¿Predecir la lluvia con dolor de rodillas? Así es como afecta la humedad a la salud
ESPECIAL, dic. 5.- Muchas personas atribuyen a los cambios de tiempo y, en concreto, a la humedad, un aumento en el dolor de sus articulaciones. Es algo a lo que están acostumbrados en las consultas médicas, aunque, como señala Marcos Paulino, presidente de la Sociedad Española de Reumatología (SER), hay cierta controversia al respecto. Si bien hay investigaciones que apuntan a una relación, como un estudio europeo en el que “el 67 % de los pacientes artrósicos afirmaba percibir los cambios de tiempo, sobre todo la humedad, el frío y el viento”, no hay nada completamente claro. “Son necesarios nuevos estudios bien diseñados para hacer una afirmación categórica”, indica Paulino.
Esa parece ser la conclusión principal en la mayor parte de las especialidades médicas. ¿Nos afecta la humedad? Sí, igual que nos afectan los cambios de temperatura, de presión atmosférica o el viento. Sin embargo, la parte complicada es todavía la de averiguar exactamente cómo; y también, si podemos atribuir algo única y exclusivamente a esa magnitud atmosférica, que mide la cantidad de vapor de agua que hay en el aire en cada momento.
En 2016, la revista Environmental Research publicó un artículo de revisión de la literatura científica más reciente sobre humedad atmosférica y salud humana. En él, señalaban que los resultados de las investigaciones eran hasta el momento inconsistentes —y en ocasiones, hasta contradictorios—, que en los estudios se medían variables muy diferentes y que las conclusiones que se sacaban no eran siempre fiables. Como ejemplo, indicaban que la mayor parte de los estudios revisados medían la humedad relativa. Esta depende del volumen de vapor en el aire con respecto a la temperatura; es decir, el mismo valor de humedad relativa se puede dar con cantidades distintas de vapor si cambia la temperatura, por lo que no se puede saber si lo que afecta al valor de salud estudiado es la humedad o el número que marca el termómetro.
“El abordaje en realidad debería ser integral”, sostiene Bea Hervella, punto focal entre la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en temas de salud y meteorología. Ese cruce entre salud y fenómenos atmosféricos lo estudia la biometeorología, una disciplina que, a raíz de la crisis climática, ha avanzado mucho en los últimos años. Hervella apunta al hipotálamo como clave para entender cómo nos afectan las distintas condiciones atmosféricas. “Es nuestro termostato, el que mantiene y regula nuestra temperatura corporal”, señala. Aquí la humedad ambiental tiene ya su efecto cuando hace calor y el hipotálamo pone en marcha el sistema de sudoración. En condiciones normales, el sudor se evapora al estar en la piel, lo que ayuda a que nos refrigeremos.
Sin embargo, “si el ambiente está muy saturado, con mucha humedad, es muy difícil que ese líquido consiga convertirse en vapor”, lo que hace que el calor húmedo parezca más sofocante. Por esta razón, “la humedad es un cofactor que va a influir en todas aquellas enfermedades que se ven afectadas cuando sube la temperatura”, ejemplifica Hervella. Más allá de esto, y teniendo en cuenta todas las precauciones que hay que tomar al abordar este tema, ¿qué se sabe y qué no sobre cómo afecta la humedad a la salud?
Patologías respiratorias
Donde parece haber más consenso es en el campo de las enfermedades respiratorias, en las que la humedad afecta “tanto por exceso como por defecto”, confirma la neumóloga Sandra Dorado, coordinadora del área de Enfermedades Respiratorias de Origen Ocupacional y Medioambiental de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). El exceso de humedad nos afecta, por un lado, por el efecto que esta puede tener en muchos edificios, que puede significar “exposición a hongos y originar incluso enfermedades pulmonares intersticiales como la neumonitis por hipersensibilidad”, explica Dorado. Pasar mucho tiempo en interiores afectados por la humedad puede también llevar a un aumento de los síntomas alérgicos como rinosinusitis, eczemas o problemas atópicos. Además, en el caso de las personas con asma, se puede “agudizar o perder el control de la patología”. En personas sanas también se pueden producir síntomas respiratorios en la vía aérea superior: rinosinusitis, faringitis, tos, disneas.
La humedad ambiental, la del exterior, también influye. “Los pacientes asmáticos pueden referir crisis más fácilmente cuando el clima está más húmedo”, señala Dorado. “El bronquio asmático es un bronquio normal, pero hiperrespondedor a determinados desencadenantes, muchas veces ambientales. Esos cambios de humedad pueden favorecer una agudización del asma”, explica la doctora.
