Deformación craneal y mutilación dentaria, prácticas prehispánicas en Ónavas, Sonora

Un cementerio de hace mil años reveló alteraciones corporales nunca antes vistas en la zona

ESPECIAL, oct. 17.- El hallazgo de un cementerio con 115 cuerpos en el pueblo de Ónavas, Sonora, reveló que las comunidades prehispánicas que habitaron la zona hace alrededor de mil años tenían la práctica de deformación craneal y mutilación dentaria que probablemente se entendían como marcador de belleza o de rango social.

Hasta hace algunos años, arqueólogos desconocían que este tipo de alteraciones corporales se realizaran en la zona porque suelen ser más comunes en el centro de México o de otras partes del país; sin embargo, se comprobó que estas modificaciones eran intencionales y era una práctica biocultural común.

“Encontramos dos tipos de deformación craneal en al menos 60 individuos, tanto hombres como mujeres. Esta práctica se ha descrito o se ha interpretado como un marcador de belleza o de identidad o también como un rango social”, explica Cristina García Moreno, investigadora del Centro Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) Sonora.

Fotos: INAH 

Los cuerpos tienen una antigüedad aproximada del año 900 al 1300 de Nuestra Era, lo que significa que eran los Pimas quienes practicaban estas deformaciones intencionales.

Esta deformación comenzaba desde los primeros meses de vida de las personas y se prolongaba durante varios años y es una modificación del cuerpo que no se podría cambiar nunca.

Fotos: INAH 

Los cuerpos hallados en Ónavas también presentaban el limado dental, principalmente mujeres y hombres adultos. Esta modificación era generalmente un rito del paso de la pubertad a la etapa adulta y también se realizaba de forma intencional.

Fotos: INAH 

García Moreno realizó investigaciones en la zona de 2008 a 2017 y descubrió que las personas que fueron enterradas en lo que ahora se conoce como El Cementerio no superaban los 40 años de edad.

Además, se encontraron piezas ornamentales como cuentas de conchas, caracoles marinos y uno de los individuos tenía un caparazón de tortuga. Todas estas piezas hablan de la influencia de culturas mesoamericanas en el norte del país.

Fotos: INAH 

Por Astrid Sánchez

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