Ciudad Juárez: ¿tragedia o crimen?

ESPECIAL, mar. 29.- Divulgada por el vocero de Naciones Unidas poco después del mediodía, la declaración de António Guterres sobre la muerte de 38 migrantes en el incendio de un centro de detención migratoria en Ciudad Juárez dejó escaso margen de maniobra:

“El secretario general insta a que se lleve a cabo una investigación exhaustiva de este trágico suceso”.

Horas antes, el presidente Andrés Manuel López Obrador había explicado los hechos en 87 palabras: “Anoche, como a las nueve y media de la noche, se produjo un incendio en un albergue de migrantes en la frontera, en Ciudad Juárez, y tenemos hasta ahora como informe que perdieron la vida 39 migrantes. Esto tuvo que ver con una protesta que ellos iniciaron a partir, suponemos, de que se enteraron que iban a ser deportados, movilizados, y como protesta en la puerta del albergue pusieron colchonetas del albergue, y les prendieron fuego y no imaginaron que esto iba a causar esta terrible desgracia”.

Para saber la verdad de los hechos, tiene que haber una investigación como la que pide el secretario general de la ONU. Sin embargo, lo que hasta ahora conocemos permite poner en duda el escueto resumen que hizo el mandatario.

Para comenzar, el lugar donde sucedió la tragedia no es un “albergue”. Es un centro de detención, con rejas, que en poco se distingue de una cárcel. Allí, los migrantes son encerrados para que no se vayan a ningún lado en lo que se define su situación jurídica. Segundo, la autoridad tardó en proporcionar un número de muertos: primero dijo 39 y luego 38. Tercero, hay versiones recogidas por periodistas en Ciudad Juárez que difieren de lo dicho por López Obrador. Citada por las reporteras Rocío Gallegos y Gabriela Minjares, de La Verdad de Juárez, la venezolana Vianey Infante afirmó: “La culpa la tiene Migración”.

Las periodistas contaron en su nota que la mujer esperaba la liberación de su esposo en el exterior de la estación migratoria cuando se desató el incendio. Acudió allí, porque le dijeron que iban a soltar a su marido al comprobar que era parte de un núcleo familiar de migrantes, pero, pasadas las 9:30 de la noche, vio salir mucho humo del lugar y comenzaron a desalojar a las mujeres recluidas, no así a los hombres.

“Me asomé y me puse a llorar”, narró. Dejaron a los hombres encerrados en las celdas, nunca los sacaron, abundó. “Son unos inhumanos”. Agregaron las reporteras: “Entre el ajetreo de los bomberos y paramédicos que atendieron el siniestro, Vianey se enteró que a su esposo lo trasladaron a un hospital con síntomas de intoxicación”.

La víspera, apuntan otras fuentes en Ciudad Juárez, elementos del INM, apoyados de policías municipales, detuvieron a decenas de migrantes en las calles, supuestamente respondiendo a las quejas de habitantes sobre molestias que les causaban. En redes sociales hay imágenes del operativo. Existen versiones, que deben comprobarse, de que los detenidos fueron llevados a la estación migratoria, cuyo cupo quedó rebasado.

Las periodistas Gallegos y Minjares escribieron que “alrededor de las 21 horas, los migrantes se empezaron a inconformar porque durante todo el día no les habían dado agua para beber” y que “las quejas comenzaron a subir de tono hasta que, presuntamente, a las 21:30 horas prendieron fuego en el lugar donde se encontraban recluidos, esperando que les abrieran la puerta, pero se comenzaron a intoxicar y quemar”.

Un video que comenzó a circular ayer hacia las 2 pm –cuya veracidad fue reconocida por el secretario de Gobernación– muestra el momento en que el área de locutorios de la estación migratoria se llena de humo, pero nadie abre las puertas para que salgan los migrantes de la zona donde se perciben llamas.

Los hechos, como dice Guterres, ameritan una investigación. Es incontrovertible que los muertos y heridos estaban bajo custodia y responsabilidad del INM. ¿Qué sucedió? ¿Quién inició el fuego? ¿Los migrantes tenían con qué prender las colchonetas? ¿Por qué murieron, de golpe, tantas personas? ¿Alguien dio la orden de dejarlos encerrados? Eso y más necesita investigarse. Y lo mejor es que las pesquisas las conduzca un órgano independiente, porque las primeras explicaciones oficiales dejan mucho que desear.

Por Pascal Beltrán del Río

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