correcto. Si entendemos la política como instrumento de guerra, entonces nos sentiremos más cómodos con candidatos violentos, que dinamiten espacios de diálogo y traten de imponer sus visiones e intereses. La política se debe centrar en solucionar los problemas que nos son comunes.
Hacer política, de manera responsable, es complicado y desgastante. Pero no existe un mejor mecanismo democrático para resolver los conflictos provocados por el choque de nuestras libertades. Al hacer política es preciso ver a los adversarios como seres humanos que tienen sentimientos, necesidades, anhelos, y limitaciones, tal como uno mismo. Cuando uno hace verdadera política se enfoca en debatir ideas, no en cuestionar a los adversarios. Hacer política auténtica no es fácil, por eso los países democráticos están buscando que sus ciudadanos se involucren cada vez más en las soluciones de los problemas públicos, y no sean sólo los políticos los que deciden por el espacio público.
La manera en que nosotros hacemos política y resolvemos nuestros conflictos en el presente, determina en gran medida nuestra cultura política futura. La política se hace día con día, porque es un trabajo artesanal. Cuesta mucho esfuerzo construir acuerdos que dejen satisfechos a las partes involucradas. A México le urge elevar la calidad de su cultura política, desde nosotros en nuestras casas y colonias, hasta los políticos en sus oficinas gubernamentales. Necesitamos hacer más política, una mejor política que nos acerque más, que nos haga comprendernos mejor como seres humanos. Reconocer que podemos pensar diferente, pero que buscamos lo mismo: vivir en paz y en libertad. Le aseguro a Usted que, si nos tomáramos un café y discutiéramos las ideas aquí expuestas, saldría un mejor resultado que mi sola visión de las cosas. Hagamos política, sea crítico con lo que acaba de leer y piense distinto a mí. Nuestras ideas unidas serán mejores, necesitamos aprender a comunicarnos y comprendernos mejor. Hagamos verdadera política, practiquemos una y otra vez, mejoremos como individuos para estar en posición de construir un espacio público que sea justo y digno de vivir.
(Profesor-Investigador en El Colegio de Sonora)