Día Internacional del Migrante: Halla en Hermosillo el refugio que buscaba

Aunque salió de El Salvador con la mira puesta en Estados Unidos, Ezequiel Silva encontró en Sonora hogar y familia.

HERMOSILLO, SONORA, dic. 18.- Cuando apenas iniciaban las guerrillas, Ezequiel Silva Figueroa huyó de El Salvador y se propuso llegar a Estados Unidos para reunirse con una hermana. En aquel viaje que inició hace 43 años pasó por Hermosillo, donde encontró un hogar y una familia que lo acogió con amor, algo que finalmente lo decidió a quedarse.

El salvadoreño, quien se desempeña como fotógrafo en la Universidad de Sonora, llegó al Estado a la edad de 26 años, luego de que unos militares en su país lo detuvieran en un retén, considerándolo guerrillero. Aquella experiencia le obligó a abandonar sus raíces, su cultura y a su familia; su propia madre le pidió que se fuera a vivir a Estados Unidos con su hermana.

En el trayecto, Ezequiel decidió pasar en la Ciudad de México casi cuatro meses, laborando como cargador en una mueblería; y posteriormente continuó su viaje en busca del sueño americano.

UN LUGAR DESCONOCIDO

Al llegar a Hermosillo, recordó, personal de Migración descubrió que no era mexicano y lo bajaron del camión en que viajaba, aunque no lo detuvieron.

“Me quedé en Hermosillo sin saber dónde era aquí. Nosotros oíamos hablar de Nogales, Agua Prieta, de todas las fronteras, pero de las ciudades no… Hermosillo nomás lo oí en ‘el corrido del caballo blanco’”, recordó.

Al año, cruzan por Sonora medio millón de migrantes que buscan una mejor calidad de vida en Estados Unidos, indicó la investigadora Gloria Ciria Valdez Gardea.

“No es nuevo que Sonora se ha convertido desde hace algunos años en una geografía estratégica de paso, de llegada, de tránsito, de retorno y de estancia, de quedarse aquí; ello va en conjunto con todo el paradigma migratorio que ha cambiado en nuestro País”, explicó la experta en temas de migración de El Colegio de Sonora.

Sin dinero y sin identificaciones, bajo el calor extremo del mes junio, el recién llegado caminó hasta encontrar la iglesia Central de Hermosillo, ubicada entre Matamoros y Everardo Monroy, donde el pastor Juventino Sánchez –ya finado- le tendió la mano.

El don de gentes de Ezequiel le ayudó a encontrar pronto cobijo, alimentación y trabajo como fotógrafo en la parroquia, aunque su meta siguió siendo llegar a Estados Unidos, por lo que enfiló su camino hacia Los Ángeles, California, donde lo esperaba su hermana.

Valdez Gardea resaltó que uno de los objetivos para enunciar un Día Internacional del Migrante –que se conmemora cada 18 de diciembrees visibilizar a las personas, dejar de tratarles como números o cifras.

“El fenómeno migratorio no es un evento individual, sino también familiar”, resaltó, “que trastoca a la célula nuclear que es la familia, pero que también trastoca a la sociedad”.

PREFIRIÓ VOLVER

El paso de Ezequiel por el vecino país fue corto, debido a las distancias que había entre su casa y el trabajo y por el ambiente de “relajo” que había en el lugar que rentaba junto a otros compatriotas, pues estaba acostumbrado a tener paz y acudir a la iglesia.

“Me gustó tanto Hermosillo, que ni en Los Ángeles donde estuve (me quise quedar), porque estuve muy poco tiempo. Yo llevaba el ambiente de la Iglesia y estaba con puros ‘chavalos’ irresponsables… se tomaban todo lo que ganaban, todos eran salvadoreños”, puntualizó.

Manuel Salas, su primer patrón, viajó hasta Los Ángeles para acompañarlo cuando le externó que quería regresarse a Hermosillo a trabajar en la fotografía.

Desde entonces vive en la capital sonorense, donde se unió en matrimonio con Rosa Elia, con quien procreó a sus hijos Rosa Melina y Ezequiel, de 37 y 35 años de edad.

MÁS QUE ADAPTADO

Pese a que Ezequiel Silva Figueroa se desempeñaba en El Salvador como servidor público dentro del Ministerio de Agricultura, aprendió a tomar y revelar fotografías porque los fines de semana le ayudaba a uno de sus tíos, y fue precisamente este oficio lo que lo llevó a ocupar un lugar en Hermosillo y los pueblos cercanos, donde también ha realizado trabajos.

Para el migrante fue fácil adaptarse en Hermosillo, por el idioma y la calidez de la gente, aunque, dijo, las temperaturas extremas y la comida picante son parte de las cosas a las que no ha podido acostumbrarse.

De su lugar de origen, llamado Jocotillo -en las inmediaciones del pueblo Francisco Menéndez, que colinda con la frontera de Guatemala-, ya no quedan ni las casas ni los habitantes que había en los 70 y 80, porque la mayoría emigró a Estados Unidos.

“Estoy agradecido con México y la gente de Sonora; me ha gustado el ambiente… vine muy joven de El Salvador, tenía muy poco tiempo trabajando allá”, indicó.

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