Arturo Guzmán Loera: el hermano de ‘El Chapo’ que no logró concretar su fuga de prisión
La astucia que caracterizó a Joaquín Guzmán Loera le permitió fugarse de dos penales federales en México a lo largo de su carrera delictiva, no obstante, el cofundador del Cártel de Sinaloa poco pudo hacer para liberar a su hermano menor.
ESPECIAL, nov. 5.- La amapola y la marihuana crecen sin dificultad entre las montañas de la Sierra Madre Occidental que hace más de seis décadas vieron nacer a quien se convertiría en uno de los narcotraficantes más famosos del mundo: Joaquín El Chapo Guzmán.
La Tuna, Badiraguato, una región ubicada en lo profundo del llamado ‘Triángulo Dorado’ fue el lugar en donde el otrora capo sinaloense pasó sus primeros años de vida junto a otros diez hijos que procrearon sus padres Emilio Guzmán Bustillos y María Consuelo Loera Pérez.
Las condiciones socio económicas del pequeño poblado y las ambiciones del joven Joaquín fueron la combinación perfecta para que durante su adolescencia El Chapo optara por mudarse a Guadalajara, Jalisco, ciudad que fue testigo de sus primeros pasos en el mundo criminal bajo las órdenes de Miguel Ángel Félix Gallardo, ex líder del Cártel de Guadalajara.
Los años pasaron, la organización delictiva se desintegró tras la captura de sus principales líderes y Joaquín Guzmán Loera regresó a Sinaloa con la visión de fundar su propio cártel junto a su viejo socio Ismael El Mayo Zambada. Y lo logró.
El ascenso del Cártel de Sinaloa poco a poco se empezó a consolidar y algunos de los hermanos de El Chapo siguieron sus pasos hasta convertirse también en narcotraficantes y asesores de alto rango en la organización.
Uno de ellos fue Arturo Guzmán Loera, mejor conocido como El Pollo, cuya historia tuvo un trágico final del cual fue escenario la que es considerada como una de las cárceles más seguras de México.
El hijo menor
En 1993 El Chapo apenas comenzaba a perfilarse para convertirse en el líder de una de las organizaciones delictivas más poderosas y peligrosas del mundo. No obstante, ya para ese año autoridades federales seguían de cerca sus pasos tras haberlo identificado como el responsable del asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo ocurrido en el aeropuerto internacional de Guadalajara.
En junio de ese mismo año, Guzmán Loera fue detenido por primera vez en Guatemala, desde donde fue trasladado al penal de Puente Grande en el estado de Jalisco.
Diversos reportes de prensa local apuntan a que, mientras El Chapo estaba en prisión, Arturo Guzmán Loera asumió el liderazgo del Cártel de Sinaloa y se encargó del cuidado de los hijos que para ese entonces su hermano ya había procreado con dos mujeres: Alejandrina Salazar y Griselda López.
En prisión, el capo sinaloense continuó coordinando operaciones de su organización, además de corromper a múltiples autoridades penitenciarias para gozar de privilegios y lujos que iban desde fiestas privadas con bebidas alcohólicas hasta el ingreso de sexoservidoras.
La meticulosa red de corrupción que El Chapo se encargó de tejer desde su reclusión le permitió orquestar su primera gran fuga del centro penitenciario.
Fue así como el 19 de enero de 2001, Joaquín Guzmán Loera escapó de prisión oculto en un carrito de lavandería y protegido por funcionarios que lo empujaron hasta la salida, según versiones oficiales de las autoridades. Se especula que al menos 60 servidores públicos participaron en el plan de fuga.
Aquel episodio puso el nombre de Joaquín Guzmán Loera en las primeras páginas de los medios de comunicación más importantes de la época, lo que aumentó la presión en las autoridades por capturarlo y desestabilizar al Cártel de Sinaloa.
Con dicha prioridad, meses después autoridades detuvieron a Arturo Guzmán Loera y a dos de sus cómplices en la capital mexicana -llamada en ese entonces Distrito Federal- por cargos relacionados al tráfico de cocaína y metanfetaminas en su modalidad de fomento, producción con fines de distribución a Estados Unidos.
Autoridades identificaron a El Pollo también como el artífice de un ‘narcotúnel’ localizado en la frontera que recorría desde la ciudad de Tijuana hasta San Ysidro, California, el cual era utilizado para el envío de narcóticos desde México al país de las barras y las estrellas.
Por las acusaciones y con la fuga del El Chapo del penal de Puente Grande como precedente, autoridades ingresaron a Arturo Guzmán Loera a una de las cárceles más seguras del país.
El Centro Federal de Readaptación Social (CEFERESO) No. 1, conocido comúnmente como El Altiplano, ha albergado entre sus imponentes muros alambrados a algunos de los criminales más peligrosos que han operado en México.
