Vivir ‘en modo compasión’

Mons. Sigifredo Noriega Barceló

“Vende cuanto tiene y compra aquel campo” Mateo 13, 44-52

Jesús continúa enseñando en todo tiempo y lugar. Aunque de vez en cuando se retira a ‘descansar’, la urgencia de la venida del Reino le apremia. Su tiempo es breve y las necesidades de sanación, curación y salvación no respetan calendarios. A dondequiera que se dirige encuentra seres humanos enfermos de ansiedad, frustraciones, desánimo, desesperanza. El sufrimiento que hay a su alrededor le pide vivir la misión salvadora con infinita compasión.

El estilo de Jesús me hace pensar en el ambiente en que estamos inmersos y en las actitudes a asumir. Los ruidos, las esperas, las ofertas en tiempos engañosamente preelectorales, hacen pensar y soñar en soluciones prontas y favorables. Espero que también en la responsabilidad compasiva de personas, familias, partidos, instituciones.

Con frecuencia escuchamos reclamos, quejas, gritos; también propuestas, palabras de ánimo, llamados a la responsabilidad, invitaciones a la esperanza activa. A pesar del ejemplo maravilloso de algunos ciudadanos activos, todavía no se nota la pasión social que se requiere para enfrentar juntos los retos de los tiempos complejos que vivimos. Cuando una causa nos apasiona no nos importa invertir y darlo todo. Es como comprar un tesoro, una perla fina, una red de calidad pensando en el presente-futuro de propios y extraños.

En el Evangelio que escuchamos el último domingo de julio, Jesús nos lleva de la mano para que aprendamos a caminar con pasión por la vida y más allá de ella. El Reino de Dios es presentado como ‘una pasión’; como una realidad que inspira, afecta, sostiene e implica a todos, toda la vida. Cuando descubrimos, alimentamos y cultivamos esa pasión quedamos enganchados; solamente vivimos para eso. El amor también tiene cara de humanismo sanador, integrador, concertador; dignifica al que da y al que recibe, a todos.

En los tiempos multicolores que vivimos podemos encontrar historias de humanismo. Existen en los rincones más escondidos de los callejones, calles, avenidas y atajos de la vida. Son hechos precisos, concretos, oportunos que aportan y generan vida; éstos inspiran y sostienen en la esperanza a muchas personas. No son noticia pública, pero están ahí como el grano de mostaza y la levadura. Son personas que testimonian y ‘hacen’ el Reino de Dios’. Han encontrado el tesoro y la perla; ya no pueden vivir sin compartir el Reino y su justicia, su presente y su futuro.

Todos estamos llamados a trabajar en el Reino con pasión y esperanza. Basta estar dispuestos a “vender todo” para que a nadie falte una sonrisa esperanzadora y un pan que compartir. ‘Hacer’ Reino está al alcance del que encuentra, busca y echa las redes; del que combina la gracia de Dios, el esfuerzo propio y el trabajo con los demás. ¿Es posible encontrar gente con este perfil en un mundo de indiferencias, con otras prisas e intereses? Así es, son personas que han encontrado en Jesús y su Reino el tesoro, la perla, la red. Jesús nos hace capaces de vivir permanentemente en ‘modo compasión’.

Con mi bendición al terminar el mes de julio.

Originario de Granados, Sonora.

Obispo de/en Zacatecas

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