Se dan más de 3 mil embarazos de adolescentes al año en Sonora
ESPECIAL, may. 28.- Más de 3 mil nacimientos de madres adolescentes, a partir de los 12 años, se registran cada año en Sonora según cifras dadas a conocer por la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM), ocupando la entidad la posición número 19 a nivel nacional entre las entidades con mayor ocurrencia de embarazos en mujeres menores de edad.
El primer lugar lo ocupa el Estado de México con 17 mil 262 mujeres menores de edad con uno o más hijos; le siguen Chiapas con 11 mil 338; y Veracruz con 11 mil 28, según el informe sobre el tema dado a conocer por la REDIM con datos del 2020, último año del que se tiene registro.
Los estados con menor incidencia de embarazos en adolescentes ese año fueron Campeche con mil 269 casos; Baja California Sur con 813 y Colima con 794.
Como se observa, Sonora está casi a mitad de la tabla con 3 mil 289 embarazos; una problemática poco expuesta y que abarca una dimensión social de gran magnitud, afectando de manera directa aspectos de salud, educación, productividad económica, exclusión, autonomía y derechos humanos, a decir del informe publicado por la Fundación Nueva Generación Sonora esta semana.
Por ejemplo, más del 86 por ciento de estas madres menores de edad en el estado (3 mil 289) no trabaja, y sólo el 11.7 por ciento mencionó tener una actividad remunerada.
El riesgo de salud por supuesto es el más evidente. Desde la mirada biológica, existen diversos riesgos cuando los embarazos ocurren en edades entre los 10 y 15 años, debido a que el cuerpo todavía se encuentra en un proceso de adaptación. El otro elemento a considerar es la esfera mental/emocional, señaló la Doctora en Ciencias de la Salud por el Colegio de Sonora, en una entrevista con la fundación.
Se ha convertido en un problema social
Aunque poco se habla de ello, la incidencia de embarazos en adolescentes en el estado se ha convertido en un problema social debido a que las menores que presentan un embarazo no deseado ni planeado, tienen un riesgo mayor de perder su autonomía ante las nuevas obligaciones, que la llevan a estancas o aplazar su desarrollo personal, originando deserción o abandono escolar, e incluso, interrumpir las relaciones sociales propias de su edad.
“Es necesario colocar el tema sobre la mesa para que por fin se aborde la necesidad de avocarnos a este problema de salud pública de una manera integral, con estrategias de prevención temprana, programas de capacitación para familias, servicios de salud más sensibles, entre otros” señala el informe de la fundación NGS.
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