Lo contrario, un tiempo demasiado seco —o, en interiores, el ambiente seco por el uso de aire acondicionado o calefacción— tiene también sus consecuencias sobre la salud de nuestras vías respiratorias. Además de los mismos síntomas que provoca también un exceso de humedad (rinosinusitis, congestión nasal, faringitis, agudizaciones de asma), puede favorecer también agudizaciones de EPOC e incluso las infecciones respiratorias. “La sequedad del aire puede hacer que el moco protector que existe en el epitelio bronquial se pierda”, indica Dorado. Como ese moco tiene un papel protector frente a las infecciones, perderlo nos deja más expuestos a ellas.
Dolor detector de lluvia
Volviendo a las enfermedades reumáticas, muchas personas aseguran que pueden predecir la lluvia porque les duelen las rodillas. Marcos Paulino, presidente de la SER, asegura que es algo que han oído todos los médicos, pero aclara que “no existe evidencia científica al respecto”. Además, añade que también hay un gran número de pacientes que no nota ningún cambio en su situación general. Aun así, existen diferencias entre distintas dolencias reumáticas. “En el caso de la artrosis, la enfermedad reumática más frecuente, la que se produce por ‘desgaste’ de los cartílagos articulares y que afecta a más de siete millones de personas en nuestro país, es la que tiene más evidencia. En un metaanálisis chino de 2023, se concluyó que los pacientes artrósicos tenían más dolor con la humedad y las bajas presiones, mejorando cuando la temperatura era más alta”, ejemplifica, aunque insiste en la necesidad de más ensayos clínicos.
Otro de los problemas que tienen muchos de estos estudios es que se basan en encuestas a pacientes, que atribuyen a la humedad ese incremento en el dolor y otros síntomas. Sin embargo, como apunta Javier Camiña, vocal de la Sociedad Española de Neurología (SEN), hay muchos otros factores que pueden estar influyendo cuando alguien dice: “Esto es la humedad”. En su campo, el de la neurología, tampoco hay mucho consenso sobre qué hace o no hace la humedad, ya que “es muy difícil estudiarla por sí sola, separarla de otros factores ambientales”.
Hay bastantes pruebas, concede Camiña, sobre cómo los cambios bruscos en la humedad pueden participar en un mayor riesgo de crisis de migraña. “Las personas que identifican síntomas premonitorios, que notan que están empezando un ataque, sí que lo han identificado con cambios de tiempo”, señala, y cita un estudio japonés de 2023 en el que tomaron los datos de dolor de cabeza de más de 4000 personas y los cruzaron con la información meteorológica del período. La conclusión fue que la baja presión atmosférica, los cambios de presión, la humedad alta y la lluvia estaban asociados con un mayor número de cefaleas.
Camiña explica que, aunque es muy difícil de demostrar, posiblemente la humedad comparta fundamento con otros factores desencadenantes. “En la migraña, el equilibrio interno del cerebro, la homeostasis, es más estrecho que en la población general. Teóricamente, es más probable que les afecten pequeños cambios en factores como la presión, la temperatura, los niveles hormonales… Son personas más sensibles a esos cambios, digamos que su zona de confort es más estrecha”.
En el resto de las dolencias neurológicas hay todavía menos consenso sobre el papel que puede jugar la humedad. “Por ejemplo, parece que también podría tener una relación relativa con el aumento de ictus isquémico, pero en general no hay un consenso definitivo. Sí hay más evidencias, en este caso, sobre el papel de la polución y sobre todo de un aumento sostenido de las temperaturas, como factor de riesgo para los ictus”, ejemplifica.
En las consultas tampoco suele ser algo que mencionen la mayoría de los pacientes, como sí pasa en las de reumatología. “Mi experiencia es que son más sensibles en general a la temperatura y al viento. El viento muy a menudo va en relación con cambios en la presión atmosférica, que es lo que probablemente sea más relevante”, señala.
El impacto de los niveles de humedad en la salud es, en definitiva, un tema todavía no lo suficientemente estudiado y que se ha investigado de una forma muy poco consistente. Se ha relacionado, por ejemplo, con virus gastrointestinales (un descenso en la humedad absoluta precedía a un aumento en los diagnósticos una semana después), con mortalidad por patología cardiovascular (aquí medían el humidex, la temperatura percibida según la humedad relativa; los índices más bajos podrían significar un mayor riesgo) e incluso con suicidios (ocurren más en épocas de humedad relativa alta que en olas de calor). Sin embargo, hay poco consenso general, más allá de que, en un contexto de crisis climática, este y otros factores ambientales como el impacto de la polución, las temperaturas o las presiones deberían ser más investigados.
Información de elpais.com