Trabajar juntos

Mons. Sigifredo Noriega Barceló

“El segundo hijo se arrepintió y fue. Los publicanos y las prostitutas se les han adelantado en el Reino de Dios” Mateo 21,28-32

El tema de la viña y los viñadores se hace presente con insistencia en la liturgia dominical. Pareciera que se hacen competencia, caminan paralelos, se contradicen… pero no es así. Más bien, se necesitan, se urgen, pueden trabajar juntos en cualquier circunstancia… Recordemos que estamos en tiempos del Sínodo de la sinodalidad.

“Ve a trabajar hoy en la viña” es reto y envío para todos… El campo de la viña en el hoy de nuestro México está lastimado; además, sufre el flagelo de la sequía y otros retos. El dolor de las pérdidas humanas ocasionadas por la violencia, la terca inseguridad, las inciertas ofertas políticas preelectorales… son un lenguaje difícil de descifrar y digerir. Lo que estamos viviendo nos hace pensar en la fragilidad del ser humano, la inconsistencia de sus agendas, la necesaria participación ciudadana para revertir tantos males.

Al mismo tiempo, comenzamos a levantar la mirada hacia el horizonte posible y factible. Salir, levantarse, reconstruir, continuar, volver a empezar… son verbos que indican la necesidad de volver a intentar caminar. Nos alienta que, cuando hay prójimo en el horizonte, se despiertan y activan las inimaginables posibilidades de la fe en Dios, la solidaridad y la fraternidad. Es nuestra gran riqueza para hacer frente a lo que pudiera venir.

“Venga a nosotros tu Reino… Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo…” Cuando la Escritura habla de viña, viñador y viñadores se refiere a la relación de Dios con su pueblo. También a la responsabilidad de quienes han sido invitados a trabajar en la viña en las diferentes horas (domingo pasado). Dios toma en sus manos la pala y el pico, enlaza sus manos con las nuestras y nos envía a trabajar como hijos y hermanos. La presencia de Dios y nuestra presencia fraterna nos hacen fuertes, portadores de esperanza.

Como en la parábola que escuchamos este domingo, no basta la buena voluntad, ni las palabras amables, pero sin compromiso. Dios quiere que el ‘sí’ sea palabra cumplida, como en el día de la creación cuando la palabra pronunciada creó una nueva realidad. La bondad que Dios quiere y espera de nosotros es la que sale del corazón del compromiso.

Para el cristiano decir ‘sí’ y hacer el ‘sí’ es el camino de la reconstrucción a corto, mediano y a largo plazo. A los que primeramente han dicho ‘no’ queda abierta la puerta de la conversión. No hay ‘no’ que no pueda pasar al ‘sí’; no hay pecado que no pueda ser perdonado y que anuncie el diseño de una nueva vida.

“Ve a trabajar hoy en la viña…” Esperamos ser contados entre los que hicieron la voluntad del Padre al trabajar por el Reino en las actuales, complejas y prometedoras circunstancias.

Que lo que sembramos en septiembre germine, nazca bien y fructifique en octubre, en frutos de libertad, verdad en el amor y en una esperanza que active la creatividad de la caridad.

Con mi afecto y mi bendición.

Originario de Granados, Sonora.

Obispo de/en Zacatecas

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