Adoctrinamiento y engaño de los libros de texto gratuitos
ESPECIAL, ago. 07.- Yo fui adoctrinado por los libros de texto gratuito entonces vigentes. Me enseñaron, por ejemplo, que la creación de Pemex había sido un gran triunfo del pueblo de México. Era más que una empresa que extraía petróleo: se trataba de un símbolo de nuestra soberanía nacional del que debíamos sentirnos muy orgullosos.
Estábamos en el esplendor del autoritarismo priista basado en la ideología del nacionalismo revolucionario. Los libros de entonces estaban redactados para inculcar las ideas que legitimaban al régimen político vigente.
A mí también me engañaron con aquellos libros. Recuerdo, por ejemplo, que me enseñaron que las cuatro estaciones climáticas se debían al movimiento de traslación de la Tierra. Cuando el planeta estaba más lejos del Sol, era invierno; cuando más cerca, verano. Una mentira.
Tuve el privilegio de seguir estudiando más allá de la primaria. Parte de mi educación posterior fue irme enterando de las muchas patrañas que había aprendido de aquellos libros de texto gratuitos.
Por ejemplo, el falso orgullo que debe causarnos Pemex a los mexicanos. La nacionalización del petróleo sí fue un gran logro de Lázaro Cárdenas. Sin embargo, fracasó el modelo de dejar en manos de un monopolio público la exploración, explotación, refinación y procesamiento de hidrocarburos. En otros países, como Noruega, funcionó mejor que el Estado permitiera la extracción a empresas privadas a cambio de compartir utilidades vía regalías. Es el día que los mexicanos no hemos podido resolver el desastre de Pemex porque tenemos la idea errónea, que nos metieron desde chiquitos, que esta empresa es un símbolo de la soberanía nacional.
En el caso del engaño sobre las estaciones, años después me enteré que, cuando era invierno en México, en Argentina era verano. Así aprendí que las estaciones son producto de la inclinación de la Tierra con el plano de su órbita y no de la órbita elíptica del movimiento de traslación.
Ahora tenemos nuevos libros de texto gratuitos que han causado gran controversia. Jorge G. Castañeda ha escrito un magnífico artículo sobre el tema en su blog de Nexos.
Vale la pena leerlo porque resume bien las críticas. No estoy de acuerdo, sin embargo, en un punto. Dice Castañeda: “Hay una crítica a los libros que es de procedimiento: no haber pasado por los filtros de consulta, de discusión y de revisión por distintas instancias que, en principio, se encuentran estipuladas en la normatividad, incluyendo la constitucional. Pero la crítica fundamental no debe ser de tipo procesal, sino del contenido”.
Sí, el contenido es lo que importa. Pero éste es el resultado del procedimiento en su elaboración. Creo que no se pueden separar ambos elementos. Van junto con pegado.
Los libros de texto gratuitos son tan importantes para un país que su contenido debe ser el producto de un proceso meticuloso, serio y profesional donde participen los mejores pedagogos y expertos en cada materia. Además –siendo México una nación plural, democrática y liberal– debe considerarse la opinión “de los gobiernos de las entidades federativas y de diversos actores sociales involucrados en la educación”, tal y como lo ordena la Constitución.
Agréguese que la Ley General de Educación dispone que los libros deben ser el resultado de los “planes y programas de estudio”. Bueno, pues el gobierno de Andrés Manuel López Obrador incumplió con estos requisitos y, por cierto, la ley arriba citada prohíbe distribuir textos que los infrinjan.
Aquí está, me parece, el meollo del problema.
No se vale que un grupito dentro de la SEP, sin consultar a nadie, haya elaborado los nuevos libros de texto casi en la clandestinidad. No es que yo sea un abogado quisquilloso que defienda la ley a ultranza. Lo que creo es que, por la trascendencia de estos libros, debió haberse respetado escrupulosamente su proceso de elaboración contemplado en las normas. Esto con el objeto de evitar abusos de adoctrinamientos partidistas y errores científicos.
Este gobierno no lo hizo y ahí están las consecuencias.
¿Qué estaría diciendo el lopezobradorismo si, en un gobierno de derecha, un grupito liderado por D’Annunzio Arriaga (nombre en honor a uno de los ideólogos del fascismo) y un exfuncionario del régimen pinochetista de Chile hubieran redactado los libros de texto gratuitos incumpliendo el procedimiento que mandata la ley y reservando por cinco años la información de cómo se elaboraron los contenidos?
Con toda razón, estarían furiosos. Bueno, pues lo mismo en el caso actual de México con un tal Marx Arriaga y un exfuncionario del régimen bolivariano de Venezuela.
Por Leo Zuckermann
www.excelsior.com.mx