La última interpelación de Porfirio Muñoz Ledo

ESPECIAL, jul. 10.- Porfirio Muñoz Ledo fue una de las mentes políticas más brillantes, contradictorias y fascinantes de nuestro país. Hay innumerables historias de Muñoz Ledo, pero ninguna creo que tuvo, vista retrospectivamente, tanto impacto como aquella famosa interpelación al presidente De la Madrid en su sexto y último informe de gobierno.

Alguna vez escribíamos aquí que la memoria histórica en nuestro país se suele convertir en una suma de olvidos, la mayoría de las veces conscientes.

Era el primero de septiembre de 1988, el último informe de Miguel de la Madrid. El informe era, hasta entonces, el día del Presidente: estaba prohibido interpelar, interrumpir al mandatario cuando pronunciaba su informe, es un decir: podía ser interrumpido, pero sólo por aplausos. Hubo algunos informes de Luis Echeverría o José López Portillo, que fueron interrumpidos por aplausos y ovaciones en más de 50 ocasiones. Pero eso era ya también parte del pasado.

Cuando De la Madrid estaba en el tramo final de su informe, el flamante senador Porfirio Muñoz Ledo, del Frente Democrático Nacional, que acababa de vencer al PRI en la Ciudad de México, se puso de pie y gritó: “Con su permiso, señor presidente”. Fue suficiente para que el presidente de la Mesa Directiva, Miguel Montes, le exigiera silencio, para que cubriera a Porfirio un griterío de la bancada del PRI. Algún priista intentó patear a Muñoz Ledo, que seguía reclamando el uso de la palabra, por lo que otro trató de tomarlo por el cuello. La bancada del FDN se retiró del recinto, el informe terminó y con él, también y para siempre, el día del Presidente.

Desde entonces, todos los mandatarios tuvieron que aceptar desde interpelaciones hasta francas groserías, desde protestas irreprochables hasta excesos evidentes. Algunos pudieron dar su informe, otros no, incluso se intentó bloquear, impedir, la toma de posesión de Felipe Calderón. Pero todos los presidentes, desde aquella interpelación de Muñoz Ledo en 1988, se enfrentaron, para su mal o para su bien, al Congreso, con su pluralidad, sus excesos y sus reclamos, legítimos o no.

Todos menos uno, menos el presidente López Obrador que nunca, desde su toma de posesión, se ha presentado ante el Congreso, nunca ha dado un informe ante el poder legislativo, no ha ido a ceremonias, ni siquiera a la entrega de la medalla Belisario Domínguez a Ifigenia Martínez y al doctor Manuel Velasco. Se dijo que no iría al Senado, porque le podrían “faltar el respeto a su investidura”, lo mismo que dijeron aquellos que querían expulsar a Porfirio a patadas de San Lázaro aquel 1° de septiembre de 1988.

Porfirio estuvo todos estos años, después de ser quien le puso la banda presidencial a López Obrador, muy distanciado del Presidente. Fue ninguneado, ridiculizado en Morena. Una y otra vez reclamó los excesos antidemocráticos, la falta de respeto hacia los otros poderes, el narcisismo político que llevaba hacia gobiernos autoritarios.

Debe haber pasado sus últimos días entre extrañado y divertido porque un presidente que nunca fue al Congreso paradójicamente detonó la figura de Xóchitl Gálvez por su negativa a dejarla responderle en la mañanera, aunque Xóchitl tuviera una orden judicial que la amparaba para ello.

Si aquella interpelación de Porfirio abrió una puerta democrática de un valor incalculable, la puerta que le cerraron a Xóchitl en Palacio Nacional, quién sabe qué futuros podrá deparar. Por lo pronto, con Porfirio se va una figura inigualable, por su brillantez, contradicciones, enormes aciertos y debilidades.

LA INDEFINICIÓN DE MC

Las diferencias en Movimiento Ciudadano sobre la participación de ese partido en los comicios del 2024 no son nuevas, pero sin duda la eclosión de Xóchitl Gálvez las ha agudizado y exhibido como nunca antes.

Las diferencias entre Enrique Alfaro y Dante Delgado son evidentes. Devienen de la posición sobre el 24, pero también de la elección de candidato de MC para Jalisco, donde el gobernador quiere a Clemente Castañeda y Dante, al alcalde Pablo Lemus.

La apuesta de MC para ir solos en el 24, mientras la alianza opositora no tuviera ni aspirantes ni un perfil determinado, podía tener lógica. Incluso su estrategia de no transitar con el PRI de Alejandro Moreno también podía servir para buscar ser una tercera fuerza e, incluso, nutrirse de hipotéticas rupturas de la 4T. Esa posición comenzó a resquebrajarse cuando no tomó posición, no presentó siquiera candidatos, en los comicios del Estado de México y Coahuila.

Ahora los tiempos se les han adelantado. La posición de Alfaro parece mucho más realista que la de Samuel García, Luis Donaldo Colosio Riojas y Dante Delgado. Dante quiere ir solo para convertirse en partido bisagra en la siguiente legislatura, pero, mientras tanto, Alfaro, además de poder participar en una alianza mucho más amplia que le abra expectativas legislativas y políticas propias, tiene enfrente la elección de Jalisco, donde podría establecer una alianza amplia que garantizaría a su sucesor.

El error de Dante y Samuel es no entender que podrían ir a una elección presidencial en una alianza parcial con el Frente (como probablemente hará el Verde con Morena), que podría potenciar, no disminuir, su capital político. Alfaro parece haberlo entendido mucho mejor que Dante.

Información de www.excelsior.com.mx

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