El ruido lejos

5 AM del lunes. Una vecina limpia el patio. El ruido de la escoba contra el piso se parece a las patadas de mis hijos a las sábanas. Yo no estoy lo suficientemente despierto como para saber si ese ruido ocurre a tres metros de mi cama o en otra casa.

El ruido lejos y el ruido cerca se parecen más de lo explicable.

En realidad, esa distancia se va haciendo cada vez más grande a medida que me voy despertando. Entonces aparece una especie de indignación apenas perceptible. ¿Cómo pude pensar que era una cosa y no la otra? Están barriendo el patio, el ruido de la escoba contra el piso es el ruido de la escoba contra el piso y no el de las sábanas. Despertarse es volverse racional, soñar implica mezclar lo que viene de afuera con lo que está adentro, un camino intermedio entre lo que podría ser y lo que es.

Algo así: lo tuve más claro mientras me despertaba, justo antes de darme cuenta lo que estaba pasando.

Bienvenidos al Diario de la Procrastinación.

De las vidas que no tuve mi favorita es la que empieza el día en que no me anoté para estudiar chino. Fue a principios del 2002, yo estaba un poco perdido y un poco solo y pensé que estudiar un idioma me podía servir para conocer alguna chica o algún mundo. Me anoté en Francés, pero pensé que anotarme en chino podría haber estado bueno.

Creo que lo había escuchado a mi tío, como un mandato que implicaba salvación. Estudiar chino era el nuevo ser Doctor.

La vida que no tuve sigue así.

Ahora sería una especie de agente o lobista de China. Arranqué con unas traducciones, algunos eventos, fui entendiendo la cultura de ellos, lo que les gusta y lo que no. Me hice querer.

Con el primer negocio grande como intermediario largué el periodismo. Me costó tomar la decisión, nunca fui muy valiente, pero era lo obvio. Ya podía juntar una guita suficiente como para vivir por mes, algo bastante esperable teniendo en cuenta que los periodistas ganamos tirando a poco.

Cada tanto me tomo un café con Pagni o algún otro periodista que quiere entender a los chinos. No es fácil, me llevó casi diez años. Pero les cuento algunas cosas de cómo es el asunto. Me gusta hacerlo, es una forma de seguir ligado a la profesión.

Una cena se ve interrumpida por un incidente personal, la cosa se pone dispersa pero no es ahí dónde quiero poner el foco. Uno de los integrantes se va hasta el piano y se pone a tocar. Yo me acerco, creo que lo distraigo un poco, o interrumpo una ceremonia. Me voy pero me quedo cerca y escucho que empieza a tocar Let it Be. Canta un poco desafinado pero es emotivo, y además a esta altura de la noche nadie debería reclamar precisión sino sentimiento.

Soy testigo de una breve ceremonia personal. La canción ya la sabemos todos pero pongo la letra del comienzo para que la volvamos a evocar.

When I find myself in times of trouble

Mother Mary comes to me speaking words of wisdom

Let it be

Noel Gallagher tuitea sobre la muerte de Burt Bacharach.

No recordaba que Burt está en la tapa de Definitely Maybe, el primer disco de Oasis. El homenaje implica una devoción absoluta. En la tapa de mi primer disco quiero que estén todos mis héroes, parece decir Noel Gallagher.

En la radio pasamos algunas canciones de Burt, me emocionan particularmente dos: I say a little prayer, y Close to You. Esta última tiene algo de Let it Be. Una intro de piano hermosa y un primer verso conmovedor.

Why do birds suddenly appear

Everytime you are near?

Just like me, they long to be

Close to you

Con los chinos el vínculo fluye cada vez más. Ya gano una guita impensada en comparación con lo que me hubiera ofrecido el periodismo.

A Pagni y a quien quiera escuchar le digo que mi método es nunca cobrar de los argentinos, no quedar pegado con los gobiernos. Siempre cobro de los chinos. “Ellos ven todo a largo plazo y yo siempre voy a estar”.

Los llevo a comer a la Brigada, Hugo me tiene reservada una mesa. Tengo también una oficina en Puerto Madero. A los chinos les gusta. El negocio creció, por ahí dos o tres semanas de no hacer nada pero cuando llegan los chinos la dedicación es full time. Sol ya sabe que es así.

A veces los chinos me hacen regalos caros, relojes y esas cosas. Al principio yo los vendía en la calle Libertad, pero una vez un chino me reprochó que nunca usaba lo que él me había regalado. Ahora me va bien y ya no vendo las cosas, pero en un momento las vendía y usaba unas réplicas fenomenales que hace un joyero amigo. Mauro se llama el joyero. Con él como asados ahora. El vínculo creció.

Pienso que Noel Gallagher me gusta porque siempre cantó canciones existenciales pero sencillas. Las de un chabón que se pregunta porque estamos vivos, porque nos despertamos cada día, que sentido tiene vivir, o que alguien te abandone y no te quiera más. Una nostalgia que se puede domar con un par de acordes y unos versos.

Esto no es una vida que no tuve, sino solo ideas de la vida actual. Si fuera publicista creo que habría que convocar a Fede Bal para una campaña de lavarropas. Es para gráfica. Está de pie junto al aparato, vestido con jean y una remera blanca, una media sonrisa. “Igual te quiero”, dice el texto.

La explicación de la campaña es obvia, pero como vi Mad Men quiero hacerla igual. No importa que por culpa del lavarropas le hayan descubierto una infidelidad, el aparato es tan importante para su vida que lo quiere igual.

Algo para la tele podría ir acompañado de la canción de Calamaro. “Te quiero igual”, pero eso llevaría a discutir el slogan original. La canción va solo con la intro, no con la letra explicitada.

“Igual te quiero” o “Te quiero igual” sería la discusión que se plantea y que lleva más tiempo, quizas dos o tres reuniones. Ahí es donde pierdo el interés, me gana alguien más constante, más vivo, más especulativo, el que sabe hacer los power points. A mí no me interesa llevarme la medalla, yo me conformo con haber tenido la idea.

Esa no es otra vida, es la vida de hoy. Igual la quiero.

Por Diego Geddes

eldiario.substack.com

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