Sonora: el corazón de las calabazas que decoran Halloween en Estados Unidos

Por Daniela Valenzuela / NORO

ESPECIAL, oct. 8.- Halloween es una de las festividades más importantes del año, y aunque es una tradición estadounidense, se ha arraigado en el noroeste y norte de México, especialmente en las ciudades fronterizas.

Las calabazas, símbolo clave de esta celebración, no solo decoran los hogares sino también protagonizan los sabores de la temporada.

En los últimos años, Sonora ha destacado como uno de los principales exportadores de calabazas, gracias a su clima favorable, suelos fértiles y la alta calidad de su producción.

Sonora y su producción de calabazas

En Santa Cruz, Sonora, un pequeño municipio con alrededor de 2 mil habitantes según el Inegi en 2020, se produce lo que se conoce como las “calabazas de Halloween”.

Este lugar, ubicado estratégicamente cerca de la frontera entre Sonora y Estados Unidos, entre Naco y Cananea, ha ganado protagonismo por su producción de calabazas que, cada año, se exportan masivamente al país vecino, donde Halloween es una de las festividades más importantes.

La llegada del otoño marca el inicio de la cosecha, un evento que no solo impulsa la economía local, sino que también posiciona a Sonora como un proveedor clave de este icónico producto.

Las calabazas de Santa Cruz, reconocidas por su calidad, se distribuyen a través de las principales cadenas de supermercados en Estados Unidos, lo que refleja el éxito de la exportación agrícola sonorense.

Los habitantes de Santa Cruz, en su mayoría, participan activamente en las labores de cosecha, lo que fortalece la economía de la comunidad y fomenta un sentido de identidad local vinculado a esta tradición internacional.

Esta actividad agrícola se ha convertido en un pilar económico para Santa Cruz, cuyos residentes ven cómo sus productos llegan a miles de hogares estadounidenses, decorando y dando sabor a la temporada de Halloween.

¿Cómo se producen las calabazas en Sonora?

La producción de calabazas en Sonora es un proceso meticuloso que comienza mucho antes de la llegada del otoño. Desde el mes de julio, los agricultores de municipios como Santa Cruz, cercano a la frontera con Estados Unidos, se preparan para la temporada alta de cosecha.

Esta planificación anticipada es clave, ya que entre septiembre y octubre las calabazas deben estar listas para recolectarse, con una fecha límite de cosecha fijada para mediados de octubre, justo a tiempo para las festividades de Halloween, que marcan el auge del consumo de este producto tanto en México como en Estados Unidos.

Uno de los factores más importantes para asegurar la calidad del producto es el cuidado post-cosecha. Una vez recogidas, las calabazas pasan por un proceso de reposo de dos días, durante el cual se les aplican tratamientos especiales en el tallo para evitar la proliferación de hongos que puedan afectar su durabilidad y, en consecuencia, su exportación.

En términos de tiempo de cultivo, las calabazas suelen tardar aproximadamente 100 días en crecer desde la siembra hasta su madurez. Sin embargo, en Santa Cruz, Sonora, este proceso es más rápido, reduciéndose a sólo 75 días.

Este fenómeno se debe a las características únicas del clima de la región: la intensidad de la luz solar, las elevadas temperaturas, la altitud y la fertilidad de sus suelos permiten un crecimiento más acelerado.

Esto no solo optimiza la producción, sino que también contribuye a la alta calidad del producto, que es muy valorado en los mercados internacionales.

Información de noro.mx

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