La Virgen María ama y espera
Mons. Sigifredo Noriega Barceló
“Concebirás y darás a luz un hijo” Lucas 1, 26-38
Los ruidos, prisas e intereses de este domingo y 24 de diciembre 2023, no siempre nos ayudan a centrarnos en el Misterio de Amor que celebramos. Las palabras nacimiento de Jesús, navidad, celebraciones religiosas, tradiciones navideñas… van desapareciendo, se distorsionan, se usan con otros fines.
Aparecen, en cambio, otros nombres que tienen que ver con la temporada decembrina, las ‘fiestas’, las vacaciones, el fin de año y más.
Se activa la movilidad de familiares, los amigos se buscan, las nostalgias de la infancia hacen presencia, aumentan las depresiones, la economía se mueve… Sería provechoso saber si, al mismo tiempo, se reactiva el amor humano, el amor divino, el gozo de vivir amando, el amor incondicional al prójimo, el amor a la creación, la amistad social. ¿Seremos mejores seres humanos, hijos, hermanos, esposos, padres, ciudadanos, humanidad, al transcurrir estos días? ¿Seremos activos cristianos comprometidos en la construcción de la paz, anunciada, deseada y celebrada en Navidad?
La Palabra proclamada y escuchada este domingo pone a nuestro alcance el poder comprender las enormes posibilidades de lo más grande que hay en el ser humano: su infinita capacidad de amar en circunstancias no esperadas. La respuesta amorosa de María es modelo de amor incondicional en todo tiempo. Es cuestión de dejarse sorprender –dejarse amar- por Dios. Para ello es necesario abrir los ojos de la fe, estar atentos, hacernos pequeños, entrar en el Misterio. Dios rompe todos los cálculos y echa por tierra nuestros esquemas…
Se presenta necesitado, pidiendo colaboración, buscando socios.
Dios propone a María su plan, le pide permiso, la deja hablar y decir lo que quiera; no busca cosas en ella, quiere el sí de su persona. ¡Dios pidiendo colaboración para activar el amor! El
Dios en quien cree María es un Dios Amor que asocia a su plan y confía responsabilidades. A cada quien la suya; a nosotros también, por supuesto.
María se deja ‘querer’ y responde obedeciendo. Es la fe en acción. Sabe que está delante de Dios en quien ha puesto su confianza, su esperanza, su gozo, su futuro. María escucha a
Dios y le responde: “Hágase en mi tu plan”. En otras palabras:
“Te dejo entrar en mi vida y disponer de ella”. María no se contrata por horas de trabajo; no pide sueldo, ni gratificaciones.
Prefiere seguir siendo ‘esclava’, ‘pequeña’, ‘del Señor’. Así es la verdad del amor. Dios acepta habitar entre nosotros. Es el Misterio de Amor que celebramos en Navidad.
Que al encender la cuarta vela de la corona de Adviento dejemos que el amor de Dios se active en nuestra vida cotidiana. Dios habita donde habitan los seres humanos: en sus casas, en los lugares de trabajo, en el diario caminar, en las tormentas y las suaves brisas. Celebremos que donde hay Navidad hay amor concreto para todos… también en tiempos descaradamente electorales.
Los abrazo con la bendición de Dios, a punto de manifestarse en el pesebre que has/hemos preparado.
Originario de Granados, Sonora.
Obispo de/en Zacatecas