¿Feliz Día del Niño?

ESPECIAL, abr. 29.- Mañana que en México se celebra el Día del Niño, pudiera ser la ocasión perfecta para que millones de niños y niñas vuelvan a reír, jugar y olvidar al menos por hoy, su realidad cotidiana. Hablo de esa condición que los obliga a vivir en la pobreza, a padecer hambre y sufrir violencia; a permanecer en el olvido y la desesperanza. Hablo del millón de niños de entre 6 y 12 años que crecen sin recibir educación primaria en México, y que festejarán su día sin importar que la palabra futuro no tenga para ellos ningún sentido, porque el presente tampoco lo tiene.

Los 21.4 millones de niños mexicanos que según cifras oficiales viven en pobreza -cuatro millones de niños de ellos en pobreza extrema- es decir, no tienen acceso a bienes o servicios básicos como agua potable, alimento o vivienda. Niños que sueñan con un final feliz para sus vidas, pero que solo en sus sueños lo lograrán, ya que su destino está marcado. En estos están los 130 mil niños y niñas que viven y duermen en las calles, son los “Oliver Twist” de Charles Dickens, sufriendo soledad y hambre el “Día del Niño” y el resto del año.

Esperemos que los 2.5 millones de niñas y niños menores que trabajan, de los cuales casi la mitad no recibe remuneración alguna por su labor, olviden, aunque sea por un día, que son los modernos esclavos que, con su trabajo, construyen la riqueza de algunos cuantos. Son esos niños de caras sucias lanzados a la mendicidad en los cruceros y que apenas volteamos a ver, los niños que extraen el carbón de las minas o los que cosechan verduras en el campo y en el peor de los casos, son los 25 mil niños que la Red por los Derechos de la Infancia en México dice que son narco explotados. Niños a quienes les ha sido arrebatada su infancia para ser lanzados a una brutal e inimaginable pesadilla, al encuentro con un mundo sórdido y destructivo que los condena a vivir por siempre en el séptimo círculo que describió Dante. Un infierno que los tiene en la soledad, asfixiados y encadenados con un final inevitable en donde terminan muertos y en el mejor de los casos en la cárcel.

Pero hay otros niños y niñas que viven en un sombrío y eterno infierno, por lo que habrá que suplicar que encuentren sosiego y recuperen su inocencia interrumpida. Son los 20 mil niñas y niños mexicanos que la UNICEF denuncia que, como la Cándida Eréndira, encontraron personas desalmadas que los explotan sexualmente.

Y no olvide a los 520 mil niños mexicanos que viven con alguna discapacidad, una que se agrava por el desprecio de adultos envenenados y que extrañamente somos discapacitados mentales por elección, pues nos hemos encargado de desprestigiar causas como el Teletón

Alguna vez, el científico alemán Albert Einstein dijo que la palabra progreso no tenía ningún sentido mientras hubiera niños infelices. Pero eso no pasa de ser más que una frase inspiradora, pues en los hechos, somos insensibles a su dolor, impenetrables nuestros corazones a su realidad de pobreza, violencia y abusos.

Nos hemos resignado a escuchar cifras y datos duros, olvidando que detrás están niñas y niños condenados por nuestra indiferencia, que no se resuelve expresando una supuesta “indignación” en las redes sociales. Recordemos que lo que nosotros demos a los niños, los niños darán a la sociedad, por lo que muy pronto se cumplirá el ciclo perfecto de descomposición social y los niños de hoy se convertirán mañana en adultos llenos de rencor social que perpetuarán un país lleno de pobreza, violencia, intolerancia y desigualdad. A que los medios informen de que los presidentes municipales se promocionen con esta excusa y eventos sosos como “alcalde por un día”.

Así, no habrá Día del Niño para un millón de ellos ausentes de las aulas, para millones más que viven en la pobreza y miles que en silencio y con vergüenza, esconden la brutalidad de los abusos y de la explotación sexual. Para miles de huérfanos que lloran la ausencia de los padres muertos por la violencia. Créalo, ni siquiera hoy van a descansar los que trabajan en esclavitud o los que deben hacerlo para ayudar a sus familias a medio sobrevivir.

Ni siquiera mañana, “Día del Niño”, van a poder evadir su realidad, una que nos dice que para ellos no hay futuro y que su única opción es resignarse a vivir en el mundo y el país que hemos construido los adultos.

Por MARCOS DURÁN FLORES

vanguardia.com.mx

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