Niñez en México, entre amenazas y deudas
Este Día del Niño hay pocas razones por las cuales los menores de edad pueden celebrar. Además de que México encabeza las listas de violencia infantil a nivel mundial, las instituciones que deberían protegerlos les han dado la espalda y los tienen en el olvido
ESPECIAL, abr. 29.- A pesar de que legalmente la niñez está protegida y blindada ante cualquier amenaza, en México, es uno de los sectores más golpeados por la violencia tanto en casa como en las calles.
De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en el 2021 se registraron máximos históricos en violencia familiar y más de 27 mil menores de edad fueron víctimas de algún delito en el país
Según datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés), México es la segunda nación en agresiones contra infantes.
Por su parte, la Organización Panamericana de la Salud, advierte que uno de cada dos menores de edad de entre 2 y 17 años padece algún tipo de violencia.
Estas cifras se complementan con los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) del 2022 que revelaron que la violencia que mayor prevalece en el país en contra de este grupo poblacional es la psicológica con el 51.6 por ciento, seguida por la violencia sexual con el 49.7 por ciento y la física con el 34.7 por ciento.
En la clasificación de delitos sexuales contra menores de edad, México encabeza la lista de los Estados con mayor incidencia. Nuestro país es el primer lugar en pornografía infantil del mundo y el primer lugar en violencia sexual infantil.
Desmantelamiento institucional
Pese al difícil panorama, las instituciones que deberían proteger a los menores de edad están siendo debilitadas o desmanteladas.
Luego de que el Gobierno federal anunciara su propuesta para que el Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA) desapareciera y fuera absorbido por el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), organizaciones de la sociedad civil acusaron que esto representaría el peor escenario para las infancias y una degradación de los derechos de la niñez.
“El debilitamiento de las instituciones que defienden la niñez como es el caso del SIPINNA agravan más este tema, el hecho de que desaparezca este organismo y que se integre como una unidad administrativa al DIF, pone a la infancia en una situación vulnerable.
“Son varias las acciones que percibimos que nos convencen que las infancias no son prioridad para el presidente de la República y su actual administración. Las cifras de violencia infantil son alarmantes, por lo que entendemos que es un sector que ha sido descuidado”, alerta Unión Mujeres.
De acuerdo con organizaciones sociales y especialistas, detrás de esta escalada de violencia en contra de los menores de edad, está la pandemia de COVID-19, ya que el confinamiento incrementó la violencia doméstica contra grupos vulnerables como las mujeres, los menores de edad y los adultos mayores.
“Ante este escenario de crisis, resulta fundamental trabajar de manera coordinada y unir esfuerzos con la iniciativa privada y organismos empresariales, asociaciones civiles y todas aquellas instancias que de manera constante inciden en favor de este sector, generando con ello entornos seguros para las niñas, niños y adolescentes.
“Los infantes requieren una serie de satisfactores que deben estar cubiertos que van más allá de la alimentación, vestido o educación, ya que su construcción emocional determinará el tipo de jóvenes, adultos o tal vez padres que puedan ser en un futuro. En México, nuestros niños deben tener garantías de bienestar y el Estado debe dotar de las mejores condiciones de seguridad”, agrega la organización social.
Problema institucional
El descuido de instituciones como el SIPINNA no es nuevo. Por ejemplo, en la “Estrategia de atención y protección integral de la niñez y adolescencia en situación de calle 2022-2024”, elaborado por el SIPINNA, se reveló que México carece de un padrón de personas que viven en situación de calle, particularmente menores de edad.
Debido a la falta de estos datos, es imposible contar con un registro confiable de menores de edad en situación de calle que sirva para emprender una estrategia para hacer valer sus derechos.
Esta falta de datos inclusive alcanza al INEGI, ya que los censos y encuestas que elabora solamente los realiza en viviendas particulares.
“La recolección de la información respecto de la población en situación de calle, al no encontrarse en una de estas unidades de observación, es sumamente compleja de recopilar y posiblemente por esta causa se llega a subestimar”, señala la estrategia del SIPINNA.
Otro de los graves problemas institucionales es que a pesar de que el Gobierno federal puso en marcha el SIPINNA desde el 2015, las instancias gubernamentales federales, estatales y municipales que lo conforman, continúan sin “institucionalizar” la defensa de los derechos de la niñez y adolescencia como un componente de su operación diaria.
Es decir, a pesar de la reforma constitucional que originó el nacimiento del SIPINNA, los organismos que deben trabajar en conjunto con el sistema nacional, muchas veces ni siquiera reconocen a los menores de edad como sujetos de derechos.
