Fernando Valenzuela y la locura de los años 80 mejor conocida como la ‘Fernandomanía’
ESPECIAL, ago. 11.- Con su peculiar forma de mirar al cielo antes de cada uno de sus pitcheos, el mexicano Fernando Valenzuela hizo de sus primeras actuaciones en Grandes Ligas toda una experiencia religiosa.
Durante principios de la década de los 80, el niño que salió de un polvoriento poblado al sur de Sonora se convirtió en una celebridad capaz de congregar a multitudes para ver su tan peculiar forma de lanzar la pelota de 180 costuras.
En tiempos muy, muy lejanos a la creación del internet, la fama del ‘Toro de Etchohuaquila’ creció de boca en boca entre la comunidad mexicana y latina de Los Ángeles, que adoptó al pitcher de los Dodgers como un ídolo deportivo y más adelante en un ícono cultural.
Fernando Valenzuela transformó el panorama del Rey de los Deportes más que cualquier otro beisbolista latino en la historia. Amplió la base de seguidores y llevó el juego al sur del río Bravo con un impacto nunca antes visto.
Cuando las entradas a los parques de pelota se encontraban en un claro descenso, Valenzuela se encargó de regresar a los aficionados a las tribunas.
Poco más de 40 años después de su debut en 1981 con los Dodgers, la Fernandomanía sigue viva.
Desde su puesto en la cabina de transmisión donde analiza los juegos del equipo del sur de California, Valenzuela sigue siendo un embajador mundial del beisbol y un héroe para varias generaciones.
Hoy, su nombre es reconocido por personas que nunca lo vieron jugar y la camisola con el número 34 a la espalda se mantiene como una de las más vendidas dentro de los productos oficiales de los Dodgers.
“Es muy bonito caminar por el estadio y ver que la gente todavía se acuerda de uno. Se acercan a saludarme, a pedirme fotografías, pero sobre todo a desearme lo mejor y llenarme de bendiciones”, contó Valenzuela a este reportero en una entrevista realizada durante la postemporada de 2019.
Nadie recuerda quién acuñó el término ‘Fernandomanía’ y tampoco sabemos si esta palabra hace completa justicia al frenesí que provocó un joven de apenas 20 años de edad; lo que sí es del dominio popular es que el rostro infantil de Fernando junto con su figura regordeta, contrastaban con su elegancia para arrojar la pelota de beisbol. Una antítesis que sigue sorprendiendo hasta nuestros días.
‘El Toro’ cautivó los corazones y la lealtad de los angelinos con su humildad, una suave sonrisa y el aplomo para enfrentarse a los rivales.
Con apenas 20 años, Valenzuela acumuló 34 innings y un tercio sin permitir carrera en el inicio de la temporada 1981, su verdadero año de novato (debutó en 1980). Ligó ocho triunfos, cinco de ellos por blanqueada, que fueron fundamentales para disparar su popularidad a niveles inimaginables para un latino en esa época.
El dominio del zurdo mexicano sobre el montículo creó una atmósfera y mística de la cual millones de personas querían ser parte.
Las amas de casa y las personas de la tercera edad acudían a las iglesias para rezar por el joven zurdo mexicano.
Valenzuela, quien llegó de la nada a Estados Unidos, en unas cuantas semanas tuvo a todo el país atento de él, como si se tratara del primer hombre en alcanzar la luna.
Los padres de familia llevaban a sus hijos a Dodger Stadium, no sólo para mostrarles lo bueno que era Fernando Valenzuela, sino también para que fueran testigos del éxito que podía alcanzar un latino como ellos.
El American Dream se encarnó en una persona de tez morena y poco más de 90 kilogramos.
El legendario comentarista Vin Scully hace no mucho tiempo dijo:
“Era un fervor por su ser (Fernando Valenzuela) y la reacción de la multitud no se parecía a nada que hubiera visto antes. He visto grandes lanzadores y ciudades que aman a los jugadores. Pero nunca he visto algo así, y no creo que lo vuelva a ver nunca más”.
Tan popular fue Valenzuela en esa primera temporada que casi todos los juegos que lanzó, fueron entradas agotadas, no sólo en Los Ángeles, sino en otras ciudades también. Los medios clamaban por entrevistas y los teléfonos de las oficinas de los Dodgers no paraban de timbrar con cientos de miles de llamadas, muchas desde México, hechas por fanáticos que querían saber cuándo lanzaría o si el juego sería televisado.
En un artículo publicado en 1991 por The Los Angeles Times, Joan Muraska, quien trabajaba en la boletería de los Dodgers, recordó que “un día después de que Fernando lanzara, una señora llamó y preguntó si iba a lanzar de nuevo esa noche. Le dije que los pitchers abridores no suelen lanzar dos noches seguidas. Ella dijo: ‘¿Por qué no? Pensé que los Dodgers querrían presumirlo’. Supongo que pensó que le pondríamos un anillo en la nariz y lo llevaríamos al montículo todas las noches”.
Cuando los juegos de los Dodgers llegaban a su fin, decenas de personas, la mayoría mujeres, se arrojaban al campo para tratar de estrechar su mano como si se tratara de un miembro de The Beatles o los Rolling Stones.
“Creo que Fernando creó más aficionados al béisbol que cualquier otro jugador en la historia del deporte”, dijo Jaime Jarrín, quien fue la voz oficial en español de los Dodgers desde que llegaron a Los Ángeles, en 1959.
Nadie como ‘El Toro’
Los Dodgers ganaron la Serie Mundial en la temporada 1981 y Valenzuela obtuvo el reconocimiento como Novato del Año y el premio Cy Young en la misma campaña.
Ningún otro jugador ha hecho eso hasta nuestros días.
En 1990, Valenzuela lanzó un juego sin hit ni carrera, hasta ahora el único entre la larga tradición de pitchers tricolores.
Y, aunque existe la posibilidad de que algún pitcher consiga los logros de Fernando Valenzuela en su primer año, nunca nadie podrá generar un desenfreno como el que se vivió a principios de los 80, cuando ‘El Toro’ levantaba los ojos al cielo para encontrarse con los dioses del beisbol que lo eligieron para distinguirse entre millones y millones de personas que han tomado una pelota de 108 costuras.
Este viernes, los Dodgers retirarán el legendario número 34 de Fernando Valenzuela, que ahora ocupará un lugar en el jardín izquierdo del Dodgers Stadium, junto a otras leyendas de la novena angelina, como Tommy Lasorda, Sandy Koufax, Jackie Robinson y el propio Jaime Jarrín.
A cuatro décadas de distancia, la ‘Fernandomanía’ sigue viva.
Por Ariel Velázquez
us.as.com