De samaritanos y farsantes
Cuando el río suena…
Que la señora Martha Patricia Patiño Fierro sea señalada por utilizar recursos públicos para beneficio político personal “no es nada nuevo bajo el sol” porque se trata de una conducta que la ha acompañado en su larga trayectoria burocrática.
Ni es la primera ni será la última presidenta en utilizar al DIF como plataforma política (ahí está la gestión de la hoy secretaría de Economía Margarita Vélez De La Rocha y su fantasía por suceder a su marido en la alcaldía) pero eso no le quita la gravedad del caso si se investiga y confirma lo publicado por Tribuna de que:
“La presidenta del Voluntariado de la dependencia y esposa de Javier Lamarque, utiliza a Mujeres al 100 como plataforma política, tal como ya lo hizo en 2021 a favor del hoy alcalde; al colectivo lo inmiscuye en actividades oficiales pese a pertenecerle y a que se manejan recursos públicos”.
“No se vale¨”, reaccionó a contrapelo su consorte Javier Lamarque Cano, muy proclive a la victimización como estrategia de defensa, pero como en toda historia siempre hay un lado B u otros datos, como diría el primer pregonero del país y de la autollamada 4T.
Como diputada local por el PRD de la LVII Legislatura, 2003-2006, la señora Patiño Fierro utilizó recursos públicos en beneficio de su otrora partido y del entonces jefe de Gobierno de la Ciudad de México, cuando pasaba por la crisis de los videoescándalos de René Bejarano y otros.
Para defender la teoría del complot, la diputada perredista encabezó una rueda de prensa, por cierto en uno de los salones del hotel más austero de la capital sonorense, Fiesta Americana, para lo cual utilizó recursos del Congreso y a personal de la coordinación de Comunicación Social del poder legislativo.
Los reporteros fuimos convocados supuestamente por un tema relacionado con la legislatura, pero acudimos con engaños porque la entonces diputada perredista solo abordó el tema de los videoscándalos sin que nadie se le hubiera preguntado siquiera y eso lo consigné en mi reporte para Televisora del Yaqui.
Apenas terminé la llamada y regresé al congreso, su colaboradora María Elena Barreras ya me esperaba en la puerta del congreso para decirme que “la ¨licenciada” me esperaba con carácter de urgencia en su oficina para hacerme unas aclaraciones sobre el particular.
Subimos al tercer piso, donde me dispuse a escuchar la versión de la legisladora que se limitó a negar todo, pero sin demostrada nada. Mi respuesta fue que haría la aclaración pertinente cuando me mostrara la factura de pago del evento, lo cual aceptó, pero nunca me hizo llegar el documento.
Luego acudí con la titular de comunicación para conocer su punto de vista y la respuesta fue que el área se limitaba a invitar a los medios de acuerdo a lo solicitado por las bancada de cada partido, pero hasta ahí. Es decir, Patiño Fierro se valió de la institución para promover un acto partidista sin el menor rubor.
Antes de este episodio del que fui testigo, ocurrió otro similar en la primera presidencia de Lamarque Cano, 1997-2000, cuando aprovecharon toneladas de frijol para hacer clientelismo político a favor de las aspiraciones presidenciales de la entonces tesorera municipal, que no prosperaron, pero tampoco desfallecieron.
Por eso cuando escucho de nuevo esas versiones incluida la defensa ultranza de su adlétere por años, recuerdo la frase de Alberto Aguilera Valadez que desnuda a quien intenta el engaño y que aplica a la pareja presidencial del municipio, “Que me cuentas a mí que se tu historia”.