A AMLO solo le preocupa Xóchitl

ESPECIAL, ago. 21.- En las próximas dos semanas se perfilará la suerte de México. La 4T tendrá que legitimar el proceso de legitimación de la candidatura de Claudia Sheinbaum, deslegitimado por la denuncia de dados cargados de Marcelo Ebrard. Yo dudo, por cierto, que el ex canciller esté decidido a romper con López Obrador e irse a MC, como algunos dicen; creo que está jalando la cuerda del amague en su último y un tanto desesperado intento para atraer al dedo demoscópico. Aunque existen, me parece que son bajas las probabilidades de que se dé un cisma si AMLO mantiene su propósito de ungir a Claudia. No descarto una ruptura pactada, desde luego, pero suena más lógico que la racionalidad de Marcelo lo lleve a aceptar el liderazgo en el Senado, que le evitaría un bombardeo de expedientes y le permitiría en el próximo sexenio acotar a la presidenta y reposicionarse. Entiendo que en el obradorismo, donde el menor cuestionamiento de las órdenes de AMLO se considera una apostasía, se vea la protesta ebrardista como una subversión violenta, pero la verdad es que sus declaraciones fueron mesuradamente calculadas para no quemar sus naves.

En el Frente Amplio (FA) también hace aire. El PRI quiere hacer candidata a Beatriz Paredes, con el apuntalamiento de su estructura y las fichas de Enrique de la Madrid. Xóchitl Gálvez —la opción más competitiva en la sociedad civil— le cae mal a la partidocracia, que la ve con la mezcla de desdén e irritación que la vieja guardia política prodiga a los no iniciados. Hace tiempo vengo advirtiendo la presencia del caballo de Troya priista; ahora señalo la mano morena que aprieta colas tricolores y amarillas para sabotear a Xóchitl. AMLO ha dejado muy claro que es a ella a quien le teme. Por eso los cuatroteístas la detestan y por eso le aplauden a la aspirante del PRI; más aún, no es descabellado suponer que Paredes salió bien evaluada en la encuesta en vivienda porque en ese universo hay más morenistas. Se trata de una persona presentable impulsada desde el principio por un dirigente impresentable —hoy por hoy Beatriz es Alito, desgraciadamente— con el que los operadores de la 4T se sienten muy cómodos.

En la ecuación opositora solo queda una variable por despejar: Santiago Creel. ¿Qué parte de su pasado pesará más en él? ¿Actuará como secretario de Gobernación o como promotor de la transición democrática? ¿Lo moverá el deseo de jefaturar a la futura oposición o su voluntad de participar en el próximo gobierno? Si es lo primero, seguirá en la contienda, ratificará los acuerdos previos con el PRI y cederá el paso a Beatriz Paredes; si es lo segundo, declinará por Xóchitl Gálvez y mantendrá viva la posibilidad de derrotar al oficialismo.

AMLO no pierde si Ebrard se va a MC, porque Marcelo le quitaría más votos al FA que a Morena, y gana si Beatriz es la candidata del FA. El único escenario que inquieta al Presidente, el que intenta con todos sus tentáculos dinamitar, es que Xóchitl encabece al FA. Y es que ella tiene el potencial para detener a la 4T y reemplazarla por la 4A —la cuarta alternancia—: la suya es la candidatura con el perfil adecuado y sin el fardo de la amenaza del retorno del priñanietismo, cuya corrupción contribuyó a entronizar a AMLO. ¿O por qué creen que los jefes partidócratas no la quieren?

Por Agustín Basave

amp.milenio.com

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