Estar a ‘medios chiles’ o ‘teporocho’; ¿cómo surgieron estas expresiones?
Se unen la creatividad lingüística de los barrios de Tepito y La Merced, y la capacidad de los mexicanos para hacer de la cotidianidad un arte
ESPECIAL, nov. 5.- Cuando un capitalino dice que alguien «anda a medios chiles» o lo tilda de «teporocho», pocos se detienen a pensar en el origen de estas pintorescas expresiones. Sin embargo, un viaje al pasado de dos emblemáticos barrios de la Ciudad de México revela que estas frases son mucho más que jerga: son parte del patrimonio cultural e histórico de la capital.
A medios chiles: un brindis de ingenio y tradición
La historia nos lleva a La Merced, el mercado que ha sido el corazón comercial de la ciudad durante siglos. Aquí, los cargadores, quienes sostenían el peso de la economía literalmente sobre sus hombros, encontraron un método creativo para saciar la sed sin renunciar a la eficiencia. Sin vasos a la mano, cortaban chiles jalapeños por la mitad para usarlos como copas improvisadas para mezcal, tequila o caña.
Esta práctica dio origen a la expresión «a medios chiles», utilizada para describir la condición de aquel que ha comido y bebido lo justo para encontrarse entre la alegría y la satisfacción. Curiosamente, la Real Academia Española añade matices al término, señalando que puede significar también ‘a medio hacer’, ‘medio dormido’ o ‘medio borracho’.
Teporocho: de oferta etílica a identidad urbana
El barrio de Tepito, por su parte, ofrece otra historia rica en sabor local. Aquí, una infusión etílica, vendida a tres por ocho pesos —»tres-por-ocho»—, podría haber dado lugar a la palabra «teporocho», refiriéndose a aquellos cuya ebriedad era evidente. Con el tiempo, este término pasó a identificar no solo a los ebrios del barrio, sino a cualquiera en la ciudad que haya excedido los límites de la bebida.
Un legado que persiste
A través de los años, estas expresiones se han mantenido vigentes, evolucionando y adaptándose a nuevos contextos. «A medios chiles» y «teporocho» no son solo palabras, sino narrativas vivas que cuentan la historia de sus orígenes cada vez que son pronunciadas. Revelan no solo la creatividad lingüística de los barrios de Tepito y La Merced, sino también la capacidad de los mexicanos para hacer de la cotidianidad un arte y del lenguaje, un testimonio de resistencia y humor ante la adversidad.
Estas frases son un recordatorio de que, en cada rincón de la urbe, hay una historia por descubrir, un lenguaje por descifrar y una identidad que persiste a pesar de los embates del tiempo. «A medios chiles» y «teporocho» son huellas indelebles de un México urbano que sigue vivo, latente en cada esquina y en cada palabra que se entreteje en el tapiz de esta gran ciudad.
Los mexicanismos, joyas del lenuaje actual
Desde las bulliciosas esquinas de Tepito hasta las coloridas trajineras de Xochimilco, México es un país rico en expresiones coloquiales que han trascendido generaciones. El siglo pasado, en particular, fue un periodo fértil para el lenguaje popular mexicano, donde la creatividad y las circunstancias dieron vida a una serie de mexicanismos que hoy son parte del acervo cultural de la nación.
Expresiones como «a medios chiles» y «teporocho» son solo la punta del iceberg. «A medios chiles», como ya sabemos, es un ingenioso mexicanismo surgido entre los cargadores de La Merced para describir el acto de beber directamente de un chile cortado por la mitad. Por su lado, «teporocho» ha evolucionado desde una oferta de bebida económica en Tepito hasta un término que identifica a alguien en estado de embriaguez.
La riqueza de los mexicanismos
Los mexicanismos son testigos de la historia y reflejo de la cultura. Aquí algunos ejemplos que han coloreado el habla cotidiana del país:
«Chido»: Esta palabra se convirtió en sinónimo de algo bueno, bonito o agradable. «Ese concierto estuvo muy chido.»
«Cuate»: Derivado del náhuatl «cōātl», originalmente significando «gemelo», pero en el lenguaje coloquial se usa para referirse a un amigo o compañero.
«Güey» o «wey»: Aunque inicialmente podría referirse despectivamente a alguien como tonto, su uso se ha extendido para hablar de un amigo de manera informal y hasta cariñosa.
«Ándale»: Una expresión multifacética que puede significar desde un simple «sí» hasta una forma de urgir a alguien a que haga algo. «Ándale, apúrate que llegamos tarde.»
«Chamba»: Un término coloquial para el trabajo o empleo. «Estoy buscando chamba.»
«Chilango»: Originalmente un término despectivo para los que llegaban del campo a la capital, ahora es una identificación común y hasta afectuosa para los habitantes de la Ciudad de México.
El Legado Lingüístico del Siglo XX
El siglo XX fue una época de transformación y mestizaje cultural, y el lenguaje no fue la excepción. La Revolución Mexicana, la urbanización y la creación de una identidad nacional unificada dieron como resultado una explosión de nuevas palabras y giros que se sumaron al diccionario informal mexicano. La cinematografía, la música ranchera y la televisión fueron catalizadores de esta difusión lingüística, inmortalizando frases y palabras que todavía resuenan en las conversaciones diarias.
Los mexicanismos son una muestra de la dinámica social y lingüística de México, un país que se ha caracterizado por hacer de su lenguaje un espejo de su identidad. El siglo pasado fue un lienzo en blanco donde los mexicanos plasmaron su ingenio, su humor y su realidad, creando un legado que sigue vivo y que continúa evolucionando. Más que meras palabras, los mexicanismos son un relato colectivo, un tejido de historias que nos recuerda de dónde venimos y quiénes somos.
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