Para que las instancias de Gobierno que integran al SIPINNA institucionalicen verdaderamente la defensa de estos derechos, resulta necesario que sus políticas públicas, programas, estrategias, acciones y presupuestos, sean reorganizados y evaluados para garantizar que han incorporado la perspectiva que mandata la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.
Niñas, principales vítimas de la violencia sexual
Durante 2019, México fue catalogado por la UNICEF como el país con más casos de violencia sexual infantil, mientras que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), indicó que este tipo de agresiones afecta al 49.7 por ciento de los menores de edad.
Renata Díaz Barreiro, investigadora de Alumbra, una iniciativa del Early Institute cuyo objetivo es prevenir la violencia sexual en contra de niñas, niños y adolescentes, explica cuáles son las limitantes principales para medir la frecuencia con la que suceden este tipo de ataques.
De acuerdo con la especialista, uno de los retos más grandes en las estimaciones sobre violencia sexual infantil es el subregistro, pues menos del 30 por ciento de las víctimas revelan haber sufrido uno o varios ataques hasta que son adultos.
Por su parte, la Encuesta Nacional de Victimización 2018, indica que la mayoría de los delitos no son denunciados debido a la desconfianza en las autoridades, por la percepción de una actitud hostil y porque los denunciantes o víctimas lo consideran una pérdida de tiempo.
Díaz Barreiro asegura que las niñas son víctimas de violencia sexual más frecuentemente que los niños.
“Existe una diferencia de género profunda. Las niñas y adolescentes del sexo femenino tienden a sufrir mayores delitos sexuales en comparación con los hombres y, cuando hablamos de delitos sexuales, el 84 por ciento de estas agresiones que se denuncian, son cometidos contra mujeres”, menciona la investigadora.
Díaz destaca que en México no existe una encuesta que mida, año con año, la violencia contra niñas y adolescentes, sin embargo, según la Encuesta Nacional de la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) 2021, aproximadamente 12 de cada 100 mujeres reportaron haber sufrido violencia sexual antes de los 15 años, mientras que 1 de cada 7 agresores de niñas y adolescentes son familiares de la víctima.
Por su parte, Paulina Amozurrutia, directora general de la organización Unión Mujer, dice que hasta el momento no se defiende a la niñez con suficiente fuerza para evitar que sean víctimas de delitos sexuales.
“Pese a que tenemos los primeros lugares en violencia sexual y pornografía infantil, se le ocurre al Ejecutivo proponer que el Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA) dependa del DIF.
“Entonces eso nos muestra que la situación es gravísima, pues estamos viendo hoy una crisis. La desaparición de SIPINNA como lo conocemos atenta contra el interés superior de la niñez, además de que transgrede lo establecido en la Ley General de Niñas, Niños y Adolescentes que mandata la necesidad de tener un servicio de cuidado y desarrollo integral infantil”, argumenta.
Cambiar desde el hogar
De acuerdo con la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), los delitos en contra de los menores de edad, como las lesiones, se incrementaron en 2022, pasando de mil 101 casos en 2021 a mil 445.
Los reportes de lesiones en menores de edad han crecido desde que inició la pandemia de COVID-19, cuando aumentaron los casos de violencia generada hacia grupos vulnerables como las mujeres, las niñas, los niños y los adultos mayores.
Renata Díaz Barreiro, investigadora de Alumbra, menciona que parte del incremento de la violencia contra grupos vulnerables durante la pandemia se debe, principalmente, a que los menores de edad y adultos con falta de movilidad, pasaban demasiado tiempo al interior de sus viviendas con sus violentadores.
“Lo que pasa es que no dimensionamos las consecuencias y efectos de ejercer violencia contra la niñez. Muchas veces queremos protegerlos de las ‘personas malas’, pero no nos detenemos a pensar que los niños sufren violencia desde su propia casa”.
La violencia contra niñas, niños y adolescentes comienza desde la primera infancia y en el hogar.
Uno de cada 2 niños menores de 14 años son víctimas de métodos de disciplina violentos y esto provoca impactos en su salud física y mental.
Paulina Amozurrutia, de Unión Mujer, indica que México ha alcanzado máximos históricos en violencia familiar, lo que causó una crisis postpandemia.
La especialista dice que es necesario un cambio cultural en las familias para erradicar este tipo de agresiones.
“Necesitamos una triada que resuelva la violencia y que genere entornos de paz: uno, apego afectivo y seguro; dos, impartir disciplina pero con cariño y desde el respeto; y tres, la enseñanza de autocuidado y gestión emocional.
“Las agresiones que sufren los niños es una violencia que los adultos no hemos sabido operar en nosotros y descargamos contra los más débiles”, explica.
Por Elizabeth González-Manrique
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