A inicios de los 90’s, en distintas celdas del penal se encontraban no solo el hermano de El Chapo Guzmán, sino también algunos de sus enemigos más aguerridos entre los que destacaban miembros de los Arellano Félix -o del Cártel de Tijuana- e, incluso, Osiel Cárdenas Guillén, ex líder del Cártel del Golfo y fundador de Los Zetas.
Prófugo de la justicia y a poco más de mil 200 kilómetros de distancia, la incertidumbre sobre el estado en el que se encontraba su hermano menor en prisión se apoderaba poco a poco tanto de El Chapo como de su madre María Consuelo Loera Pérez. Fue cuestión de tiempo para que el capo sinaloense planeara un escape muy a su estilo del penal federal para su consanguíneo. ¿Qué podría salir mal?
En 2017, un piloto veterano de helicópteros que estuvo al servicio personal de Joaquín Guzmán Loera concedió una entrevista a el periodista colombiano Gonzalo Guillén en la que relató algunos episodios clave que vivió mientras trabajó para el ex líder del Cártel de Sinaloa.
Tinieblo, alias bajo el que fue identificado tanto dentro de la organización delictiva como en el trabajo periodístico, trabajó para El Chapo, sus hijos, esposa y su madre. El capo sinaloense le aseguró que en la aeronave que le otorgaría no se transportaría droga pero sí armas y dinero.
El piloto que contaba con adiestramiento militar -según lo expuesto en la entrevista publicada por Univisión- relató que Joaquín Guzmán Loera le dio a elegir la aeronave con la que era más hábil para mandarla a comprar. Tinieblo escogió un Ranger 407 fabricado por la empresa Bell Helicopter Textron, cuyo precio oscilaba hasta los cuatro millones de dólares.
Tras adquirir aquel helicóptero y seguir una serie de meticulosas instrucciones, Tinieblo se encargó de trasladar en repetidas ocasiones a María Consuelo Loera, quien viajaba constantemente desde Sinaloa a visitar a su hijo Arturo recluido en El Altiplano.
En uno de los viajes que el piloto personal de El Chapo realizó junto a su jefe, el ex líder del Cártel de Sinaloa le confesó que su madre era una persona muy religiosa que se pasaba orando por El Pollo, circunstancia que le dejaba “cicatrices en el alma”, por lo que había estado trabajando en un plan para sacarlo de la cárcel.
De acuerdo con las declaraciones que Tinieblo realizó al periodista Gonzalo Guillén, la operación consistía en sobrevolar el helicóptero en el centro penitenciario con un altoparlante que dijera que lo estaban buscando en la capital mexicana. De la aeronave colgaría una caja blindada con cables de acero en donde El Pollo subiría.
Para evadir a autoridades, El Chapo planeó que desde el altoparlante se pidiera que no se disparara porque había una bomba en el penal.
A Tinieblo no le pareció viable la estrategia pero Joaquín Guzmán Loera le aseguró que con dinero podían corromper a autoridades penitenciarias para que cooperaran.
Para convencerlo, El Chapo le obsequió al piloto veterano una pistola nazi Luger de cañón extralargo, considerada como «una pieza de museo». Además, le aseguró que si sacaban a Arturito del penal le obsequiaría el helicóptero que manejaba, además de un millón de dólares extra. Tinieblo se negó.
Joaquín Guzmán Loera estaba convencido de que era la única persona con las habilidades suficientes para concretar su plan, no obstante, nunca forzó a su trabajador a realizarlo.
El 31 de diciembre de 2004, detonaciones de arma de fuego dentro del penal de El Altiplano provocaron una intensa movilización de autoridades por toda la cárcel.
En el área de los locutorios y mientras hablaba con su abogado, Arturo Guzmán Loera fue atacado con un arma de fuego en al menos siete ocasiones, provocando heridas en el tórax y abdomen que terminaron por cobrar su vida.
Reportes de prensa de la época dan cuenta de que el responsable del crimen fue identificado como José Ramírez Villanueva, quien supuestamente fue obligado a cometer el homicidio a través de cartas y amenazas directas contra él y su familia por parte Osiel Cárdenas Guillén, quien para ese entonces ya había establecido una alianza con Benjamín Arellano Félix.
En 2006, Ramírez Villanueva fue sentenciado a pasar 37 años de prisión por el asesinato del hermano de El Chapo, un episodio más de la serie de tragedias que azotaron la vida del famoso narcotraficante sinaloense que saboreó la gloria del dinero y el poder pero que ahora se encuentra recluido en una cárcel de súper máxima seguridad de Estados Unidos en donde fugarse ya no es una opción.
Por Anel Tello
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